¡Cuánto me encantaría estar equivocado!
Ahora que no toca hablar de
'este asunto', hablaré de 'él' para pasar desapercibido y sin pena ni gloria. La
sinodalidad. Creo que ya está redactado y editado el documento que se
estudiará en el próximo mes de octubre. En tres meses no hablaremos de
otra cosa. En mis adentros me digo, meditando este asunto, que sinodalidad es
diversidad. Cuanto más de lo uno, la diversidad, más de lo otro, la
sinodalidad. ¿Están las mentes y los ánimos de las gentes de la Iglesia para
atreverse a aceptar la diversidad?
En nuestra Iglesia pesa como el plomo la estructura y mentalidad vertical y la
diversidad sinodal debe ser estructura y mentalidad horizontal. Lo vertical es
divino. Lo horizontal es humano. ¿Ambas realidades serán compatibles? En
apariencia sí. Como lo son el agua y el aceite. Basta agitar ambas para que la
apariencia nos engañe, porque al poco tiempo el agua y el aceite tenderán a ser
y estar donde siempre estuvieron. Distintas sí, pero también distantes. Habrá
ruidos sonoros de sinodalidad en los días de 'el Pilar' de octubre, pero antes
de que escuchemos las campanadas del año nuevo mientras tomamos las uvas de
diciembre los aires de la diversidad se habrán evaporado y todo volverá a ser
como era. Cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa. Aquí paz, luego la
gloria.
Imaginaré, por un momento,
que esta sinodalidad diversa en nuestra Iglesia la aplicamos al asunto, dominical,
por ejemplo, de la liturgia. Dudo que se implanten y que se arraiguen novedades
sinodales diversas. Esta sinodalidad de la diversidad se quedará, como en los
años anteriores a las mismas puertas de las iglesias de nuestra Iglesia. Y de
esto serán, una vez más, responsables y testigos el sacerdocio y la mujer. ¿El
agua y el aceite? Probablemente. ¡Cuánto me encantaría estar equivocado!
En estos días del verano del
hemisferio del norte no estaría de más pararse un momento a contemplar el
asunto de la 'señora María' con el Evangelio de la Buena Noticia entre las
manos. Lo haré a mi manera, como ya lo practico desde hace semanas. Decido
continuar el rosario mariano con las siete nuevas advocaciones de María con
su correspondiente jaculatoria. Ya me va quedando menos camino para llegar a la
última de tales advocaciones, la 366:
169. Santísima Reina y Virgen del Rosal
170. Santísima Reina y Virgen de Valtierra
171. Santísima Reina y Virgen del Magníficat
172. Santísima Reina y Virgen de la Luz
173. Santísima Reina y Virgen del Henar
174. Santísima Reina y Virgen de los Milagros
175. Santísima Reina y Virgen de las Mercedes
. Mi jaculatoria: Que me devuelvan a la señora María.
Y también esta otra:
Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.
Y nada más para este nuevo
domingo del 21 de julio de 2024.
A continuación se encuentra,
primero, el comentario del Evangelio propuesto desde el ámbito vaticano para
las Eucaristías.
Y, en segundo lugar, el
comentario del relato que nos correspondería proclamar si se leyera ordenadamente
este Evangelio a lo largo de los cincuenta y dos domingos del año eclesiástico
católico.
Carmelo Bueno Heras
Domingo 16º del TO
Ciclo B (21.07.2024): Marcos 6,30-34. Respiro, vivo y sigo escribiendo
CONTIGO:
COMPARTIR es…
En
el tercer domingo de este mes de julio (día 21) se nos leerá en las
celebraciones de la eucaristía un relato que comienza y acaba con estas
palabras: “Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que
habían hecho y lo que habían enseñado… Y se fueron en la barca a un lugar
solitario para descansar… Al desembarcar vio mucha gente, sintió compasión de
ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor y se puso a enseñarles
muchas cosas…” (Marcos 6,30-34). Todo lo que precede a este relato
(6,14-29) y todo cuanto sigue a continuación de él (Marcos 6,35-56)
¡¡¡¡¡¡¡nunca se nos leerá en este año eclesiástico dedicado a la proclamación
del mensaje según este Evangelista!!!!!!! Insólito. Incomprensible…
Y
tengo algo más que decir, o denunciar alto y claro. A partir del domingo día 28
de julio se nos tendría que leer el mensaje de Marcos 6,35ss cuando nos
habla y describe los acontecimientos a propósito de la primera multiplicación
de los panes y peces y otras varias ‘cositas más’. Todo esto es muy importante
para comprender la tarea, ¡¡¡la misión evangelizadora!!!, de su Jesús de
Nazaret por las tierras de la redonda Galilea del país de Israel.
En
lugar de estos relatos del primer Evangelio sobre Jesús, la invisible y
delicada mano manipuladora de nuestra iglesia santa y litúrgica nos va a leer y
proclamar muy despacio y para que nos enteremos bien, a su manera, el capítulo
sexto del Evangelio de Juan. Cinco domingos seguidos le va a dedicar esta liturgia
católica a la multiplicación de los panes de aquel Jesús del cuarto Evangelio.
Suelo escribir, muy intencionadamente, las expresiones ‘el Jesús de Marcos’ y
‘el Jesús de Juan’. ¿Son el mismo Jesús? Hablan y escriben del mismo Jesús,
pero con tantas y tan claras diferencias que uno no puede pasarlas por alto sin
más.
¿Por
qué la liturgia eucarística y vaticana decide silenciar ciertos relatos de
Marcos y reemplazarlos por relatos de Juan? Ante tales interrogantes nadie
responde en esta casa de la Iglesia ya sea parroquial, diocesana, nacional,
internacional y vaticana. Nadie. Sólo el silencio me resuena tan sonoro que no
puedo dejar de denunciarlo tan insistentemente. Para esta tal iglesia de mi
familia es más importante su autoridad sacerdotal que la serena libertad de la
Buena Noticia de Jesús que llamamos Evangelio. Una vez más, pesa más la
TRADICIÓN de la RELIGION que la LIBERTAD DEL EVANGELIO.
Confieso
que estas constataciones son las que me han empujado desde mucho tiempo atrás a
ser un leyente pensante de los CINCO EVANGELIOS (Los cuatro de Marcos, Mateo,
Lucas y Juan a los que se debe añadir siempre el Libro de los Hechos) Y estos
tales cinco libritos se les debe leer y contemplar en su biblioteca conjunta
que es la Biblia y sus entornos de ayer, de hoy y del futuro. Y…, ¿no comentaré
nada de ese puñado de versículos del Evangelio del 21 de julio?
Invito
a que cada leyente tome en sus manos la Biblia y busque en ella Marcos
6,30-34 y lea despacio. Y si lo tiene a bien, hágase una sentada más
prolongada en Marcos 6,34 e imagínese a aquel judío y laico Jesús de
Nazaret que constata el hambre de las gentes de su pueblo y de su tiempo,
hambre de sentido para vivir por sentirse abandonadas por sus pastores de
sábados y sinagogas, de templo y de tradiciones, de sus SACERDOTES. Me
imaginaré una vez más a este Jesús, que vive siempre en cada uno de nuestros
corazones, y que a veces respira profundo y se decide a compartir, que es
enseñar por su orden, qué es eso de la convivencia humana y humanizadora. Y
esta tarea comienza siempre por COMPARTIR, en esta cultura mediterránea, el PAN
y el VINO. Carmelo Bueno Heras. Madrid, 21 de julio de 2024.
CINCO MINUTOS semanales con el Evangelio de
Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de forma ordenada, de
principio a fin. Semana 34ª (21.07.2024): Marcos 9,38-50
En el camino que es Jesús
Recuerdo
que la narración de los acontecimientos de la llamada ‘segunda etapa del
Camino’ comenzaba en Marcos 9,30: “Iban caminando por Galilea… e iba
[Jesús] enseñando a sus discípulos”. Dije ya que se trataba de un
‘camino’ físico o material que se recorría desde la región norteña de la
Galilea hasta la ciudad de Jerusalén, en el sur del país de los judíos (ver
Marcos 10,1). Y este ‘camino’ es también el diálogo (‘el camino de la palabra’)
que se va tejiendo entre las personas que comparten la misma humana experiencia
de vivir.
En
este tan peculiar ‘camino’ que nos está brindando la generosidad de su
Evangelista encontramos un hecho, en apariencia poco transcendente, pero con
unas consecuencias o dimensiones revolucionarias inimaginables para quienes se
interrogan por las relaciones entre las gentes, las religiones y los pueblos.
Transcribo literalmente: “Juan dijo a Jesús: Maestro, hemos visto a uno que
expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros. Hemos tratado de
impedírselo porque no viene con nosotros” (Marcos 9,38).
Me
quedaré con las ganas de saber, María Magdalena, si este Juan del que escribes
en este texto es el mismo Juan que se solía sentar cerca de Jesús mientras
comíais como se cuenta en el cuarto Evangelio (Juan 13). ¿Pudo este Juan
escribir ese llamado ‘Evangelio de Juan’? ¿No era este Juan que habla
abiertamente con Jesús, como nos cuentas, el hermano de Santiago a quienes
conocíais con el nombre de los ‘atronadores’ por sus atrevidas y beligerantes
actitudes frente a quienes eran de diferente, lengua, raza, cultura o religión?
¿No estuvo presente en la luminosa, transparente y muy reciente experiencia de
la transfiguración? (Mc 9,2-8).
Según
voy caminando por los senderos de tu relato sobre Jesús voy comprendiendo mejor
que este Juan es el mismo del que hablas en Marcos 1,16-20 y del que describes
como uno de los pescadores del Lago-Mar de Galilea. Por lo que acabas de
contarnos en 9,38-40, este Juan no ha comprendido aquello de ‘pescar hombres’
para lo que le había llamado tu Jesús de Nazaret. Nos acabas de confirmar que
en vez de ‘pescar-liberar personas’ lo que acabas de constatarnos es que este
Juan es un excluidor de aquellas personas que no pertenecen a su círculo,
grupo, partido, asociación, gremio, club, cofradía, institución, comunidad,
equipo, bandera o hábito… Es un marginador de cualquiera que ‘no viene con
nosotros’.
Un
poco más adelante en tu relato, Marcos 10,35-40, vuelves a hablar de este mismo
Juan y de sus mismas pretensiones de privilegios y de poderes. Pretensiones
que, en el tramo final del camino del seguimiento de Jesús, han arraigado como
un virus entre los llamados ‘Doce’. ¿También vosotras, las mujeres del
seguimiento, pretendíais ser las primeras y las más importantes?
Ahora
voy comprendiendo las razones por las que hubo tanto sueño en aquella noche del
huerto (Marcos 14,32-52), tanto abandono de Jesús y tanta tristeza (o miseria)
humana ante él. Muy lamentable. En cambio, qué sencillo es el decir y el actuar
de Jesús de Nazaret que hablaba de compartir el agua y no hacer negocio con
ella (9,41), que hablaba de ser esa sal que saborea y sana sin ser notada. Ser
agua y ser sal de esta manera es tener y ser paz (9,42-50).
No hay comentarios:
Publicar un comentario