domingo, 22 de diciembre de 2024

FeNa - LizVidad. - 22.12.2024. Domingo 4º de Adviento C: Lucas 1,39-45 y CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas (Semana 4ª (22.12.2024): Lucas 1,39-56. La llamada Visitación de María a Isabel

FeNa - LizVidad.
La flexibilidad de una lengua como el español o castellano me permite elaborar juegos como el que acabo de escribir y acabas de leer. Una curiosidad infantil que la aprendemos a recitar desde las primeras navidades, años nuevos y reyes de nuestra vida. Y desde entonces no habrá forma de borrar o erradicar tales huellas. Se diga como se desee, todos sabemos bien el alcance y significado de tal expresión: Feliz Navidad y próspero año nuevo.
Semana a semana, los cuatro domingos nos han traído en volandas la fecha del cumpleaños de un niño que habría cumplido dos mil veinticuatro, más o menos. De las precisiones del tiempo nada sabe nadie y, por ello, toda opinión es aceptable, respetable, valorable... 
De estos asuntos, explícitamente, nada se nos cuenta en las cuatro biografías de los cuatro Evangelios. La manera de hablar y escribir de estos entendidos y respetados biógrafos de Jesús de Nazaret se le llama 'mítica, mágica o simbólica'. Es decir, tratan de hablar de un asunto cuya realidad material ocurrió aunque siempre seguirá siendo desconocido cómo sucedieron los acontecimientos. María y José fueron los padres de Jesús y a esta humana trinidad se le llama la familia de Nazaret. 
Tú y yo podríamos seguir hablando de estos asuntos día tras día desde ahora mismo hasta dentro de un año... Alguna vez tendremos que aprender cada uno a Ver el fenómeno de la navidad, Valorar los hechos en torno a la Navidad y Tejer nuevas relaciones humanizadoras entre los humanos.
Con estas razones en la mente y el corazón, no dejo en el olvido mis jaculatorias que, como estrellas brillantes, iluminan mis pasos dentro de la casa de este Cosmos universal y único: 
Junto a esta jaculatoria me sigo identificando con esta otra que voy repitiendo como un nuevo mantra litúrgico: Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.
Nada más ya para este nuevo domingo del 22 de diciembre de 2024.
A continuación se encuentra, primero, el comentario del Evangelio propuesto desde el ámbito vaticano para las Eucaristías. Y, en segundo lugar, el comentario del relato que nos correspondería proclamar, si se ha comenzado a leer ordenadamente el Evangelio de Lucas a lo largo de los cincuenta y dos domingos de este año eclesiástico católico. 
Felices días en la recta final del año 2024. Carmelo Bueno Heras

22.12.2024. Domingo 4º de Adviento C: Lucas 1,39-45. Leo y escribo CONTIGO estos comentarios en vísperas de Navidad.
En la etapa cuarta y última del Adviento, el programa evangelizador de la liturgia vaticano-católica nos presenta a María, la madre de Jesús. Sería muy extraño que no se hubiera dicho nada de la madre antes del día 25, el del nacimiento del hijo. La cuarta vela encendida en este tiempo de espera es la luz de la mujer que está a punto de ser madre. Para celebrar esta situación tan humana, los entendidos de la liturgia de la misa eclesiástica seleccionaron la narración de ‘La Visitación de María a Isabel’ que cuenta, en exclusiva, el evangelista Lucas en 1,39-45. Sin embargo, ¿cómo se comprenderá este encuentro si no se ha leído nada de lo que anteriormente escribió el evangelista?
Y así nos va a tener la liturgia de la palabra en las eucaristías hasta el próximo diez de enero, domingo a domingo. Y en tantos domingos nunca sabremos bien en qué momento de la narración de los hechos de la Infancia de Jesús nos encontramos. Una vez más me lo estás leyendo: esto es un atentado de terror contra la obra, el mensaje y el sentido del llamado Evangelio de Lucas.
Sobre este asunto, todo sería muy sencillo si en siete domingos (cuatro del Adviento y tres después de la Navidad) se nos leyera ordenadamente el relato que escribió este Evangelista desde el capítulo 1,5 hasta el capítulo 3,38. No me pilla de nuevo este desorden litúrgico y, por ello, me volveré a quedar en casa, o en la única casa de todos que es este mundo nuestro, releyéndome despacio esta narración de Lucas tan sugerente y tan llena de preciosas experiencias de fe en la persona de Jesús de Nazaret. Sé que esta lectura me volverá a descubrir que el narrador nunca deseó contar hechos que sucedieron en la historia tal cual los está contando. Bajo el ropaje de este lenguaje habla el mensaje de la experiencia de la fe.
Con la precisión de la obra de arte y en el breve relato de este domingo, Lucas nos habla de dos mujeres. Una, Isabel, es esposa estéril y anciana de un Sumo Sacerdote que habita en la región de Judea con capital en Jerusalén. La otra, María, es una sencilla y joven mujer que habita en un desconocido pueblo de la región norteña de Galilea. Y las dos mujeres se encuentran, se acogen, se hospedan, se aceptan, dialogan… ¡y se descubren que son madres! ¡Sorprendentemente madres! ¡Irregularmente madres! Y según la Ley de Moisés, ¿pecadoramente madres?
En el hijo de Isabel se irá acabando el sentido y el proyecto de toda una religión como la del pueblo de Israel, que fue naciendo desde las raíces de Abrahán por el tronco de Moisés y hasta las ramas de David. Su hijo, Juan, abandonará el templo de Jerusalén con su altar para los rituales de los sacrificios y de las purificaciones de la inmensidad de pecados de hombres y mujeres de este pueblo. En el hijo de María se despertará una nueva sensibilidad tan entrañablemente humana como la habían adelantado algunas profecías de la vieja historia de este pueblo. Su hijo, Jesús de Nazaret, abrirá jirones en el cielo de los dioses para que este único universo sea la casa única de todos los vivientes y para siempre (Lucas 3,21-22). Para todos y para siempre.
Con Isabel, la madre de Juan, la vieja religión judía enmudece. Se calla, desaparecida, para escuchar la voz nueva de la madre nueva que crece, habla, proclama, danza y canta (Lucas 1,46-56). Con María, la madre de Jesús de Nazaret, la nueva fe se abre paso como un río de vida y de futuro irresistible e incontenible. No se sabe cuándo comprendió María todas estas decisiones de su hijo. Lo que sí nos cuenta Lucas es que Jesús tenía unos treinta años (desde los doce se era entonces un adulto, Lucas 3,23) cuando tuvo muy claras sus opciones de vida para él y para cuantos desearan vivir como él, fuera del templo y del sacerdocio de su pueblo (Lucas 2,41-52). Estas narraciones de Lucas son palabras mayores y se necesita tiempo de lectura y… ¡libertad! para asumirlas. Feliz Navidad 2024.
Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 20.12.2015 y en Madrid, 22.12.2024.

CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo completo, ordenadamente, y desde el principio hasta el final.Semana 4ª (22.12.2024): Lucas 1,39-56. La llamada Visitación de María a Isabel
La tercera pieza del que he llamado ‘puzle narrativo de la infancia de Jesús’ que nos cuenta Lucas en su Evangelio suele titularse ‘La visitación’ (Lc 1,39-56): “En aquellos días [es decir, a los seis meses del anuncio del ángel Gabriel al anciano sacerdote Zacarías] se levantó María y fue enseguida a la región montañosa y a una ciudad de Judá, entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel… María permaneció con ella unos tres meses y se volvió a su casa”. He copiado sólo la primera expresión con la que se abre este relato y la última, con la que se cierra y acaba. La línea del tiempo es una de las claves para comprender el mensaje de este relato mítico de Lucas. Se anunció el nacimiento de un niño que se llamará Juan. Y a los seis meses se anunció el nacimiento de otro niño que se llamará Jesús. Las madres respectivas de estos niños comparten tres meses de sus vidas: los tres últimos del embarazo de Isabel y los tres primeros del embarazo de María.

¿Qué se contaron estas dos mujeres en aquellos tres meses de convivencia? ¿Qué hicieron la una y la otra en aquella montañosa ciudad de Judá y en la casa de Zacarías? ¿Fueron meses de invierno o de verano, de otoño o primavera?... Estos y otros interrogantes le interesan mucho a un lector crítico porque desea conocer la historia de todo lo que realmente sucedió o pudo suceder. En cambio, para quien cuenta un mito estas preguntas carecen de valor o son intranscendentes. Cuando leemos esta narración tan mítica como simbólica nos sorprenden mucho las palabras que el narrador y evangelista pone en boca de una y de otra mujer. No le importa si esas palabras las dijo realmente o no cada una de ellas. El autor pone en sus bocas estas palabras porque en ellas desea contar lo que cree y desea que crean los lectores de su relato. En estas palabras, podría decirse, se descubren las intenciones profundas del narrador.

De las palabras de Isabel (Lc 1,42-45), que las dijo alzando mucho la voz, me quedo ahora con la primera bienaventuranza que este Evangelista pone en labios de esta mujer: feliz, dichosa, bienaventurada por confiar, acoger y creer que se cumplirán las promesas que el pasado puso en boca de Gabriel el intermediario de Yavé, el Dios de Israel (según se lee en Daniel 9,20-27).

Y en boca de María este Evangelista colocó una plegaria que hilvanó a partir del ‘Cántico de Ana’ que puede leerse completo en el primer Libro de Samuel 2,1-10. Las dimensiones nacionalistas de la religión de Ana y del viejo pueblo de Israel no han desaparecido de las expresiones que le nacen en los adentros a esta María del Evangelio de Lucas: “Desde ahora, todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque el Poderoso ha obrado en mí maravillas. Su nombre es Santo… Desplegó la fuerza de su brazo… Dispersó a los soberbios… Derribó a los potentados de sus tronos… Acogió a Israel, su siervo…” (Lc 1,48-54).

La proclamación literal de estas expresiones hiere, por expresarlo con delicadeza, la sensibilidad humanizadora que nos hace a los seres humanos cercanos y no enfrentados, reconocidos y no rechazados… ¡Cuánta tarea liberadora le queda por delante al nuevo mesías! Feliz Navidad 2024.
Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 24.12.2017.


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