domingo, 1 de diciembre de 2024

El amigo es él - 01.12.2024. Domingo 1º de Adviento C: Lucas 21,25-28. 34-36 (Todo el pueblo madrugaba para oír a Jesús en el Templo (¡¿¿¿¿¿………..???????!)) y CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas (Semana 1ª (01.12.2024): Lucas 1,1-4 Objetivo: Resucitar a Jesús de Nazaret).

 El amigo es él.

Ahora es sábado. Radiante día de otoño por esta tierra de Madrid, la del oso y el madroño. Los frutos de este árbol están en su punto y ya le quedan pocos a los pocos madroños de la ciudad de Madrid y de sus alrededores.
Mañana será domingo, el primero del mes de diciembre y el primero también del tiempo del Adviento. Y desde las tierras de Francia se volverá a recuperar la tradición litúrgica de la corona de las cuatro velas, iguales de tamaño o distintas de color.
Cuatro etapas nos quedan por recorrer hasta llegar a Belén.
Y recuerdo otra realidad que nadie olvidará por su desmesurada magnitud... Esta Navidad del 2024 será la Navidad de la dana. También será así este nuevo Adviento de los hechos de la liturgia. Nos encontramos en el tiempo de la Iglesia.
Confesaré, a estas alturas de la presentación de estos comentarios, que mi adviento ya es Navidad. Me digo, con mucha frecuencia ya, que Jesús vive en nuestros corazones. Y si vive es porque ya nació. Y si nació no es preciso ya esperar que lo vuelva a hacer de nuevo. 
¿Vendrá, el...? Él está. Vive. Permanece. Siempre.
Él es el amigo. O tal vez sea mejor decir que 'el amigo es él'.
Si se lo cree uno así, ya está todo dicho. Punto y seguido hasta el final.
Y con todo esto ya escrito creo haber despertado el gusto por la lectura del Evangelio de la semana y podemos volver sobre las advocaciones marianas que algún día nos devolverán a la señora María, la de José y Jesús. Y en ello sigo y estamos, que aún nos queda camino para completar las 366 teselas del mosaico:

Mi jaculatoria segunda: Que me devuelvan a la Señora María.

Mi jaculatoria primeraVive Jesús en nuestros corazones.

 

Siempre.

Y nada más para este nuevo domingo del 01 de diciembre de 2024.
A continuación se encuentra, primero, el comentario del Evangelio propuesto desde el ámbito vaticano para las Eucaristías. Y, en segundo lugar, el comentario del relato que nos correspondería proclamar, si se ha de comenzar a leer ordenadamente el Evangelio de Lucas a lo largo de los cincuenta y dos domingos de este año eclesiástico católico. 
Felices días de la recta final del año 2024. Carmelo Bueno Heras
  

01.12.2024. Domingo 1º de Adviento C: Lucas 21,25-28. 34-36. Leo y escribo CONTIGO:

Todo el pueblo madrugaba para oír a Jesús en el Templo (¡¿¿¿¿¿………..???????!)

El primer domingo de Adviento es el comienzo del nuevo año eclesiástico. Muchos se llenarán la boca diciendo que será el año de la lectura del Evangelio de Lucas, el del Ciclo C. ¡Pues bien empezamos! Tomo nota de la cita, capítulo 21 y desde los versículos 25 al 36. Pero se prohíbe la lectura de los versículos 29 a 33 y 37-38. Parece casi un acertijo de números. Mirado con paciencia en el relato de Lucas todo resulta más sencillo. Yo he hecho la prueba y me he leído completo este capítulo. Y, ¿sabes qué me llamó la atención muy poderosamente? Una nimiedad, sin duda. Este evangelista sitúa a Jesús dentro del Templo de Jerusalén mientras enseña no sólo a sus seguidores, sino a todo el pueblo y con mucho éxito: Todo el pueblo madrugaba para oírlo... (v. 38). En cambio, hace quince días se leía este mismo acontecimiento en Marcos y este evangelista situaba a Jesús ya fuera del Templo y sólo acompañado por sus seguidores (Mc 13). ¿Cómo fue esta cosa? Como tú y yo nos la queramos imaginar, pero en todo caso la denuncia de Jesús sobre el templo está meridianamente clara.

 

La primera parte de este texto es sobrecogedora (versos 25-28). ¿Puedo decir que aterradora?: Los hombres se morirán de terror y ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo (v 26). Esta realidad va a ser la señal del comienzo de la liberación (v 28). Tendrá que explicármelo alguien del Magisterio Vaticano con inspiración del Espíritu Santo garantizada, porque después de una muerte así, me pregunto, ¿de qué liberación se está tratando? ¿Se refiere Lucas a esa liberación que ocurrirá después del juicio definitivo tras el acabamiento de este mundo? No me puedo creer, ni por un segundo, que este Evangelista nos hable de este miedo terrorífico cuando nos escribió tan cariñosamente (capítulo 15) sobre la inmensidad de la ternura de un padre frente al hijo más deshumanizado que uno se pueda imaginar.

 

Y ese ‘Hijo del hombre’ (v 31 y 36) de tan inmensa gloria y poder no puede ser el Jesús de Nazaret del que nos habló este Evangelista desde el capítulo 4,16-22. El primero y central mensaje de este hombre fue la buena noticia del Dios en quien creía: un Dios bueno, gracioso, misericordioso, entrañable…, nunca juez ni castigador. Y por defender y sostener esta experiencia de fe arriesgó toda su vida frente a la religión del templo, del sacerdocio y de su propio pueblo judío. Arriesgó y perdió hasta ser crucificado y silenciado para siempre en el sepulcro de los muertos.

 

¿No es el Adviento la espera de alguien que llega? ¿Quién va a llegar, a quién espero? Si escucho el mensaje del evangelio que me propone la sapiencia litúrgica vaticana, me horrorizo. ¿Va a llegar un poderoso Hijo del hombre con la gloria del juez que castiga hasta la menor mancha de mal? Si es así, antes de comenzar este Adviento, abandono la espera.

 

¿Tan inoportuno hubiera sido proclamar, para este inicio del Adviento, el texto de Lucas 1,1-4, justo el comienzo de su Evangelio?: ‘Muchos y en diversas ocasiones han contado la buena noticia de Jesús de Nazaret, el hombre aquel de Galilea que aprendió a hacer bien y buenas todas las cosas. Yo las he leído y escuchado atentamente durante años y me he animado a escribir también mi relato o la respuesta a esta pregunta: ¿Quién es Jesús de Nazaret para mí? Y lo dejo en tus manos, amiga-amigo, como el mejor de mis regalos. Lee, medita, interpreta y cuando quieras nos sentamos en la mesa y -con pan, vino y tiempo- dialogamos hasta que nos levantemos para seguir caminando, que es el vivir’ (Lucas 1,1-4). ¿Se atreve alguien a iniciar y mantener este diálogo con quienes nos sentimos a gusto con un Jesús de Nazaret de carne y hueso y no tan divinizado que deja de ser humano? Hasta la semana que viene.

Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 29-12-2015; y en Madrid, 01-12-2024.


CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo completo, ordenadamente y desde el principio hasta el final. Semana 1ª (01.12.2024): Lucas 1,1-4

Objetivo: Resucitar a Jesús de Nazaret

En el primer domingo ‘oficial’ del año nuevo de la iglesia romano-vaticana comienzo los comentarios que iré escribiendo semana tras semana del Evangelio de Lucas a cuyo autor se le representa con la imagen de un toro, como se describe en la visión de los cuatro Vivientes que se transcribe en Apocalipsis 4,6-7. Este toro, según explican muchos investigadores, evoca la presencia de los sacrificios de animales en el altar del tempo de Jerusalén. En este ámbito del templo de Jerusalén comienza y acaba el Evangelista la narración de su Evangelio (1,5 y 24,53).

 

Sin embargo y muy curiosamente, antes de comenzar su relato sobre Jesús de Nazaret, este Evangelista, y nadie más que él, nos ha dejado un texto breve a modo de prólogo con la clara intención de ser una adecuada guía para todo lector que decida leer esta narración. Por ser tan breve y, a la vez, tan preciosamente literaria como teológica la copio aquí completa.

 

“Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido” (Lucas 1,1-4).

 

Así es como ha comenzado este Evangelista la narración del acontecimiento llamado Jesús de Nazaret (primera parte de su obra, el Evangelio) y la narración de lo que vino después de la vida y el mensaje de este hombre en el acontecimiento de sus seguidoras y seguidores (segunda parte de su obra, Los Hechos de los Apóstoles).

 

El Evangelista confía su obra completa en las manos de una ilustre persona llamada Teófilo, que para muchos investigadores no se trata de una persona real y única, sino que simboliza y representa a todos cuantos lectores desean ser o hacerse como ese tal Teófilo (del griego ‘filo’ amigo o buscador de ‘Teo’, dios). En este caso, tú y yo y el otro y todo lector de este Evangelio es el destinatario de la obra del Evangelista. Este Evangelista se fía de nosotros y nos confía el testimonio de su propia experiencia de fe en Jesús de Nazaret.

 

Este Evangelista a quien llamamos Lucas se preguntó en su tiempo la misma pregunta que se hicieron sus contemporáneos y sus predecesores: ¿Quién fue aquel Jesús de Nazaret? Esta misma pregunta fue la que dio origen al llamado Evangelio de Marcos. Y fue también la pregunta que en más de una ocasión se hizo seguramente el inquieto judío que nació y vivió fuera de la tierra de Israel, en la diáspora, y que se llamaba Pablo de Tarso (ciudad de la actual Turquía).

 

Esta es la misma pregunta que tú y yo nos debemos de hacer siempre si deseamos saber y saborear ¿quién es para mí aquel Jesús de Nazaret que acabó condenado, crucificado y sepultado por la autoridad religiosa de la Ley de Moisés y del Templo de Jerusalén? Creo que siempre que actuamos así resucitamos la vida de aquel martirizado, resucitamos la presencia de aquel abandonado y resucitamos la misión y la palabra de aquella voz reducida al silencio.

Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 3-12-2017.

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