lunes, 6 de febrero de 2017

Santos del día 7 de febrero

Santos del día 7 de febrero
Septimo Idus februarii
En Nola, en la Campania, san Máximo, obispo, que rigió la Iglesia de esta ciudad en periodo de persecuciones y, después de una larga vida, descansó en paz.
En Lampsaco, en la región del Helesponto, san Partenio, obispo, que en tiempo del emperador Constantino fue un eximio propagador de la fe con su predicación y su ejemplo.
En las montañas del Sinaí, en Egipto, san Moisés, que, después de haber llevado vida eremítica en el desierto, a petición de Mavia, reina de los sarracenos, fue ordenado obispo y logró imponer la paz entre aquellas gentes violentas y mantener intacta la vida cristiana.
En Florencia, de la Etruria, santa Juliana, viuda.
En Siponte, de la Apulia, san Lorenzo, obispo.
En Luca, de la Toscana, san Ricardo, padre de los santos Willibaldo y Waldburgis, el cual, peregrinando junto con sus hijos desde Inglaterra a Roma, falleció durante el viaje.
En Soterión, de Fócida, san Lucas el Joven, eremita.
En Mucia, de la región del Piceno, beato Ricerio, que fue uno de los primeros y estimados discípulos de san Francisco.
En Asís, de la Umbría, beato Antonio de Stroncone, religioso de la Orden de los Hermanos Menores.
En Londres, en Inglaterra, beato Tomás Sherwood, mártir, el cual, siendo mercader de tejidos, había ya decidido dirigirse a Douai para iniciarse en el sacerdocio, pero al permanecer en Londres para asistir a su padre anciano y enfermo, fue arrestado mientras paseaba por la calle, y conducido al suplicio bajo la reina Isabel I.
En Aubenas, en la región de Viviers, en Francia, beatos mártires Jacobo Salès, presbítero, y Guillermo Saultemouche, religioso de la Orden de la Compañía de Jesús, que con su predicación consolidaron la fe del pueblo. Tiempo después, al caer la ciudad en manos de los disidentes, un domingo, y en presencia de toda la población, fueron martirizados.
En Nápoles, en la región de la Campania, san Gil María de San José (Francisco) Pontillo, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que por las calles de la ciudad a diario pedía con humildad limosna al pueblo, dando a cambio palabras de consuelo.
En la ciudad de Changsha, en la provincia de Hunan, en China, san Juan de Triora (Francisco María) Lantrua, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, quien, después de prolongados tormentos padecidos en cruel prisión, pereció estrangulado.
En París, en Francia, beata Rosalia (Juana María) Rendu, virgen de las Hijas de la Caridad, que trabajó incansablemente en una vivienda de los suburbios más humildes de la ciudad, dispuesta como refugio para necesitados, visitando, además, a los pobres en sus casas. En tiempo de luchas civiles trabajó a favor de la paz, y convenció a muchos jóvenes y a ricos para que se dedicasen a obras de caridad.
También en la misma ciudad de París, en Francia, beata María de la Providencia (Eugenia) Smet, virgen, fundadora del Instituto de Hermanas Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio.
En Roma, beato Pío IX, papa, que proclamó la verdad de Cristo, a quien estaba íntimamente unido. Instituyó muchas sedes episcopales, promovió el culto de la santísima Virgen María y convocó el Concilio Vaticano I.
En Parma, beata Ana María Adorni, viuda, fundadora de la Congregación «Pía Casa de las Pobres de María Immaculada».
En Cracovia, Polonia, beata Ludwika Szczesna, en religión Klara, virgen, cofundadora de la congregación de Siervas del Sagrado Corazón de Jesús.
En Pont de Molins, pueblo de la provincia de Girona, en España, beatos mártires Anselmo Polanco, obispo de Teruel, y Felipe Ripoll, presbítero, que, desdeñando amenazas y promesas, mantuvieron firmemente su fidelidad a la Iglesia.
Cerca de Cracovia, en Polonia, beato Adalberto Nierychlewski, presbítero de la Congregación de San Miguel y mártir, el cual, por haber redactado un documento defendiendo la dignidad humana y la religión bajo la ocupación de régimen militar opuesto a ello, fue deportado al campo de concentración de Auschwitz, donde, después de crueles tormentos, fue ejecutado por su fe en Cristo.
En el campo de concentración cercano a la ciudad de Angarsk, en la región rusa de Siberia, beato Pedro Verhun, presbítero y mártir, que en tiempo de persecución religiosa alcanzó la vida eterna con una muerte fiel.

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