Enternecer los corazones con el diálogo sobre las maravillas del amor de Dios, es lo que busca Francisco
REFLEXIONES EN FRONTERA, Para tu Radio jesuita Guillermo Ortiz
Enternecer los corazones endurecidos con el diálogo sobre las maravillas que Dios obra en nosotros y sobre lo que podemos hacer con estos dones, es lo que busca Francisco
¿Cómo no conmoverse cuando una persona te hace ver no solamente al que sufre sino también, que con ese que sufre es posible un gesto de ternura, de solidaridad, aunque uno no tenga otra cosa para compartir que la cercanía y la compañía?
En Cuba y USA, como maestro y guía universal, Francisco sigue mostrando un camino, haciendo él mismo de Puente; acercándose a la periferia de la periferia donde está Cristo que es el centro de su vida y pontificado.
Pienso que muchos se conmueven verdaderamente y que alguno que otro aplauso es sincero. Sin embargo los intereses corporativos y de parte se imponen, dominan y presionan. Presionan hasta exprimirte toda la esperanza, la compasión y la ternura que Cristo suscita. Especialmente de todas las autoridades, legisladores, ministros, presidentes, jueces, ¿cuántos son verdaderamente libres de estas poderosas presiones políticas y económicas, sustentadas en la idolatría del dios dinero?
Los que aplastan la hermosa flor de la esperanza y la alegría, ensombrecen el mundo de “smog” y de tristeza, con el corazón endurecido, transformado en una piedra con dureza de diamante. Porque lo que endurece el corazón es la caja fuerte de las riquezas. De ahí no salgo y ahí nadie entra.
Francisco se preguntó en el Congreso de Usa: “¿por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los individuos y la sociedad? Tristemente, la respuesta, que todos conocemos, es simplemente por dinero”.
Ni teocrasia ni franciscocrasia. La promesa de Dios es que él mismo escribe sus mandamientos de amor en los corazones. Y Francisco, sin dejar de denunciar lo que daña la dignidad de la persona humana, el bien común, la unidad del Pueblo, como cree y confía en la promesa de Dios que continua obrando maravillas en el corazón humano, trabaja, dialoga, da un incansable testimonio de todo lo bueno que hay en el ser humano, en la historia de cada pueblo y nación.
El Papa insiste en que con estos dones de Dios se puede sonar un mundo distinto, dialogar y trabajar juntos a partir de lo que tenemos en común, construir la paz social, la cultura del encuentro aunque pensemos y sintamos diferente. Y esto, no con un mandato o una magia, sino como una respuesta de cada uno y unidos a las maravillas que el amor de Dios obra en nuestra persona, en nuestras comunidades, en nuestros pueblos, en el planeta tierra. Ojalá este fuego del amor de Dios encienda el universo.
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