lunes, 19 de mayo de 2025

Textualmente, Juan 13,35, sin necesidad de más interpretaciones - 18 de mayo. Domingo 5º de Pascua C: Juan 13,31-35. (El único mandamiento de Jesús de Nazaret, según el evangelista Juan) y CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas (Semana 25ª (15.05.2025): Lucas 8,22-39. En la barca de los seguidores de Jesús de Nazaret).

 Textualmente, Juan 13,35, sin necesidad de más interpretaciones.

Si os amáis los unos a los otros, todo el mundo conocerá que sois mis discípulos. Así es como nos evangelizó aquel Jesús de Nazaret del Evangelista Juan cuando nos escribió su Evangelio en la última década del siglo primero de nuestra era. 


Comentario primero para el domingo 18 de mayo

2025, 18 de mayo. Domingo 5º de Pascua C: Juan 13,31-35. Leo y escribo Contigo:

El único mandamiento de Jesús de Nazaret, según el evangelista Juan

En este nuevo domingo de pascua, se proclama bien alto en todas las eucaristías uno de los relatos más novedosos de la literatura de todas las religiones. Y escribo ‘uno de los más novedosos’ para dejar la puerta abierta a que pueda haber otro más excelsamente sublime. El evangelista Juan afirma que el mandamiento nuevo de Jesús es su único mandamiento. Afirmado con toda naturalidad y limpieza, libre de cualquier otra contaminación. La religión de Jesús de Nazaret tiene un solo mandamiento: amaos unos a otros (Juan 13,31-35).

 

No hay diez, ni siete, ni seiscientos trece, ni mil cuatrocientos quince… No hay más mandamientos, ni exhortaciones, ni prohibiciones. Solo uno. Para siempre. Para todos. El mandamiento del sentido común y del pleno sentido humano. Para Jesús, según este Evangelio de Juan y su Evangelista, no hay más religión que la de amarse unos a otros. Ni católica, ni ortodoxa, ni judía, ni azteca, ni musulmana, ni norteña, ni sureña, ni occidental, ni de color, ni democrática, ni jerárquica, ni de Moisés, ni de Buda, ni de Catón, ni de Confucio… Amarse unos a otros es toda religión y todas las religiones.

 

Y este relato de Juan 13,31-35 guarda otra sorpresa añadida. No es sencillo caer en la cuenta. Voy a tratar de explicarme bien. Y espero que cada lector se atreva a leer muy despacio y con profundo sentido de la admiración contemplativa. Este texto está escrito en medio del anuncio de una doble traición a Jesús de Nazaret realizada por dos de sus discípulos o apóstoles, Judas y Pedro. Curiosamente los apóstoles nombrados siempre el último y el primero de los Doce. Es decir, que a Jesús le fueron traicionando todos hasta quedarse solo frente al poder de la autoridad del Templo.  Me sobrecoge esta constatación del Evangelio.

 

Que nadie se fíe de mí, pero que se atreva a leer con la delicadeza de los ojos bien abiertos: Juan 13,21-30 anuncia la traición de Judas; Juan 13,31-35 narra el único mandamiento de Jesús; y, por fin, Juan 13,36-38 anuncia la traición de Pedro. Entre una y otra traición se encuentra la propuesta de Jesús, su mandamiento, su única religión: amaos unos a otros.

 

La sorpresa se hace mayor aún al constatar que este esquema de las dos traiciones está también presente en cada uno de los tres evangelios sinópticos. Y entre ambas traiciones, estos tres evangelistas cuentan noticias de Jesús y de los suyos que habría que equipararlas en importancia al único mandamiento.

 

Entre ambas traiciones a Jesús:

Marcos 14,17-31 coloca el relato de la cena de Pascua de Jesús y los suyos (hombres y mujeres) con las palabras de ‘Tomad, esto es mi cuerpo’ y ‘Esta es mi sangre’. Sin embargo,

Lucas 22,21-34 coloca el relato del sorprendente enfrentamiento entre quienes comen-cenan con Jesús de Nazaret por dejar bien clarificado quién es el primero y el más importante.

Mateo 26,20-35 sigue a Marcos y se atreve a añadir ‘el perdón de los pecados’.

Y por fin, para el cuarto Evangelista, el ‘amaos unos a otros’ de Juan 13,35 es tan importante como el ‘hacerse servidor de los abajados’ y tan semejante y tan sacramento como el ‘tomad, comed y bebed’ que se nos dice en el dogma que es la institución de la Eucaristía.

 

Nos encontramos con cuatro maneras semejantes de identificarse con Jesús de Nazaret. Aceptarlo así, ¿no es una grandiosa revolución liberadora?

Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 24.04.2016. También en Madrid, 18.05.2025


Comentario segundo para el domingo 18 de mayo

CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo ordenadamente y desde el principio hasta el final. Semana 25ª (15.05.2025): Lucas 8,22-39.

En la barca de los seguidores de Jesús de Nazaret

Sigo leyendo a Lucas en su narración de la evangelización de su Jesús de Nazaret por las tierras de la región galilea, el norte de Israel, cuando todo esto eran dominios pertenecientes a la llamada provincia romana de ‘Siria-Palestina’ o siropalestinense. ¿Conviene recordar esto? Sí.

 

Este contador de la historia es tan preciso que comienza así de imprecisamente la acción de su protagonista: “Sucedió que cierto día subió [Jesús] a una barca con sus discípulos y les dijo: pasemos a la otra orilla del lago” (Lucas 8,22). No quiero dar nada por supuesto y recuerdo que entre esos discípulos ya están María Magdalena y otras mujeres seguidoras (8,1-3). Todas y todos han sido oyentes de la buena noticia de las parábolas del Evangelizador (8,4-18).

 

En aquella barca, que navega de oeste a este por el lago-mar de Galilea, están el laico Jesús y todos ‘sus parientes’ por haber sido los ‘oyentes de sus palabras’ y haberse atrevido a estar con él, como bien lo hemos constatado los lectores en 8,19-21. Para este Lucas, ésta es ahora ‘la barca de Jesús’. La barca de los hombres y mujeres de Jesús.

 

Para muchos, Lucas debiera haber escrito en estos versos de la travesía del lago la palabra iglesia. Pero no fue así. No está en este relato de Lucas.

 

En cambio, lo que sí está escrito, contado y transmitido es una borrascosa tempestad (8,23-25). Cuando leo estas cosas no olvido que también sucede otra semejante ‘tempestad violenta’ en la cena última de este Jesús con los suyos (Lucas 22,19-34). Borrasca, tempestad, altercado, enfrentamiento. En el mar de Galilea y en la tierra de la sala de la cena en Jerusalén. Jesús y los suyos. Jesús duerme en la tempestad del mar. Jesús escucha el altercado de la cena.

 

Y en ambos escenarios del mar y de la cena, la calma llega cuando Jesús evangeliza. Cuando Jesús deja salir de sus adentros palabras de ‘sentido común’ que enmudecen las pretensiones ocultas de quienes dicen que le conocen, pero no es así: ¿Quién es éste?

 

“Llegaron a la región de los gerasenos, que está frente a Galilea” (8,26). Y me sorprende que este contador de las cosas nos haya escrito, tan bien, esto otro: “Él [refiriéndose sólo a Jesús], subiendo a la barca, regresó” (8,37). Creo comprender correctamente el relato si me digo que ‘regresaron al lugar de donde habían partido’ en la orilla occidental del lago. Y digo regresaron, porque en la barca estaban ellas y ellos, todos los seguidores de Jesús, que parece ser que permanecieron en ella mientras Jesús, fuera de la barca, evangelizaba con el ‘Legión’ (8,27-37).

 

Todos los hombres y mujeres de ‘la barca de Jesús’ tenían el miedo agarrado en sus entrañas por el asunto de la tempestad, primero; y después, por la evangelización realizada por Jesús en la región gerasena. ¿Evangelización? Sí, porque ‘el Legión’ desnudo y marginado a vivir en los sepulcros con los muertos (8,27) acabó transformado en persona sentada junto a Jesús, vestida y con las neuronas en su sitio y en sus funciones. ‘Sentada’ como María en Lc 10,38-42.

 

Siempre que leo este relato del Legión geraseno en cualquiera de los Evangelios sinópticos, me pregunto por ‘el qué’ y ‘el cómo’ de la Evangelización realizada por el galileo y laico Jesús de Nazaret. Y no me imagino otra evangelización que el abrazo compartido, inmenso. Entrañable.

Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 20.05.2018. También en Madrid, 18.05.2025

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