Facetas poco conocidas de Fidel Castro
2016-12-06
Cada cosa o
cada persona tiene muchas facetas. Como dije en cierta ocasión, cada punto de
vista es la vista desde un punto. Cada uno ocupa un punto en este planeta y en
la sociedad de la que forma parte. Y desde ese punto ve la realidad que ese
punto permite ver. Así que no podemos absolutizar ningún punto de vista como si
fuese el único. Esto da origen a los fundamentalismos y a las discriminaciones.
Tal
pensamiento vale para los muchos puntos de vista que se están haciendo de la
saga de Fidel Castro. Ningún punto puede abarcar todas las vistas.
Hay
otro elemento a considerar. Cada ser humano posee su porción de luz y su
porción de sombra. O dicho en el dialecto de la nueva antropología: cada ser
humano es sapiens y simultáneamente demens. Es decir, cada ser
humano es portador de inteligencia y de un sentido de vida. Es su momento
sapiens. Y simultáneamente muestra desvios y contradicciones. Es su momento
demens.
Ambos
se dan siempre juntos. Esto no es un defecto de nuestra construcción. Es un
dato objetivo de nuestra realidad humana que siempre debe ser tomada en cuenta.
También vale cuando enjuiciamos la figura compleja de Fidel Castro: sus luces y
sus sombras.
Quiero
referirme a algunos puntos a partir de los cuales se me permitió una vista
singular de Fidel Castro. El primero de ellos es la negación del TINA (There
is No Alternative ). El sistema imperante de carácter capitalista dice que
“no hay alternativa a él”. Él representa la culminación de las sociedades
humanas. Fidel Castro mostró que con el socialismo puede haber una alternativa
diferente a la capitalista, hoy en radical crisis de autorreproducción. La furia
de USA contra Cuba y Fidel para destruir el socialismo cubano era para mostrar
que no puede haber otra alternativa. Bien o mal, con los defectos que
conocemos, el socialismo se presenta como otra forma posible de organizar la
sociedad.
Un
segundo punto a resaltar fue su interés por la Teología de la Liberación. Llegó
a confesar que si en su tiempo hubiese existido la Teología de la Liberación
(sólo comenzó a partir de 1970) habría asumido esta lectura para montar la
sociedad cubana. Bajo la presión de la Guerra Fría se vio obligado a quedar del
lado de la URSS y de ahí haber asumido el marxismo. Leyó y anotó nuestras
principales obras, las de Gustavo Gutiérrez, de Frei Betto, de mi hermano fray
Clodovis y mías. Los libros estaban todos anotados con varios colores. Y al
lado una lista con preguntas y expresiones sobre las cuales pedía aclaraciones.
Otro
punto relevante fue la invitación que me hizo durante el tiempo de “silencio
obsequioso” que me fue impuesto en 1984 por el ex-Santo Oficio. Me invitó a
pasar 15 días con él en la isla para profundizar cuestiones de religión, de
América Latina y del mundo. Era amigo del Nuncio Apostólico. Apenas llegué le
llamó por teléfono y delante de mi le dijo: “Boff está aquí conmigo. Yo mismo
voy a cuidar de que observe el silencio obsequioso. Sólo va a hablar
comigo”. Efectivamente visitamos toda la isla con conversaciones hasta muy
entrada la noche. Anoté casi todo en tres gruesos cuadernos, pues quería
transformarlo en material de un libro. Unos días después de volver de Cuba dejé
los tres cuadernos en el maletero del coche mientras iba a hablar un momento
con el cardenal don Aloisio Lorscheider, hospedado en casa de un amigo en
Copacabana, cosa de 15 minutos. Al regresar vi que el maletero había sido
abierto, no se llevaron nada, solo los tres cuadernos. Mi sospecha es que los
servicios de seguridad de aquí o de fuera secuestraron el material.
Otro
dato muestra la dimensión de ternura de Fidel Castro, cosa de la que muchos dan
fe.
Tengo
una sobrina con un tipo de reumatismo que ningún médico conseguía tratar. Hablé
con Fidel a ver si era posible tratarla en Cuba. Me pidió todos los datos
médicos de aquí. El mismo se encargó de hablar con los médicos cubanos.
Efectivamente
no había cura. Cada vez que me encontraba, la primera cosa que preguntaba era:
“¿cómo va Lola, su sobrina?” Esa memoria cariñosa y tierna no es frecuente en
jefes de Estado. Generalmente donde predomina el poder no prevalece el amor ni
florece la ternura. Con Fidel era diferente. Se alegró enormemente cuando le
conté que un médico brasilero había inventado una vacuna cuyo efecto colateral
era curar ese tipo de reumatismo.
Son
pequeños gestos que muestran que el poder no necesita fatalmente oscurecer esa
dimensión tan profunda que es la ternura y la preocupación por el destino del
otro.
El
legado de su persona carismática permanecerá como referencia para aquellos que
se niegan a reproducir la cultura del capital con las injusticias de orden
social y ecológico que la acompañan.
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