domingo, 11 de mayo de 2025

Todo el pescado vendido, o casi - 2025, 11 de mayo. Domingo 4º de Pascua C: Juan 10,27-30 (Cuando a un texto se lo saca de su contexto siempre es por algún pretexto) y CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas (Semana 24ª (11.05.2025): Lucas 8,1-21. ¿Los siete demonios de María Magdalena?).

 Todo el pescado vendido, o casi.

Para mí, ahora es viernes cuando escribo esta presentación. Y desde ayer jueves, más o menos a esta hora, todo estaba ya decidido y, como se diría en la rúa, todo el pescado quedó vendido. Podemos irnos en paz. En menos de una semana hemos contemplado a Francisco muerto, despedido y sepultado. E inmediatamente y en la misma semana, León XIV el agustino elegido, presentado y aclamado. Por todo ámbito donde se respira, se sabe ya la vida y milagros del nuevo preboste (Prevost Martínez), cabeza visible de la eclesialidad cristiana romana y vaticana. Como esto es un hecho, me ahorro ahora tener que compartir lo que Tik Tok y otras plataformas ya airean y valoran con la anuencia de la privacidad más publicada que uno pueda imaginarse.
En unos cien días, arriba o abajo, podremos hacernos una idea, u opinión, más ajustada. Cien días, como cien palabras, como cien imágenes, como cien colores... Será entonces por estos lares del occidente y norte del mundo tiempo de veraneo.
Por ahora, sigamos con la tradición floral del mes de mayo. Primavera.
Por ahora, sigamos con la tradición litúrgica de la vida. Tiempo de Pascua.
Por ahora, sigamos.
Por unos días, las plataformas de la comunicación entre los vivientes se han olvidado 'casi' por completo de las armas y las guerras, de la miseria, la migración y el hambre.
Así nos estamos acostumbrando a ser la viva imagen de una humanidad tan desfigurada como deshumanizada.
Es el tiempo, me parece, de reconocerse 'poquita cosa', como hormigas del hormiguero y abejas de la colmena, más o menos.
Importantes todos y vulnerables. Tiempo de dejar ser al otro... ¡persona!
No deseo componer titulares en estos momentos tan estelares del universo.
¡Cuánto me gustaría volver a leerme aquello que el Evangelista Juan nos cuenta a propósito de aquella fiesta judía llamada de la Dedicación que se celebraba en días de invierno en Jerusalén!
Trataré de buscar un tiempo para hacerlo como lo hice en los días en los que escribía los dos comentarios de los relatos del Evangelio... Aquello de Lázaro y de sus hermanas es algo más de lo que en apariencia estamos acostumbrados a comprender. Tiempo al tiempo.
En una nueva semana nos volvemos a citar por esta plataformita semanal.
A continuación se encuentras ambos comentarios.

Carmelo Bueno Heras.   

Comentario primero:

2025, 11 de mayo. Domingo 4º de Pascua C: Juan 10,27-30. Leo y escribo Contigo:

Cuando a un texto se lo saca de su contexto siempre es por algún pretexto

Ignoro a quién se le ocurrió seleccionar el texto de Juan 10,27-30 para proclamarlo en las eucaristías de este domingo cuarto de Pascua. Sé que la inmensidad del pueblo asistente a tales liturgias nunca se acercará a leer estos cuatro versículos en su lugar original del capítulo décimo del Evangelio de Juan, donde se encuentran.

 

Arrancar este texto de su contexto es el mejor pretexto para ignorar su mensaje y utilizarlo para cualquier tipo de interpretaciones. Esta tarea de leer, interpretar y comentar este texto es compromiso ineludible de los sacerdotes celebrantes de la liturgia.

 

A ellos les corresponde la responsabilidad pastoral de contextualizar estos versos, pero no creo que se haga en casi ninguna eucaristía. ¿Por qué lo digo? Por la razón sencilla de que ningún celebrante dejará de celebrar (o de ‘dar’, como dicen las gentes populares) su misa. Si leyeran bien, se irían.

 

Eso es lo que se dice en el contexto, abandonar. Eso es lo que hizo el propio Jesús, abandonar no sólo el Templo, sino también la propia ciudad de Jerusalén y algo más, su propia tierra judía: “Se marchó al otro lado del Jordán, allá donde había comenzado Juan a bautizar” para perdonar los pecados que debían perdonarse en el Templo. Jesús de Nazaret ha tomado, ¿en su acción pastoral?, la decisión de abandonar toda tarea que tuviera que ver con la Religión y la espiritualidad del Dios de Israel, del Templo y de sus Instituciones sacerdotales.

 

El texto completo, en su unidad de sentido como parece que salió de la inspiración de su autor o autora, comienza así: “Se celebró por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Jesús se paseaba por el pórtico de Salomón. Le rodearon los judíos para acusarlo: ¿Hasta cuándo nos vas a tener en vilo? ¿Quién eres? ¿Eres el Mesías que esperamos?”  La respuesta de Jesús es el texto ‘oficial y de lectura obligada’ en las misas de este domingo.

 

El texto en Juan sigue así: “Los judíos trajeron otra vez piedras para apedrear a Jesús… porque, le decían, eres un blasfemo. Siendo un hombre, te haces Dios… Querían de nuevo apresarlo, pero Jesús se marchó ‘de nuevo’ al otro lado del Jordán”. El texto completo que sugiero debería leerse, meditarse y guardarse dentro de uno como luz que alumbra caminos nuevos es Juan 10,22-42. Y si se desea completar la tarea, ¡qué bueno sería leerse también el capítulo once!

 

¿Qué deseó contar el escritor de este relato? Él escribió y ahora a nosotros nos toca leerlo. Y nos corresponde a cada uno ser lectores críticos para no engañarnos ni engañar a nadie. Desde el capítulo cinco, el evangelista nos viene contando lo que dijo e hizo Jesús de Nazaret en las cuatro festividades más importantes de su religión judía: El sábado (capítulo 5), la pascua (capitulo 6), las Tiendas (capítulos 7 a 10,21) y la Dedicación del Templo (caps. 10,22 a 11,57).

 

Según este cuarto Evangelio de Juan, Jesús de Nazaret denuncia el vacío de la Religión de su pueblo y de su gran Moisés y de la divinidad de la Ley. Denuncia este vacío porque ella genera poder y riqueza para unos pocos; y hambre, parálisis, miedo, marginación y muerte en los demás. Y la propuesta de Jesús es el camino de la experiencia de la vida, de la luz, del ver, del pan y el vino compartidos… y de la única fiesta, religión y mandamiento: amaos unos a otros.

Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 17.04.2016. También en Madrid, 11.05.2025.


Comentario segundo:

CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo ordenadamente y desde el principio hasta el final. Semana 24ª (11.05.2025): Lucas 8,1-21.

¿Los siete demonios de María Magdalena?

Después de lo acontecido en casa del fariseo Simón, el Evangelista Lucas continúa así su relato sobre la persona de su Jesús de Nazaret: “Iba por ciudades y pueblos proclamando y anunciando el Evangelio del Reinado de Dios y le acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido curadas… María de Magdala de la que habían salido siete demonios, Juana…, Susana y otras muchas…” (8,1-3). Junto a la misión evangelizadora de Jesús, este narrador nos informa de la respuesta de quienes le ven, oyen y tocan: el seguimiento.  Hablar de-estar con.

 

Y, para que todo lector de su relato entienda, el Evangelista explica otra vez qué es eso de ‘evangelizar’ o ‘hablar de’ en su narración de unas nuevas parábolas: “Salió un sembrador a sembrar su semilla… La parábola quiere decir… Nadie enciende una lámpara… sino que la coloca… para que los que entren vean la luz…” (8,4-18).

 

Y, para que todo lector de su relato entienda, el Evangelista cuenta otra vez qué es eso del seguimiento y quiénes son las personas que le siguen o que ‘están con él’: “Se presentaron donde él su madre y sus hermanos… Pero él respondió: mi madre y mis hermanos son los que escuchan… y viven” (8,19-21).

 

Este Jesús de Lucas evangeliza de la misma manera que un sembrador de entonces sembraba sus semillas. El evangelizador Jesús de Nazaret es un sembrador. Su semilla son palabras y la tierra de la sementera es la escucha de quien le escucha a su modo y manera. En apariencia todo esto es muy sencillo y hasta muy normal, pero no conviene olvidar tan pronto cómo empezó esta tarea de hablar y escuchar.

 

Es momento de releer de nuevo ahora Lucas 4,14-30. Este Jesús leía y anunciaba los mismos textos que los letrados leían en las sinagogas. Palabra de Dios, decían tanto aquellos letrados del judaísmo y aquel Jesús, el laico de Nazaret. Todos leen y comentan la misma palabra, pero los oyentes que lo escuchan todo no reaccionan de la misma manera. ¿Por qué? ¿No se sabe?

 

Nadie llegará a saber por qué sucedieron entonces aquellas distintas reacciones ante el anuncio de la misma palabra, llamada ‘de Dios’. Lo curioso de esta situación, después de unos veinte siglos, es que entre nosotros volvemos a constatar las mismas y distintas respuestas cuando son unos u otros los intérpretes y evangelizadores del mismo relato. Está atestiguada, pues, esta ‘libre interpretación de la palabra’. Pero recuerdo que a Jesús le taparon la boca.

 

La manera de leer e interpretar Jesús la única palabra de sentido, y llamada ‘de Dios’, que es la vida que se vive y que se cuenta y que se escribe, sorprendió a muchos. Entre estas personas sorprendidas están su madre, sus hermanos (8,19-21), los Doce, muchos seguidores y un puñado de mujeres (8,1-3).  Y entre estas últimas, una, María de Magdala. Muy especial por aquello de sus siete demonios. ¿No ansiaba esta María Magdalena la presencia de un Mesías judío de ‘poder-Poder-PODER’, como se cuenta en Lucas 4,1-13 en el relato del tentador? Sus demonios eran este poder de poderes y no otros. Con Jesús, estos demonios se transformaron en la buena noticia del único Evangelio del servicio sembrado y crecido en sus entrañas.

Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 13.05.2018. También en Madrid, 11.05.2025

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