domingo, 6 de marzo de 2022

Domingo 1º de Cuaresma C (06.03.2022): Lucas 4,1-13. La trinidad diabólica del poder y Semana 15ª: 06.03.2022. Cita de: Miguel Delibes, Un mundo que agoniza,

 

Semillas de nuestra identidad

En esta mañana del mes de febrero y al situarme ante la tarea de presentar los comentarios de esta nueva semana, no me sale decirte la palabra 'buena o bueno", porque se ha declarado mundialmente que las personas debemos no sólo odiarnos, sino matarnos. La guerra ha hecho posible estas cosas. Pero no sólo la guerra de ahora, la de siempre. La que ya comenzaron a usar las gentes que dejaban de ser 'especie animal y evolucionaron a especie humana'. Y esta evolución llevaba dentro, escondido muy adentro aquella semilla del 'comes o te comen'. La guerra es la expresión sublime del crecimiento y desarrollo de esta semilla. Y todos acabamos participando solidariamente de esta triste realidad. El bien y cuanto de bueno existe en la Tierra no es fruto del trabajo de ningún dios fuera del Cosmos. Y también el mal y cuanto de muerte nos rodea no es fruto de la tarea de ningún demonio o diablo habitante en los oscuros abismos de ningún planeta del Universo. Bien y mal es el hombre. Tú y yo. Halcón y paloma. Guerra y paz.

Y estas semillas del bien y el mal están dentro de cada uno muy atentas ellas a los primeros calores de la vida para despertarse. Tú y yo somos los despertadores. Y los dos conocemos los tiempos de nuestra historia y las claves de nuestros relatos del bien y del mal. Cuando nos miramos despacio descubrimos los rincones impresentables del amor y del odio, del bien y del mal, de la guerra y la paz. Estos rincones son las cicatrices de nuestra piel y de nuestras entretelas. 

Con el paso de los años de la consciencia se va percatando uno de la existencia de un alimento aditivo que nos mantiene en pie: el poder o también llamado el interés del mandar o la autoridad del saber. Siempre nos acompaña el poder como si fuera el aire que respiramos para sentirnos vivos. Y nos lo sabemos muy bien: el poder es aditivo, nos agrada, nos fascina, nos atrapa, nos transfigura, nos diviniza hasta... ¡deshumanizarnos!

Y parece ser que este poder no tiene colores, ni parlamentos, ni credos, ni rituales, ni... Tiene, siempre y en abundancia, semillas, semillas nuevas, semillas que no se agotan, semillas que no caducan..., aunque sean siempre semillas de muerte y para la muerte.

Tendría que haber hablado de un desierto y de sus tentaciones, pero decido ya dejarlo aquí. Ya sé que dejo sólo palabras, pero tú y yo sabremos en cada momento vestir de realidad estas palabras tan tremendas en las que se nos encarna el poder.

Se nos dice que hubo un hombre, como tú y como yo, judío y llamado Jesús de Nazaret que se atrevió a mirar de tú a tú al poder y que deseó pasar de largo, pero su pretensión no acabó bien. Él no mató. Siempre deseó vivir. Lo mataron... Y la historia continúa.      

A continuación se encuentran los comentarios del domingo día 6 de marzo.


Domingo 1º de Cuaresma C (06.03.2022): Lucas 4,1-13. Así lo comento y comparto CONTIGO: La trinidad diabólica del poder

El domingo del día seis de marzo es, para la institución eclesiástica vaticana, el primer domingo de la Cuaresma. El pasado día dos de este mes se celebró en cada una de las eucaristías de esta iglesia el ‘Miércoles de Ceniza’ por ser el momento en el que se redujeron a cenizas los ramos que se utilizaron el pasado año en la fiesta de la Entrada de Jesús de Nazaret en la ciudad de Jerusalén mientras era aclamado como rey y mesías entre el batir de las ramas de olivo y las melodías musicales de la entronización. ¿No recuerda este rito tantos desfiles de la victoria?

Con la llegada de este tiempo de Cuaresma se abandona en la liturgia eclesiástica de la misa dominical la lectura continuada del Evangelio de nuestro actual Ciclo C, el de Lucas. Y este abandono deliberadamente así programado dura los cuarenta días de la Cuaresma, la gran Semana Santa y los cincuenta días desde la Resurrección hasta la fiesta Pentecostés y una semana más. Hasta mediados del próximo mes de junio no volveremos a la proclamación sistemática del relato de este Evangelista. Así, ¿cómo conocerá el pueblo este Evangelio?

Dicho una vez más lo anterior, detengo mis deseos de meditación en la propuesta de Lucas 4,1-13: “Jesús, lleno del Espíritu Santo, se volvió del Jordán y era conducido por el Espíritu en el desierto, durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días” (Lucas 4,1-2). Retengo esta doble información acerca de lo que sucede alrededor de Jesús: Conducido por el Espíritu y tentado por el diablo.

Leo, medito, me imagino y me pregunto entre otras cosas, ¿cómo se desarrolla este acompañamiento a manos conjuntamente del Espíritu y del Diablo? ¿Se trata de un acompañamiento desde fuera de la persona de Jesús? ¿El uno tiraba de su derecha y el otro de su izquierda?  ¿Pudo ser un acompañamiento desde los adentros de la persona de Jesús?  ¿El uno desde las neuronas de su cerebro y el otro desde las entretelas de su corazón?

Prosigo curioso mi lectura del texto evangélico: “Si eres hijo de dios [todo en minúsculas] di a esta piedra que se convierta en pan” (Lc 4,3); “Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos” (Lc 4,6); “Si eres hijo de dios [todo en minúsculas] tírate de aquí abajo (Lc 4,9). Me sorprendo ante el poder del tener, el poder del mandar y el poder del creer. ¿La tentación es el poder?

Con los años, más de un buen amigo me ha enseñado que existe un cuarto poder que, aquí y ahora, lo llamaré con sutil delicadeza ‘el poder mendigar’. Cuando se llega a experimentar esta realidad tan personal y vital como el respirar, se comprende que la anterior y única y ‘diabólica trinidad del poder’ acaba por deshumanizar a todo ser humano. ¿No es esta trinidad del poder la religión del diablo? Me digo.

En cambio, me lo medito y te lo comparto: el poder mendigar, ¿no será la buena noticia del espíritu que nos hace a ti y a mí humanos, un evangelio el uno para el otro? Carmelo Bueno Heras.


CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos

Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros. Creo que, en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo de toda persona, ¡todo está relacionado!

Ahora, Semana 15ª: 06.03.2022. Cita de: Miguel Delibes, Un mundo que agoniza, Plaza y Janés Editores, Barcelona, 1979, 166 páginas.

 

“Cuando escribí mi novela ‘El camino’, donde un muchachito, Daniel el Mochuelo, se resiste a abandonar la vida comunitaria de la pequeña villa para integrarse en el rebaño de la gran ciudad, algunos me tacharon de reaccionario. No querían admitir que a lo que renunciaba Daniel el Mochuelo era a convertirse en cómplice de un progreso de dorada apariencia pero absolutamente irracional.

Posteriormente mi oposición al sentido moderno del progreso y a las relaciones Hombre-Naturaleza se ha ido haciendo más acre y radical hasta abocar a mi novela ‘Parábola del náufrago’ donde el poder del dinero y la organización -quintaesencia de este progreso- termina por convertir en borrego a un hombre sensible, mientras la Naturaleza mancillada, harta de servir de campo de experiencias a la química y la mecánica, se alza contra el hombre en abierta hostilidad. En esta fábula venía a sintetizar mi más honda inquietud actual, inquietud que humildemente, vengo a compartir con unos centenares -pocos- de naturalistas en el mundo entero. Para algunos de estos hombres la Humanidad no tiene sino una posibilidad de supervivencia, según declaración en el Manifiesto de Roma: frenar su desarrollo y organizar la vida comunitaria sobre bases diferentes a las que hasta hoy han prevalecido [...]

He aquí mi credo [...] ¿es serio afirmar que la actual orientación del progreso es la congruente? [...] El hombre, ciertamente, ha llegado a la Luna pero en su organización político-social continúa anclado en una ardua disyuntiva: la explotación del hombre por el hombre o la anulación del individuo por el Estado [...]

La actitud del hombre contemporáneo se asemeja a la de aquellos tripulantes de un navío que, cansados de la angostura e incomodidad de sus camarotes, decidieron utilizar las cuadernas de la nave para ampliar aquellos y amueblarlos suntuosamente [...]

El hombre, obcecado por una pasión dominadora, persigue un beneficio personal, ilimitado e inmediato y se desentiende del futuro [...]

Quede bien claro que cuando yo me refiero al progreso para ponerlo en tela de juicio o recusarlo, no es al progreso estabilizador y humano -y, en consecuencia, deseable- al que me refiero, sino al sentido que se obstinan imprimir al progreso las sociedades llamadas civilizadas [...}

Si la aventura del progreso, tal como hasta el día la hemos entendido, ha de traducirse inexorablemente, en un aumento de la violencia y la incomunicación; de la autocracia y la desconfianza; de la injusticia y la prostitución de la Naturaleza; del sentimiento competitivo y del refinamiento de la tortura; de la explotación del hombre por el hombre y la  exaltación del dinero, en ese caso, yo, gritaría ahora mismo, con el protagonista de una canción americana: ¡Que paren la Tierra, quiero apearme!”

Texto completo citado, en las páginas 21-28. 165-166.

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