En Tarragona, ciudad de Hispania, san Hermenegildo, mártir, que, siendo hijo de Leovigildo, rey arriano de los visigodos, se convirtió a la fe católica por mediación de san Leandro, obispo de Sevilla. Recluido en la cárcel por disposición del rey, al haberse negado a recibir la comunión de manos de un obispo arriano, el día de la fiesta de Pascua fue degollado por mandato de su propio padre. († 586)
San Martín I, papa y mártir, que tras condenar la herejía de los monotelitas en el Concilio de Letrán, por orden del emperador Constante II fue arrancado de su sede por el exarca Calíopa, que entró por la fuerza en la Basílica de Letrán, y lo envió a Constantinopla, donde primero quedó encerró en una dura mazmorra bajo estrecha vigilancia y después fue desterrado al Quersoneso, lugar en el que, pasados unos dos años, concluyeron sus tribulaciones y alcanzó la corona eterna. († 656)
En Pérgamo, en la provincia romana de Asia, santos mártires Carpo, obispo de Tiatira, Pápilo, diácono, Agatónica, hermana de Pápilo, y otros muchos que, por la dicha de expresar su confesión cristiana, fueron coronados con el martirio. († s. II-III)
En Ravena, de la Flaminia, san Urso, obispo, que trasladó la sede episcopal desde Classe a esta ciudad y dedicó la iglesia catedral en la fiesta de Pascua bajo el título de santa Anástasis. En este mismo día, pasados algunos años, emigró a la gloria de la resurrección. († c. 425)
En el monasterio de Santa María de Capelle, cerca de Wast, en la región de Boulogne, en Francia, beata Ida, quien, viuda de Eustaquio, conde de Boulogne, brilló por su liberalidad hacia los pobres y por su celo en el decoro de la casa de Dios. († 1113)
En Saint-David, en el territorio de Cambria, en Gales, san Carádoco, presbítero y ermitaño, que siendo tañedor de arpa en el palacio real, al constatar que allí se quería más a los perros que a los hombres, decidió servir a Dios bajo la dirección del abad Teliavo. († 1124)
En el monasterio cisterciense de Roosendaal, en Brabante, beata Ida, virgen, que desde joven sufrió por parte de su padre antes de entrar en la vida religiosa, y con la austeridad cotidiana imitó en su cuerpo a Cristo sufriente. († c. 1290)
En el monasterio de Fonte Avellana, en la Umbría, beato Albertino, ermitaño y prior de un grupo de eremitas, que antepuso la soledad a los honores y procuró conciliar a las ciudades que estaban enemistadas entre sí. († 1294)
En Cittá di Castello, de nuevo en Umbría, beata Margarita, virgen de las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, la cual, ciega de nacimiento, deforme y abandonada por sus progenitores, siempre confió en su corazón, sin embargo, en el nombre de Jesús. († 1320)
En Rochester, en Inglaterra, beatos Francisco Dickenson y Milón Gerard, presbíteros y mártires que, tras haberse formado en el Colegio de los Ingleses de Reims, regresaron a su patria para ejercer clandestinamente el ministerio sacerdotal, a causa de lo cual, durante el reinado de Isabel 1, ambos fueron condenados a la horca y después descuartizados. († 1590)
En York, también en Inglaterra, beatos Juan Lockwood y Eduardo Catherick, presbíteros y mártires en tiempo del rey Carlos I. El primero, de ochenta y siete años, que ya había sido condenado dos veces a la pena capital por ser sacerdote, quiso preceder en el patíbulo a su compañero más joven, que estaba algo angustiado ante la muerte, para animarle a culminar el glorioso martirio. († 1642)
En Chiuso, de Lecco, en Italia, beato Serafín Morazzone, presbítero de la archidiócesis de Milán, cuyas virtudes fueron tales que las recogió el gran escritor italiano Alessandro Manzoni en su primera redacción de su obra maestra "Los novios". († 1822)
En la isla de La Reunion, en el Océano Índico, beato Scubilión (Juan Bernardo) Rousseau, religioso del Instituto de las Escuelas Cristianas, el cual enseñó incansablemente a los niños y ofreció ayuda a los pobres y esperanza a los esclavos. († 1867)
En la aldea de Totoclán, en la región de Guadalajara, en México, san Saba Reyes Salazar, presbítero y mártir, que fue ejecutado durante la persecución mexicana por su fe en Cristo Sacerdote y Rey del Universo. († 1927)
En Piane di Monchio, Italia, beato Rolando Rivi, seminarista mártir, que con tan solo catorce años fue asesinado por mostrar abiertamente su piedad. († 1945)
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