domingo, 16 de junio de 2024

El Reino de... ¡el Rey! - Domingo 11º del Tiempo Ordinario B (16.06.2024): Marcos 4,26-34 (El reino de dios es y está…) y CINCO MINUTOS semanales con el Evangelio de Marcos (Semana 29ª (16.06.2024): Marcos 8,22-26 CIEGO Ciego ciego, el que no quiere ver).

 

El Reino de... ¡el Rey!

Mi reino y mi rey. Tu reino y tu rey. Nuestro reino y nuestro rey. Reino Unido. Reinos de Taifas. Rey de oros, de copas, de espadas, de bastos... Reino y rey de la ínsula de Barataria, de Narnia, de Laponia... Que venga a nosotros tu reino...

Reino y rey son dos palabras muy habituales en nuestro lenguaje cuando se habla de lo que sea, de religión o de política, de cultura o de deportes, de literatura, cine o tauromaquia... Reino, Monarquía, Democracia, Imperio o República... Siempre rey o reino, siempre relacionado con el poder, la altura, la ostentación...

Confieso que estas realidades se me despiertan como movidas por un resorte invisible siempre que leo o me leen relatos de la EVANGELIZACIÓN de Jesús de Nazaret cuando andaba por sus tierras de la Galilea, pueblo suyo.

No creo que sea mucho más necesario hablar de tronos y coronas, mantos, cetros, joyas y abalorios, palacios, monumentos, tradiciones, lujos y ostentaciones...

Y... siempre se me queda como colgada de un hilo y como si fuera un inmenso interrogante aquello de 'el reino de dios es una semilla'... que manos laboriosas siembran, acompañan, cuidan... Y me digo, esta literatura de nuestro lenguaje habitual necesita una EVANGELIZACIÓN, si deseamos seguir aprendiendo a vivir y pensar y creer como vivía, pensaba y creía en sus días aquel judío y laico llamado Jesús el galileo. 

Dicho ya lo que queda escrito no quiero alargarme más, añado solo las siete siguientes advocaciones de María con su correspondiente jaculatoria. Lo apuntado desde Jesús de Nazaret, me lo voy aplicando lentamente y con serenidad a las advocaciones de su señora madre, la esposa del señor José:

134. Santa María Virgen de la Torre

135. Santa María Virgen de la Vega

136. Santa María Virgen de las Cruces

137. Santa María Virgen de las Gracias

138. Santa María Virgen de las Nieves

139. Santa María Virgen de Loreto

140. Santa María Virgen de los Llanos. Mi jaculatoria: Que me devuelvan a la señora María.

Y añado también: Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.

A continuación se encuentran los comentarios del Evangelio del domingo 16 de junio de 2024.

Carmelo Bueno Heras

 

Domingo 11º del Tiempo Ordinario B (16.06.2024): Marcos 4,26-34. Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:

El reino de dios es y está…

El pasado domingo, día 9 de junio, compartíamos en este espacio la lectura y comentario del texto evangélico con el que el narrador Marcos finalizaba el tercer capítulo de su Evangelio. Y para este nuevo domingo, 16 de junio, se nos propone la lectura de Marcos 4,26-34. ¿Qué ha sucedido para que no se nos haya propuesto la proclamación y meditación de Mc 4,1-25?

Copio aquí Marcos 4,1: “Otra vez, se puso Jesús a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Este mar del que habla el texto de Marcos es el Lago de Galilea, llamado también de Genesaret o de Tiberíades.

Este ‘mar’ del relato, además de ser un gran lago, en la mente del narrador pudo tener otras evocaciones significativas. No olvidemos lo que ya nos dejó escrito desde el comienzo en 1,16-18: “Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés… que eran hermanos… que eran pescadores… Y Jesús les dijo: venid conmigo y os haré llegar a ser pescadores de hombres… Dejando las redes, le siguieron”. ¿No será este ‘mar’ un símbolo del ‘mal’?

En este mismo mar, y de nuevo en el capítulo cuarto, la mano narradora del relato nos permite contemplar a su Jesús de Nazaret sentado en una barca enseñando a quienes le siguen y escuchan. Y, ¿qué enseña?, ¿de qué habla?, ¿cómo lo hace? Cuenta parábolas para que le entiendan quienes le oigan… “Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar… (4,3). Les decía también: ¿acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de una vasija o bajo la cama?... (4,21). Les decía también: con la medida con que midáis… (4,24). Se trata de tres parábolas para que se llegue a entender qué es eso de ‘el reino de Dios’ o el ‘reinado de Dios’. Nada de todo esto se nos leerá a la asamblea en las eucaristías. Creo que es una pena.

En Marcos 4,26 y hasta 4,34, que es el texto que se proclamará en toda eucaristía dominical, escucharemos dos nuevas parábolas: “También les decía: el reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra… (4,26). Decía también, ¿con qué compararemos el reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza, la semilla más pequeña que se siembra en la tierra… (4,30).

Este Jesús de Nazaret del primer biógrafo, que es el Evangelio de Marcos, enseña, explica, expone, propone, comparte lo que es el REINO de DIOS a quienes le siguen y le escuchan. Y ahora soy yo y eres tú quienes escuchamos y nos preguntamos qué es eso del REINO DE DIOS. ¿El CIELO de la vida eterna que seguirá a esta vida pasajera? ¿Ese CIELO ES EL REINO DE DIOS? ¿EL REINO DE DIOS es la IGLESIA de los auténticos y únicos seguidores de Jesús?

Ni ese CIELO del ‘más allá’ de la muerte, ni esta IGLESIA del ‘más acá’ de la muerte encajan en el mensaje de estas parábolas de Jesús de Nazaret que nos han transmitido a su manera cada uno de los tres Evangelistas sinópticos. El Evangelio de Juan casi ni nos habla de este ‘reino de Dios’. Y lo mismo le sucede a Saulo Pablo de Tarso y de las Cartas a las iglesias. En muy contadas ocasiones se atreve a relacionar ‘el reino de Dios’ con el mensaje de Jesús. Me vuelvo, ahora, a repetir la pregunta mientras releo Marcos 4,26-34, ¿qué es ese reino de Dios del que habla y enseña este Jesús de la Buena Noticia? Lo diré con el temor y temblor de mi serena confianza, el reino de dios es-está en esa manera consciente que nos crece dentro y hace sentirnos bien con quienes nos relacionamos. Carmelo Bueno Heras; Madrid, 16 de junio de 2024.

 

CINCO MINUTOS semanales

con el Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de forma ordenada, de principio a fin. Semana 29ª (16.06.2024): Marcos 8,22-26

CIEGO Ciego ciego, el que no quiere ver.

La narración de Marcos 8, 22-26 cierra el ciclo de los cinco signos de los que hablé en comentarios anteriores y que nos permiten a cuantos leemos esta buena noticia conocer más a fondo y en directo la humanidad de Jesús de Nazaret. ¿No nos anticipó ya la persona narradora que no hay peor ciego que quien no quiere ver? Pues el punto y seguido con el que se cierra el hacer y el decir de Jesús en Galilea es la curación del ciego de Betsaida, poblado situado en la orilla occidental del lago-mar de Galilea.

La totalidad del relato y cada uno de los pormenores son materia de contemplación y comentario no para una página, sino para una página casi interminable. La capacidad de ver se inicia desde la compartida capacidad humana para tocar. Quienes traen al ciego ante Jesús sólo le piden que le toque. Y así lo hizo este hombre tan persona de carne y hueso: lo tomó de la mano y lo besó hasta en los ojos. ¿Qué otra cosa es ponerle a uno saliva en los ojos? Y luego, lo abrazó, entrañablemente. Y comenzaron a hablar… De tú a tú. Los dos. ¿Hablar es tocarse?

¿Esta es la terapia sanadora? Besar y abrazar así se me asemeja a enseñar a ver. Tacto y vista. ¿Es esta la experiencia plena de la confianza en la otra persona? Tu adiestrada mano de narradora, María Magdalena, nos ha regalado este relato de la sanación de un ciego en paralelo y semejanza con la reciente sanación de un sordo en 7,31-37. Ver, oír y tocar. ¿Acaso no estamos ante acciones tan humanas y tan propias de todo tipo de personas sea cual sea su color, su raza, su cultura, su CV que se diría hoy como curriculum vitae…? 

Y me gustaría añadirte, mi encantadora mujer y evangelista, que el último relato sobre Jesús de Nazaret que es el cuarto Evangelio tomó buena nota de este tu ‘ciego de Betsaida’ (Marcos 8,22-26). Por eso en este domingo del día once de junio me releeré en mi despaciosa contemplación el capítulo noveno del Evangelio de Juan, la curación de ‘El ciego de nacimiento’ por Jesús en Jerusalén durante la celebración de la fiesta de la religión judía llamada de ‘Las Tiendas’: “Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento… Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen que ven, su pecado permanece” (Juan 9,1-41). Tus cinco versículos de narración sanadora de la ceguera, el evangelista Juan los ha convertido en un inmenso relato teológico de cuarenta y uno. Sublime.

¿Quién es este ciego de Betsaida, María Magdalena? ¿Este ciego es tu propia persona y tu propia experiencia de fe? ¿Este ciego es cada una de las personas que conocisteis a Jesús en su misión evangelizadora por vuestra tierra de Galilea? ¿Este ciego es todo el pueblo de Israel, el de entonces, y el de ahora y de cualquier otra religión como la nuestra? Me resisto a creer que ese ciego era un ciego como los que pertenecen al colectivo de nuestra ONCE (Organización Nacional de Ciegos de España).

Este ciego de Mc 8,22-26 me invita también a ‘mirar con ojos críticos’ al ciego Bartimeo de Mc 10,46-52. El ciego de Betsaida cierra la narración del ‘hacer y decir’ de Jesús en Galilea. El ciego Bartimeo pone fin al relato del camino de Jesús. Ambos, fiados de Jesús…, ¡aprendieron a ver! Carmelo Bueno Heras. Madrid, 11 de junio de 2017

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