Monseñor Osoro: «Los religiosos sois verdaderos escaparates de la misericordia»
Más de 800 religiosos se han dado cita este jueves en la inauguración de la 45 Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada que el Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR) celebra en la archidiócesis de Madrid. Una inauguración es la que intervino, en calidad de anfitrión diocesano, el arzobispo de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Carlos Osoro, que fue calificado de «verdadero padre, hermano y amigo para los religiosos» por parte del director del ITVR, el claretiano Carlos Martínez Oliveras.
En su intervención, monseñor Osoro recordó que «son las vidas y las obras las que manifiestan la vida del Señor, y en pocos sitios como en la vida consagrada hay tantas realidades que expresen la misericordia del Señor». «Vosotros sois verdaderos escaparates de la vida del Señor, aun con todas las dificultades y limitaciones», dijo dirigiéndose a los asistentes.
La espiritualidad del encuentro
Monseñor Osoro recordó a los religiosos la necesidad de vivir «la espiritualidad del encuentro con Jesucristo» para poder después ejercer «la misericordia de Dios como eje de la vida de la Iglesia», a través de las distintas obras a las que se dedican los religiosos y religiosas. «Para nosotros es esencial el encuentro o reencuentro con Jesucristo, que supone una especie de rescate que el Papa define de forma muy bella: liberación de la conciencia aislada y liberación de la autorreferencialidad», afirmó.
Criterio de reforma eclesial
El vicepresidente de la Conferencia Episcopal señaló que «la misericordia es un criterio de reforma eclesial». Monseñor Osoro explicó que «así la presenta el Papa, porque la misericordia de Dios tiene un potencial reformador que es preciso incorporar a nuestras comunidades». Y apoyó su afirmación en una cita de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, que en opinión del prelado matritense «tiene una grandísima actualidad»: «Santo Tomás de Aquino destacaba que los preceptos dados por Cristo y los Apóstoles al Pueblo de Dios “son poquísimos”. Citando a san Agustín, advertía que los preceptos añadidos por la Iglesia posteriormente deben exigirse con moderación “para no hacer pesada la vida a los fieles” y convertir nuestra religión en una esclavitud, cuando “la misericordia de Dios quiso que fuera libre”. Esta advertencia, hecha varios siglos atrás, tiene una tremenda actualidad. Debería ser uno de los criterios a considerar a la hora de pensar una reforma de la Iglesia y de su predicación que permita realmente llegar a todos», dijo monseñor Osoro utilizando literalmente las palabras del Papa.
«La misericordia es el eje fundamental para la reforma de la Iglesia. Tenemos que tener el lenguaje directo de la ternura de Dios. La renovación de la comunidad cristiana tiene que tener este eje fundamental: la misericordia, que no es la virtud de los débiles, sino que denota fortaleza de ánimo y verdadera apertura al otro», concluyó monseñor Osoro.
Tres trasplantes
Siguiendo su costumbre pedagógica de resumir sus mensajes en trípodes, el arzobispo matritense señaló que «para que la misericordia sea de verdad la viga maestra en la vida de la Iglesia necesitamos tres trasplantes»: un trasplante de ojos, «para ver en este momento histórico con los ojos de Dios»; un trasplante de corazón, «porque el kerigma, el anuncio del Evangelio, tiene un contenido ineludiblemente social que no se puede dejar fuera, y en el corazón mismo del Evangelio está el compromiso por los otros y la promoción humana»; y un trasplante o cambio «de moneda y de banco, en el que la moneda es nuestra propia vida y el banquero, nuestro Señor Jesucristo, para meternos con pasión en todas las circunstancias vitales de nuestro pueblo, conocer la situación de las gentes, sus condicionantes personales y sociales, sus problemas familiares y laborales...».
El pecador es el preferido
El arzobispo animó a los religiosos a aplicar este deseo de vivir la misericordia de Dios en acciones concretas de acogida, porque «las experiencias más cercanas de Iglesia nuestras gentes las tienen en comunidades concretas. Y si en nuestras comunidades se sienten queridas y valoradas» se propicia «el encuentro con Cristo». De este modo, la Iglesia se convierte en «una madre de corazón abierto y de puertas siempre abiertas», en la que «la Eucaristía no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio para los que somos débiles» y en la que «el pecador es el preferido».
Para más información, puede visitarse la web del ITVR.
Infomadrid / J.A. Méndez
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