En un mes, estaremos de Sínodo
Dicen las plataformas
informativas que Roma está ahora en Indonesia. Buen viaje a todos y feliz
regreso a casa, como ha sido hace nada para cuantos han vuelto de sus
vacaciones. En las guerras que tenemos arraigadas no es que haya habido
vacaciones, ni tan siquiera hubo treguas. Así nos lucen las creencias
a los humanos...
Y hablando de esto, que no se
nos olvide que en un mes, cuatro semanas escasas, estaremos de
sinodalidades en un sínodo que, por fin, pondrá por escrito que todo sigue
igual, aunque el ropaje sea han explícitamente distinto, tan distinto que nos
parecerá, seguramente a más de uno, tan distante. Todo esto, dentro de un mes,
con el permiso de los laicos y de las mujeres.
Tal vez, el mensaje del
narrador de la buena noticia que es el libro de Marcos tenga razón y estemos ya
en el tiempo de la ausencia de toda ceguera y sordera. Sobre todo, de la
ausencia de toda ceguera y sordera espiritual y teológica. Pero de esto, para
dentro de un mes y unos días para poder redactar bien el relato...
Y creo que con esto ya he
dicho todo cuanto tenía que escribir para esta presentación de los comentarios
del Evangelio del domingo 8 de septiembre. Y por ser este día y estas fechas no
conviene olvidar que la virgen de julio, la del Carmen; y que la virgen de
agosto, la Asunción; tienen su tercera festividad de la virgen en septiembre,
como la muy famosa de la señora de Mamblas, entre otras.
Por esta razón, sigo
insistiendo en mis jaculatorias con las siete siguientes advocaciones
marianas...
204. Santa Madre Virgen de
Czestochowa. Que me devuelvan a la señora María.
205. Santa Madre Virgen de Altötting. Que me devuelvan a
la señora María.
206. Santa Madre Virgen de la Presentación de Natal. Que
me devuelvan a la señora María.
207. Santa Madre Virgen del Susurro. Que me devuelvan a la
señora María.
208. Santa Madre Virgen del Buen Consejo. Que me devuelvan
a la señora María
209. Santa Madre Virgen del Socorro. Que me devuelvan a la
señora María.
210. Santa Madre Virgen del Silencio. Que me devuelvan a
la señora María.
Jaculatoria: Que me devuelvan a la señora María.
Y también esta otra: Vive Jesús en nuestros corazones.
Siempre.
Y
nada más para este nuevo domingo del 8 de septiembre de 2024.
A continuación se encuentra, primero, el
comentario del Evangelio propuesto desde el ámbito vaticano para las
Eucaristías. Y, en segundo lugar, el comentario del relato que nos correspondería proclamar si se leyera ordenadamente este Evangelio de Marcos a lo
largo de los cincuenta y dos domingos del año eclesiástico católico.
Carmelo Bueno Heras
Domingo 23º TO Ciclo B
(08.09.2024): Marcos 7,31-37. Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:
Efetá, ábrete
El texto evangélico que se nos proclama en este domingo comienza
así: “En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón,
camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo,
que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano”
(Marcos 7,31-32).
Si alguna
persona tiene la sana curiosidad de releer en su biblia el relato del Evangelio
del domingo pasado constatará que se encuentra en Marcos 7,1-23. Y el
texto propuesto para este domingo lo encontramos en Marcos 7,31-37.
¿Nunca ni nadie nos dirá a los audientes de la palabra qué es lo que Marcos nos
cuenta de su Jesús de Nazaret en Marcos 7,24-30? ¿Por qué no se proclama
tal mensaje? No consigo encontrar, entre los estudiosos de la liturgia, uno que
me explique tal corte deliberado del texto. Quienes nos consideramos ‘pueblo’,
¿no tenemos las capacidades para comprender tal mensaje? ¿Se trata de un texto
peligroso? ¿Por qué?
El
relato que se nos silencia tiene que ver con ‘los perros’. Asunto curioso, sin
duda, tanto en tiempos de Jesús y también en nuestros tiempos de ahora. Tiene
que ver con ‘los perros’ y nada se dirá en él de los gatos. En tiempos del
laico Jesús de Galilea, los judíos llamaban ‘perros’, animales inmundos, a los
gentiles, es decir, a los ‘no judíos’. Ser perro es participar de la realidad
teológica del pecado. El dato de la sociología del conocimiento nos explica que
tanto las gentes judías como las gentes musulmanas consideran que estos
animales son impuros con todas sus consecuencias. ¿Perros mascotas ahora entre
árabes o entre judíos? Ni pensarlo. Basta con ser mínimamente contemplativos.
Tan
impura como los perros es también toda persona, impura de cuerpo por sus
deficiencias visuales o auditivas, parálisis, enfermedades o cualquier otro
tipo de malformaciones corporales. La raíz de la impureza era, entonces y para
la RELIGIÓN, el pecado. Y además de la impureza de cuerpo nunca hay que olvidar
la impureza de la raza (no ser judío es ser impuro) y del sexo (no ser varón es
ser impuro). Y, además, ser impuro es ser pecador por desobedecer cualquiera de
los 365 mandatos o cualquiera de las 242 prohibiciones de la LEY. Qué bien
conocía esta realidad legal el Jesús de Nazaret de aquel creyente que escribió
Juan 8,1-11: “aquel que esté sin pecado que lance la primera piedra contra la mujer
pecadora”. Nadie lo hizo. Todos pecadores.
Con
esta mentalidad de la época debe leerse Marcos 7,31-37 e imaginarse a
aquel laico de Galilea gritando ‘ábrete’. Ábrete, mentalidad cuadriculada y
estrecha. Ábrete, Religión deshumanizadora. Ábrete, tradición inamovible.
Ábrete, tierra reseca por la intolerancia. Ábrete, boca cerrada por la mordaza
esclavizadora y ruin. Ábrete, ábrete, ábrete…
Todo
esto lo explica sintéticamente este primer biógrafo de Jesús cuando acaba la
narración de este primer milagro del hombre de Nazaret: “Todo lo ha hecho
bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos” (Marcos 7,37).
Acabo
de escribir ‘este primer milagro’, porque a partir de ahora leeremos otros
cuatro milagros semejantes al realizado como apertura de oídos y lengua (Marcos
8,1-26). Dejo escrito esto por la sencilla razón de que no se nos leerán
tales milagros al sufrido pueblo de la celebración. Qué inmensa pena. ¿Acaso
nos considera la autoridad litúrgica incapaces de entender? ¿No hemos
comprendido que ‘abrir’ es compartir, liberar, humanizar?
Carmelo
Bueno Heras. Madrid, 8 de septiembre de 2024.
CINCO
MINUTOS con el Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo
completo y de forma ordenada, de principio a fin. Semana 41ª (08.09.2024):
Marcos 11,12-26.
Entró Jesús en Jerusalén y
ésta ya no lo dejó salir
Se
me ha quedado danzando entre las neuronas una expresión de Marcos 11,11: “Siendo
ya tarde”. Se trataba del día en el que Jesús de Nazaret había llegado a
Jerusalén y había entrado en el Templo. En el único Templo que, desde Salomón y
para siempre, tenía aquella religión de los judíos. Este ‘siendo ya tarde’ de
la narradora María Magdalena, ¿se refiere a las horas de luz que le quedan al
día o a los días de luz que le quedan al Templo o al tiempo de luz que le queda
a aquella ciudad?
La
pregunta y la respuesta están en Marcos 13,1-2.
Después
del relato de la entrada en Jerusalén creo que su autora nos relata tres
sucesos profundamente interrelacionados. El primer suceso: “Al día
siguiente…” (Mc 11,12-14). Se trata del curiosísimo relato del encuentro de
Jesús con una higuera que, ¿era o no era una higuera? El mensaje de ‘Que
nadie coma frutos de ti’, ¿se refiere a los higos de la higuera o a los
frutos de lo que simboliza la higuera?
El
segundo suceso: “Llegan a Jerusalén y dentro del Templo empieza a echar
fuera a los que vendían y compraban…” (Mc 11,15-19). Todos -Jesús y
quienes le siguen- llegan al Templo y parece ser que sólo Jesús entra y echa
fuera del Templo… Es el suceso en el Templo y del Templo. Un suceso con dos
acciones: echar fuera y enseñar. Cuando se leen detenidamente, se descubre que
son la misma acción. Echa fuera a quienes han convertido el Templo en una cueva
de negocios de bandidos y enseña a identificar a los responsables del negocio
de los bandidos. Para este negocio de bandidos no se construyó este Templo ni
se plantó ‘esta higuera’ en medio de la inmensa viña que era o debería ser
Israel.
El
tercer suceso: “A la mañana siguiente vieron la higuera, que estaba seca
hasta la raíz…” (Mc 11,20-26). La higuera del día anterior, higuera sí o
higuera no y lo que ella simbolizaba, se había secado en veinticuatro horas
hasta las propias raíces. La higuera maldecida se ha secado, constata Pedro.
Y
este Jesús del que nos habla María Magdalena explica con transparente claridad
que esta higuera no es otra cosa que la institución del Templo que ha llegado a
ser la cueva del negocio de los bandidos. La higuera es el Templo. Seca
ella y seco él. Sin frutos los dos y sin futuro, porque ambos tienen la sequía
abrazada a sus raíces.
Ignoro,
por no ser especialista, si Jesús de Nazaret en persona dijo en alguna ocasión
las palabras de Mc 11,23 que la escritora del relato puso en labios del
laico y galileo Jesús. Estas afirmaciones desencadenaron las reacciones que nos
permiten identificar y equiparar lo que se está contando de la higuera y del
templo. Este Jesús de Nazaret subió al Templo de Jerusalén con las mismas
pretensiones con las que se acercó, o se puede acercar una persona, a una
higuera sin ser tiempo de higos. Encontrarse con las manos vacías.
Aquella
higuera del monte de los Olivos, que crecía junto al camino de Betania a
Jerusalén, estaba completamente seca a pesar de su aparente frondosidad. Así
mismo se encontraba para este Jesús el Templo de su religión judía y de la Ley
de Moisés. Y, ¿no le sucede esto mismo a esta institución que se llama y se
cree aún la iglesia de Jesús? ¿Está seca de raíz?
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