Deuda ecológica
2004-02-27
Entre las muchas deudas que tiene Brasil, la ecológica es una de las más pesadas por las consecuencias futuras que acarrea. La ecología es más que una técnica para gerenciar recursos escasos, es más bien un arte y una nueva forma de relacionarse con la naturaleza haciendo que atendamos de manera suficiente a nuestras necesidades sin sacrificar el sistema-Tierra y también en consideración a las generaciones futuras. En el sistema-Tierra se encuentran todos los ecosistemas con sus correspondientes representantes. Más que ocuparse de cada uno de ellos tomado aisladamente, la ecología se preocupa de las relaciones existentes entre ellos y con todos sus respectivos medio ambientes buscando mantener su equilibrio dinámico, su preservación y regeneración. Las deudas que tenemos inciden, como veremos, sobre cuatro vertientes principales.
Tenemos una deuda ecológico-ambiental creada por la insuficiente calidad de vida de nuestra sociedad. Hemos liquidado cerca de 2/3 de la selva atlántica y cada día se abaten 100 campos de fútbol de la selva amazónica, quimicalizamos gran parte de los alimentos, el 53% de la población no tiene saneamiento básico, desperdiciamos casi la mitad del agua que usamos y la atmósfera de nuestras metrópolis esta fuertemente contaminada. Sólo saldaremos esta deuda con la moneda del respeto y del cuidado con la naturaleza.
Tenemos una deuda ecológico-social creada por la injusticia social. Estamos cansados de medio ambiente. Queremos el ambiente entero. Es decir, queremos al ser humano insertado en él creando relaciones con la naturaleza y con los demás seres humanos de forma que pueda comer con decencia, trabajar para vivir con calidad, morar sin riesgo. Muchos administradores embellecen las ciudades con plazas, monumentos y parques pero mantienen un sistema de seguridad pésimo, abandonan los hospitales, descuidan la enseñanza de calidad y no montan una estructura adecuada de agua y alcantarillado. Aumentan la deuda en vez de saldarla.
Tenemos una deuda ecológico-mental formada por el excesivo antropocentrismo que ha ha penetrado en nuestra mente. Antropocentrismo es esa actitud que sitúa al ser humano en el centro de todo, que imagina que las cosas sólo tienen razón de ser en la medida en que están orientadas a él y que puede disponer de ellas a su antojo. Pero resulta que el ser humano solamente entró en escena cuando el 99.98% de la historia del universo y de la Tierra estaba concluida. Él es un eslabón, aunque singular, de la corriente de la vida.
Hay una deuda a pagar por el sistema escolar que no ha sabido educar para la alteridad de razas, culturas y religiones. Deuda a pagar también por las iglesias que no han sabido crear conciencia de reverencia, de solidaridad cósmica y de responsabilidad por el futuro común.
Tenemos una deuda ecológico-integral creada por la fragmentación de nuestros saberes. Cortamos la túnica inconsútil de la realidad en mil pedacitos y los estudiamos olvidando que eran partes del todo. Desaprendimos re-ligar todas las cosas y ver el universo en un grano de arena. Sólo pagaremos esta deuda si aprendemos a ver el todo y a reencantarnos.
Al pagar no estamos perdiendo sino ganando en vida.
http://servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=053
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