Beata Liduina Meneguzzi, virgen
fecha: 1 de diciembre
n.: 1901 - †: 1941 - país: Etiopía
canonización: B: Juan Pablo II 20 oct 2002
hagiografía: Vaticano
n.: 1901 - †: 1941 - país: Etiopía
canonización: B: Juan Pablo II 20 oct 2002
hagiografía: Vaticano
Elogio: En la ciudad de Dire-Daua, en
Etiopía, beata Liduina (Elisa Anagela) Meneguzzi, virgen del Instituto de San
Francisco de Sales, que, cual espejo de humildad y caridad cristiana, mostró la
misericordia de Dios entre los pobres, enfermos y cautivos.
«El mensaje que la Beata Liduina Meneguzzi
aporta hoy a la Iglesia y al mundo es la esperanza de rescatar al hombre de su
egoismo y de aberrantes formas de violencia Un amor que es una invitación a la
solidaridad y a la práctica del bien, siguiendo el ejemplo de Jesùs que vino no
para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por todos los
hombres». (cfr. Decreto sobre la heroicidad de las Virtudes)
Elisa Angela Meneguzzi (la futura Hermana
Liduina) nace el 12 de septiembre del 1901 en Giarre, barrio de Abano Terme,
provincia de Padua. Pertenece a una familia de modestos campesinos, pero rica
en honestidad y fe, valores que la niña asimila desde muy temprana edad;
demuestra un vivo espíritu de oración: participa cada día en la Misa aunque
tenga que caminar casi dos kilómetros, frecuenta la catequesis y más tarde será
catequista. Reza durante las noches con su familia y es feliz de poder hablar
de Dios a sus hermanos. A los catorce años, para ayudar económicamente a los
suyos, empieza a trabajar fuera de casa y lo hace como empleada doméstica de
fanilias acomodadas y en los hoteles de Abano, ciudad reconocida por sus
tratamientos termales. Su carácter es dulce, siempre disponible y se hace amar
y apreciar en cualquier lugar.
Deseosa de consagrar su vida a Dios, el 5
de narzo de 1926, ingresa en la Congregación de las Hermanas de San Francisco
de Sales, en la Casa Generalicia de Padua. Allí realiza su entrega a Dios y
difunde en torno a sí los tesoros de su gran corazón. Realiza con amor su
trabajo como encargada del cuidado de la ropa, enfermera y sacristana entre las
jóvenes del Colegio de la Santa Cruz; éstas ven en ella la amiga buena capaz de
ayudarlas en sus problemas con sus sabios consejos. Deja en todas ellas huellas
de imborrable ternura, de valiente serenidad y de probada paciencia.
Realiza por fin su gran sueño que desde
siempre guarda en su corazón: ir en 1937 a tierras de misión y llevar la fe y
el amor de Cristo a muchos hermanos que no lo conocen. Las Superioras la envían
como misionera a Etiopía, a la ciudad cosmopolita de Dire-Dawa, donde viven
gentes de diversas costumbres y religiones. La humilde hermana dedica con
fervor toda su actividad misionera en ese mundo. No tiene gran cultura
teológica pero sí una fuerte riqueza interior, alimentada por un profundo trato
con Dios. Trabaja como enfermera en el Hospital Civil Parmi, que una vez
estallada la guerra se habilita como hospital militar, donde llegan los
soldados heridos. Sor Liduina es verdaderamente para ellos un «ángel de
caridad». Cuida los males fisicos con ternura e incansable dedicación viendo la
imagen de Dios en cada hermano que sufre.
Su nombre se encuentra muy pronto en boca
de todos: la buscan, la invocan como una bendición. La gente del lugar la llama
«Hermana Gudda» (grande). Arrecian los bombardeos en la ciudad y todos en el
hospital piden ayuda con un solo grito: «¡Socorro, hermana Liduina!». Y ella
sin preocuparse del peligro, lleva los heridos al refugio y corre,
inmediatamente, a socorrer a otros. Se inclina ante los moribundos para
sugerirles el acto de contrición y con su inseparable botellita de agua bautiza
a los niños moribundos.
Su entrega no conoce límites; ayuda con un
verdadero espíritu ecwnénico a todos: italianos, blancos y negros, católicos,
coptos, musulmanes y paganos. Le gusta hablar, especialmente, de la bondad de
Dios Padre y del cielo preparado para todos sus hijos. Todo esto hace que la
gente del lugar, casi todos musulmanes, queden fascinados y manifiesten una
gran simpatía por la religión católica. Por lo cual se le atribuye el apelativo
de «llama ecuménica» porque ya antes del Concilio Vaticano li realiza uno de
los aspectos más recomendados del ecumenismo. Los santos se anticipan a su
tiempo: son como faros luminosos que señalan la dirección justa en la
obscuridad más densa.
Mientras tanto una enfermedad incurable
mina su salud; acepta con paz y serenamente su situación; sufre y se consume
cumpliendo con valor su preciosa obra de amor entre los enfermos. Se somete por
fin a una delicada operación quirúrgica que parece superar, pero las cosas se
complican y una parálisis intestinal, el 2 de Diciembre de 1941, corta su vida.
La hermana Liduina muere santamente a los 40 años de edad entregada
completamente a la voluntad de Dios y ofreciendo su existencia por la paz del
mundo. Un médico que estaba presente allí, afirmaba: «Nunca he visto morir a
alguien con tanta paz y serenidad». Los soldados, que la quieren como una de su
propia familia la hacen enterrar en el cementerio reservado para ellos. Los
restos mortales de la hermana Liduina, después de 20 años son trasladados, en
junio de 1961, a Padua, a una capilla de la Casa Generalicia donde devotos y
amigos peregrinan a su tumba para invocar su intercesión ante Dios.
fuente: Vaticano
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4383
Beata Clementina Nengapeta Anuarite, virgen y mártir
fecha: 1 de diciembre
n.: 1941 - †: 1964 - país: República Democrática del Congo
canonización: B: Juan Pablo II 15 ago 1985
hagiografía: Agencia Fides
n.: 1941 - †: 1964 - país: República Democrática del Congo
canonización: B: Juan Pablo II 15 ago 1985
hagiografía: Agencia Fides
Elogio: En Isiro, en la República
Democrática del Congo, beata Clementina Nengapeta Anuarite, virgen de la
Congregación de Religiosas Misioneras de la Sagrada Familia y mártir, que en la
persecución que se desató durante la guerra civil fue apresada junto con otras
religiosas, a las que exhortó a que vigilaran y oraran, y al resistirse con
gran fuerza a la torpe pasión del capitán de los soldados, éste, enfurecido, la
mató a causa de Cristo, su Esposo.
La Beata Clementina Anuarite Nengapeta
nació en 1939 de padres que seguían la religión tradicional africana, en Wamba,
en el entonces Congo Belga. Fue bautizada católica junto a la madre, realizando
los estudios con las Hermanas del Niño Jesús de Nivelles, dónde se graduó.
Entrada en la Congregación local de la Sagrada Familia, emitió su primera
profesión religiosa el 5 de agosto de 1959. En el ámbito de su vida de
religiosa, Sur Anuarite desarrolló con humildad, diligencia y amor los más
diversos cargos: sacristana, ayudante de cocinera y profesora en una escuela
elemental.
En 1961, a apenas un año de la
independencia, el país se encuentra en el caos de la guerra civil provocado por
la tentativa secesionista de Katanga. Después de la intervención de las tropas
de las Naciones Unidas, la revuelta secesionista es bloqueada, pero continúan
las tensiones que desembocan en la revuelta de los "Simba" en el este
del Congo. El 29 de noviembre de 1964, los "Simba" secuestran a Sor
Anuarite junto a un grupo de religiosas de su orden y son transportadas a
Isiro, en el Noreste del País. El comandante del grupo rebelde intenta varias
veces violar el compromiso de castidad de Sor Anuarite, que se opone
enérgicamente a las locas solicitudes del guerrillero, afirmando que «prefiere
morir antes que cometer un pecado». En la noche del 1° de diciembre de 1964,
después de salvajes maltratos, Sor Anuarite es asesinada, no sin antes haber
perdonado a su propio verdugo con estas palabras: «Te perdono, no eres
consciente de lo que está haciendo, que el Padre te perdone.»
El 15 de agosto de 1985, el Papa Juan
Pablo II beatificó a la religiosa mártir, durante su segundo viaje apostólico
al entonces Zaire.
fuente: Agencia Fides
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El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
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