¿Quién manda aquí?
Sin que sirva de precedente, esta vez comienzo la presentación con insistencia en mis jaculatorias a propósito de las siete siguientes advocaciones marianas...
218. Santísima Reina y Virgen de la Presentación de El
Quinche. Que me devuelvan a la señora María
219. Santísima Reina y Virgen del Sueño. Que me
devuelvan a la señora María
220. Santísima Reina y Virgen de la Rogativa. Que me
devuelvan a la señora María
221. Santísima Reina y Virgen de la Arrixaca. Que me
devuelvan a la señora María
222. Santísima Reina y Virgen del Azahar. Que me devuelvan
a la señora María
223. Santísima R. y Virgen de Limpia Concepción del Rescate
de Ujarrén. Que me devuelvan a la señora María
224. Santísima Reina y Virgen del Susurro. Que me
devuelvan a la señora María
Jaculatoria: Que me devuelvan a la señora María.
Y también esta otra: Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.
Llevo tres días de luna
llena. Llevamos, porque esta luna es tanto mía como de cada uno de los
vivientes de este mundo. De los vivientes, como los virus o los elefantes, y de
los inertes, como el oro o el canto de las carreteras. Esta luna en todas sus
formas y en cada momento es una luna de todo y de todos. ¿Cuántos años lleva de
camino? Y, ¿caminará siempre? ¿Hasta cuándo? Se lo llevo preguntando un
buen puñado de veces y siempre me responde con la sonrisa de su silencio y de
su presencia. La luna está. Dentro de unos pocos años la Altísima Santidad de
la IA (Inteligencia Artificial) nos regalará una novela autobiográfica de 'La
señora Luna y sus pequeñas historias nunca antes desveladas'.
Esta anciana señoría que es
la luna siempre está. Y tengo para mi gobierno que es ella la que manda aquí
tanto o más que el sol. Está presente en el día y en la noche. El sol no sabe
nada de la noche... Bueno, un poco, porque en los polos a veces no se esconde
en todas las horas de la jornada...
Y, llegado a este punto, me
estoy preguntando por qué hablo de la luna, del sol y la tierra. Escribo esto
porque el mensaje del relato de Marcos o de su mano inspiradora, María
Magdalena, pone en manos de su Jesús de Nazaret y de sus seguidores una
cuestión permanentemente presente entre los vivientes de esta tierra en la que
habitamos tú y yo: ¿Quién manda aquí?
Mandar implica obedecer.
¿Manda, siempre y en todo momento y lugar, uno o muchos? ¿Siempre hay uno que
está más o es más? Lo de obedecer parece estar más claro. Pero también me
vuelvo a preguntar, ¿Qué es obedecer?
La luna manda. ¿Y a todo
viviente nos toca obedecerla?
Me callo y volveré a estos
asuntos después de leer y comprender Marcos 9,30-37 y su contexto literario. ¡Y
eclesial!
Y nada más para este nuevo
domingo del 22 de septiembre de 2024.
A continuación se encuentra, primero, el
comentario del Evangelio propuesto desde el ámbito vaticano para las
Eucaristías. Y, en segundo lugar, el comentario del relato que nos correspondería proclamar si se leyera ordenadamente este Evangelio de
Marcos a lo largo de los cincuenta y dos domingos del año eclesiástico
católico.
Carmelo Bueno Heras
Domingo 25º TO Ciclo B
(22.09.2024): Marcos 9,30-37. Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:
¿Quién es el primero, el mayor, el campeón, el
director, la autoridad?
“Saliendo
de allí, iban caminando por Galilea. Él [Jesús de Nazaret] no quería que
se supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía… Llegaron a
Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntaba…” (Marcos 9,30-33). Así es
como comienza el relato del Evangelio que se nos va a proclamar en las
liturgias de este cuarto domingo del mes de septiembre.
“Saliendo
de allí”. Con esta sencilla expresión nos cuenta la mano narradora del
Libro de Marcos que su Jesús de Nazaret y los suyos abandonaron las tierras del
norte de Galilea, las cercanas al nacimiento del Jordán donde ha evangelizado
sin prisas a los suyos que desean verlo y sentirlo como el Mesías, el salvador
de todo mal, el más… Salen de estas tierras y cruzan Galilea de norte a sur
hasta acercarse a las orillas del gran Lago o Mar de Galilea para continuar la
evangelización de los suyos, que no acaban de creer qué tipo de Mesías es su Jesús
de Nazaret: “Por el camino habían discutido entre sí por saber quién de
ellos era EL MAYOR”.
Al
parecer, nos cuenta esta mano narradora, Jesús no había participado en tal
asunto o ignoraba que tal cuestión se hubiera producido mientras se caminaba de
lugar en lugar. Quien lee este relato se sorprende, como me sorprendo siempre
que leo esto, del silencio de los DOCE: “Ellos se callaron” (Marcos
9,33-34). Y es, entonces, cuando este judío Jesús comienza a hablar. Una
situación semejante a esta la encontramos en otro momento muy importante como
lo leemos en Marcos 11,27-33. Cuando las autoridades del Templo se
callan ante la pregunta del propio Jesús… Ante esto, me digo: ¿qué me sucede
cuando este Jesús en quien me digo que creo me interroga? ¿Se calla él? ¿Me
inquieto yo? O, ¿en mis adentros se despierta una parábola a modo de imagen que
me mira cuando me miro en un espejo?
Y, ahora,
confesaré que cuando realizo este ejercicio de lectura y meditación, como un
aprendiz semejante a uno de esos DOCE, siento que se me despierta la melodía de
una canción titulada ‘Tú me enseñaste a volar’, que tiene como autor, de la
letra, a Pedro Mª García Franco y como autor, de la melodía, a Maximino
Carchenilla González.
¿En qué
ámbitos educativos no se conoce esta canción? Ámbito educativo es una escuela,
cierto, pero también lo es un rincón, una calle, un cementerio, un sendero, un
campo de juego, la era, el desierto, el río, una fronda, una mesa, la taberna,
el auditorio, la casa de citas, un huerto, la pradera, una guitarra, un
micrófono, un quirófano, la sala de espera, tres piedras, un monte, una
hornera, y cualquier tipo de banco o banca… ‘Tú me enseñaste a volar’; ¿quién a
quién?, me pregunto para comenzar a hilvanar una parábola humana y
humanizadora.
Y junto a
la expresión anterior de ‘Saliendo de allí’ quiero colocar otra y es ésta: ¿quién
es el mayor? Me parece una pregunta que no hay que menospreciar jamás. Me
parece una pregunta siempre oportuna y necesaria. Se trata de saber, ¿quién es
el jefe, el que manda, el propietario, el más importante, el responsable…? Se
trata de saber, ¿quién está más arriba, quien es el más sabio, el más fuerte,
el más rápido, el más dotado, el plus…? Se trata de saber, ¿quién es el mesías,
el salvador, el presidente, el primero, el primado, el papado, el elegido, el
único…? Cuando escribo ‘el’… también estoy escribiendo ‘la’. Estamos hablando
de personas. Para respondernos como este Jesús de Nazaret nos sugiere debemos
seguir la lectura de Marcos 9,38 hasta el 10,31. Esta misión de ‘ser
mayor’ es necesario tomársela sin prisas ni pausas. Seguiremos aquí y en esto
en las próximas semanas. ¿Qué es ‘ser MAYOR’? O, ¿’ser menor’?
Carmelo
Bueno Heras. En Madrid, 22 de septiembre de 2024
CINCO
MINUTOS con el Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo
completo y de forma ordenada, de principio a fin. Semana 43ª (22.09.2024):
Marcos 12,13-34
Fariseos, herodianos,
saduceos y escribas: peligrosas identidades religiosas.
En
una lectura, aunque sea superficial, del capítulo duodécimo del llamado
Evangelio de Marcos se constata sin demasiado esfuerzo que la propuesta
evangelizadora de Jesús nada tiene que ver con un plan orgánico y sistemático
tanto en los contenidos como en las tareas o experiencias o en los períodos de
tiempo y en sus agentes. Su buena noticia fue en Jerusalén una sola: aquel su
Templo que se decía, creía y conservaba como la casa de Dios, era la casa de
todos y para todos y para todo.
Y si
no era esto y así, era mejor que desapareciera no por medio de bombas
destructivas, sino por la decisión de cada judío o de cada persona (11,23). No
hay otro Templo que cada persona y en su sociedad, como ya lo había anunciado
aquel viejo profeta a quien solía consultar el rey David sus delirios de
grandeza como eran, entre otros, el construirle un Templo a Dios (2Samuel 7).
Creo con María Magdalena que a su Jesús le leyeron este relato en la sinagoga.
Este
Evangelio del Jesús de la Evangelista de Marcos fue rechazado por los Sumos
Sacerdotes del Templo y de la Religión judía, los Ancianos y los Escribas
(11,27-33). Esta terna usurpadora del Sanedrín de los setenta y dos
representantes del pueblo ante Yavé se habían convertido en los corruptos
viñadores homicidas (12,1-12). Seguramente este proceder prepotente y ostentoso
era muy conocido en tiempos de Jesús, pero nadie se atrevía a denunciarlo.
“Envían
donde Jesús a algunos fariseos y herodianos para cazarle en alguna palabra” (12,13-17).
Estos fariseos y herodianos eran los mismos que ya conocemos muy bien desde los
hechos de la sinagoga de Nazaret cuando Jesús colocó en medio de ella al hombre
del brazo y mano atrofiados. Desde aquellos sucesos, estos tipos ya habían
decidido matar a Jesús (3,1-6).
“Se
le acercaron unos saduceos, que niegan la existencia de una resurrección, para
preguntarle…” (12,18-27). Estos ingenios interesados sólo aceptaban lo
explícitamente escrito en la Ley. Y en ella, nada se hablaba de la resurrección
de los muertos. Este hábil Jesús de Marcos les argumenta a aquellos tipos con
la Escritura de la Ley en la mano. Precisamente el diálogo interior de Moisés
consigo mismo y con los dioses que le habitaban (Éxodo 4). Al Yavé en quien
cree Jesús sólo le importa la persona y que ésta viva. Siempre. Para este Jesús,
aquellos saduceos estaban equivocados y nadaban en el error.
“Uno
de los escribas había visto y oído cómo Jesús se había manifestado con sus
enemigos saduceos de siempre. Éste se acercó y le preguntó con inusitado
interés: ¿cuál es para ti, Jesús, el primero de todos los mandamientos?... Y
nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas” (12, 28-34). Según el relato
de este encuentro, aquel escriba parece que contestó con sensatez y no andaba
lejos del Reino.
La
Religión de la Ley y de su Templo estaba centrada en la ofrenda de sacrificios
y sacrificios y sacrificios… a Dios en el altar que se creía que Dios miraba,
olía, tocaba y comía hasta sentirse satisfecho y dispuesto a perdonar el pecado
del pecador arrepentido y oferente. Bien lo sabía aquel escriba. Pero había
aprendido de Jesús que todo esto nada valía tanto como el amor.
Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 17 de septiembre de
2017
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