sábado, 22 de junio de 2024

Fuegos y juegos - Domingo 12º del Tiempo Ordinario B (23.06.2024): Marcos 4,35-40 (Aprender a increpar) y CINCO MINUTOS semanales con el Evangelio de Marcos (Semana 30ª (23.06.2024): Marcos 8,27-30. La tentación de divinizar a Jesús de Nazaret)

 

Fuegos y juegos.

Hemos llegado a la víspera del 24 de junio. Mañana será siempre un nuevo HOY. Hoy, en la víspera de mañana, será la noche de san Juan. La noche de las hogueras, entre otros acontecimientos. Y alrededor del fuego toda suerte de actividades que la mente de los humanos se atreve a imaginar. Sin esta realidad de la noche y de sus fuegos y juegos no se comprenderían muchas realidades personales y sociales que los humanos compartimos, seamos de la nación o cultura que seamos.

La naturaleza de nuestro cosmos es así en días tan señalados. Es cierto que hoy tendrá veinticuatro horas como cada día, pero se trata de un día distinto. Parece ser que la primavera se hace a un lado para permitirle el paso al verano. Todo sigue en su sitio, pero parece que todo lo vemos de muy distinta manera.

¿Nos atreveremos a ver que la guerra se hace a un lado y deja que pase la paz?

¿Nos atrevemos a ver que el poder de la ostentación se hace a un lado y deja que pase la sonrisa de la sencillez?

¿Nos atrevemos a ver que la omnipotencia de lo divino y de sus dioses se hace a un lado y deja que pase la naturalidad de lo humano?

¿Nos atrevemos? ¿Lo queremos? ¿Lo deseamos? ¿Lo iluminamos?

En nuestras manos está y el tiempo del fuego y del juego nos invita a participar... La noche de sanjuán: a soñar despiertos junto al fuego y mientras jugamos a vivir. Preparar hogueras, encender hogueras, contemplar hogueras, alimentar hogueras, saltar hogueras y dejar que el fuego caliente, ilumine y queme... con el travieso e infantil juego de sus llamas. 

Así se prepara el camino para el nuevo HOY del Mañana que será siempre el verano.

 

Dicho ya lo que queda escrito no quiero alargarme más y añado solo, a este juego del fuego, las siete siguientes advocaciones de María con su correspondiente jaculatoria. Lo apuntado desde Jesús de Nazaret, me lo voy aplicando lentamente y con serenidad a las advocaciones de su señora madre, la esposa del señor José:

141. Nuestra Señora la Virgen de la Cruz

142. Nuestra Señora la Virgen de los Olmos

143. Nuestra Señora la Virgen de los Peligros

144. Nuestra Señora la Virgen de los Remedios

145. Nuestra Señora la Virgen de los Reyes

146. Nuestra Señora la Virgen de los Rosales

147. Nuestra Señora la Virgen de Nuria

Mi jaculatoria: Que me devuelvan a la señora María.

Y añado también: Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.

A continuación se encuentran los comentarios del Evangelio del domingo 23 de junio de 2024.

Carmelo Bueno Heras

 

Domingo 12º del Tiempo Ordinario B (23.06.2024): Marcos 4,35-40. espiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:

Aprender a increpar

El relato del Evangelio que me corresponde comentar para el domingo día 23 de junio es Marcos 4,35-40. Y este texto comienza así: “Este día, al atardecer, les dice Jesús de Nazaret a sus acompañantes: Pasemos a la otra orilla” (Marcos 4,35).

‘Este día’ se refiere al día en que, según este primer biógrafo, Jesús se pasó contando parábolas a la muchedumbre de seguidores que le acompañaba. Esto sucedía en las orillas del mar de Galilea. Jesús estaba en una barca en el mar. Esto es lo que ya leímos y escuchamos y meditamos el domingo pasado. Imaginamos que además de hablar, tanto el propio Jesús como sus oyentes, dedicaron un tiempo para comer. Nada de esto se nos dice o cuenta…

Justamente, ‘al atardecer’ de aquel día, Jesús toma la decisión de ‘pasar a la otra orilla’ del mar. Es decir, abandonan la orilla occidental del mar de Tiberíades para llegar a la orilla oriental, como se nos dice textualmente en el relato: “Y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos” (Marcos 5,1). Lo que va a ocurrir en esta orilla oriental a la que acaban de llegar no lo sabremos, porque en las celebraciones del domingo día 30 de junio no nos lo van a leer. Y a lo largo de este año dedicado a la lectura de Marcos, tampoco. Recuerdo esto aquí ahora por una sola razón: Mi buen amigo Alejandro le tenía un cariño especial a este relato de Marcos 5,1-20. Desde el pasado año 2016, que dejó esta tierra en la que vivo y pasó al ‘otro lado’ en el Huerto de los Callados, ha tenido tiempo para enterarse bien de todo cuanto nos dejó escrito el Evangelista y sus intenciones más secretas… En todo este tiempo no ha regresado de su silencio y sigo esperando con la certeza de que su silencio nunca se romperá. Y me quedaré sin saber lo que nos dijo o quiso decir este Evangelista. Imagino, imagino…

Y también imagino esa ‘tempestad’ que se despertó en aquel atardecer de Galilea y que la mano narradora de Marcos 4,35-40 nos indica que el propio Jesús de Nazaret dormía en la barca mientras ésta hacía aguas por todas partes ante la portentosa ostentación de bravura de la tempestad. Y ante tal poderío siempre me sorprende aquello que el narrador o narradora nos han dejado constatado al ser despertado Jesús. Éste ‘increpó al viento y dijo al mar’: Calla, enmudece’. Y me sorprende porque este actuar del Jesús de Marcos ya me resulta familiar y recuerdo que en 1,25 ya ‘increpó’ al espíritu inmundo de la sinagoga de Cafarnaún.

Adelanté el domingo pasado que este Evangelista nos habla del MAR DE GALILEA como la presencia del MAL. Y ahora comprendo el embravecimiento de este MAR como el embravecimiento del MAL. Y comprendo también el MAL embravecido en los adentros del endemoniado en la sinagoga de Cafarnaún. ¿Qué o quién es este MAL EMBRAVECIDO?

¿Qué o quién es este MAL? El poder deshumanizador, todo poder que atemoriza, esclaviza y deshumaniza, el poder absoluto… ¿La guerra, el hambre, la religión divinizada, la obediencia ciega, el dinero sin entrañas…? Probablemente. Según el relato del Evangelista, quienes acompañaban a Jesús en la barca por el mar habían comprendido que el reino de dios de las parábolas era esa semilla que crece dentro de cada uno y que nos hace sentirnos bien con quienes compartimos la experiencia de vivir. Esta semilla sembrada fue el origen de la bravura del mar-mal que viaja también en nuestros adentros. Acoger esta semilla del reino y cuidarla y compartirla, ¿nos produce embravecimientos deshumanizadores como así lo experimentaron al ‘no’ desembarcar (Mc 5,1-20)? Aprender a INCREPAR es una buena noticia del EVANGELIO.

Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 23 de junio de 2024.


CINCO MINUTOS semanales con el Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de forma ordenada, de principio a fin. Semana 30ª (23.06.2024): Marcos 8,27-30.

La tentación de divinizar a Jesús de Nazaret

Este texto de Marcos 8,27-30, según mi modesta crítica lectura de creyente, es el cerebro del Evangelio que escribió María Magdalena (leer ahora el texto que empieza en Marcos 15,33 y que acaba en 16,8). Esta mujer, posiblemente más acompañada que en solitario, se encontró con Jesús de Nazaret en la vida de éste, en su mensaje, en las tareas que realizó en su pueblo de Nazaret, por su tierra de Galilea y por el país judío sometido al dominio de la presencia de Roma y al poder de Jerusalén y de su Ley, Templo y Sacerdocio.

 Y ante este hombre, un tal Jesús de Nazaret, tan de carne y hueso como tantos hombres judíos, se preguntó en más de una ocasión ¿quién es éste? ¿Por qué hace y dice todo cuanto le estamos viendo y oyendo? Y, sobre todo, ¿cómo es posible que acabara sus días como un blasfemo injustamente apresado, condenado y ejecutado en una cruz y sepultado? ¡Una persona como este hombre de Nazaret es imposible que acabe en el silencio de la muerte! Yo lo he conocido y a mí no se me morirá jamás.  Ni a mí, ni a cuantos quieran ser y vivir como él vivió y existió: “¿Quién dice la gente que soy yo?... Y según vosotros, ¿quién soy yo?”  (8,27-30).

Al leer estas dos preguntas, ¿cómo olvidar lo que leíamos en el final de este relato: “Buscáis a Jesús de Nazaret, el crucificado. Ha resucitado… Estuvo y vivió en Galilea. Permanece allí. Buscadle allí. Allí lo encontraréis y veréis. No tengáis miedo…” (16,6-8). Galilea, la redonda tierra alrededor de su lago-mar, es ¡también! cada una de las personas que se encontró con aquel Jesús, el judío y laico tan sorprendentemente novedoso, humanizado y liberado como liberador y humanizador… Él fue aquella buena noticia que se esperaba. O, la buena noticia, el Evangelio aquel del que hablaron algunos pocos profetas de nuestro pueblo... ¡Y tan distinto!

Este hombre -su persona, su vida, su mensaje, su misión- respiró con nosotros, compartió su manera de ser y estar. Se nos apareció en cada día de su vida con nuestras vidas y permanecerá en nosotros, dentro de cada uno. Siempre. Y esto es lo que hemos vivido, y lo que nos hemos contado y escrito. Y así lo seguimos haciendo mientras respiramos y cada vez que nos lo compartimos.

Junto a esta realidad de la presencia viva de Jesús de Nazaret tan significativamente luminosa existe y convive un peligro inmenso, una tentación seductora: la divinización. Después de su acabamiento y en los días interminables de la presencia desoladora de su ausencia comenzamos a sentirlo como el único, el más bueno, el mejor, el más fuerte, el mesías, dios: “Pedro respondió: tú eres el Mesías. Entonces, entonces, entonces… Entonces Jesús les ordenó prohibitivamente que no dijeran nada de todo esto a nadie” (Marcos 8,27-30).

Los especialistas dicen que estas palabras -sobre todo ese ‘les ordenó-prohibió’- puestas en boca de Jesús son las mismas con las que se encaró frente al enfurecimiento de la tempestad en el Mar-Lago (4,39): “Cállate. Enmudece”. Estamos en el centro del Evangelio. Conocemos bien la mitad del relato. Nos queda por leer la otra mitad. Y este trabajo no es otro que re-conocer a Jesús de Nazaret en su humanidad sin caer en la tentación de hacerlo dios, el único. Ya lo advirtió la narradora MM en la primera línea: “Evangelio de Jesús, mesías e hijo de Dios”.

Carmelo Bueno Heras. Madrid, 18 de junio de 2017.

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