domingo, 20 de marzo de 2022

Domingo 3º de Cuaresma C (20.03.2022): Lucas 13,1-9.(En el Evangelio no existe Templo ni Religión) y CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos (Semana 17ª: 20.03.2022. Cita de: Anónima, Una mujer en Berlín, Anagrama).

 

La religión de la higuera

Ahora que comienzo a escribir esta presentación de los comentarios acabo de subir del jardín y, entre otras cosas naturalmente sencillas, me he quedado en silencio viendo el despertar de las ramas de una higuera ya muy vieja. Y también comienzan a despertar las tres nuevas higueras en su casa particular de una pequeña maceta. 

El próximo domingo será veinte de marzo, primavera. Una primavera que nunca llega como el desconocido que se presenta sin avisar. La primavera no llega, está viviendo durante más tiempo del que somos conscientes. No se trata de un momento, sino de un proceso. ¡Así es la vida!, dicen algunos como muletilla del lenguaje.

La vida está, siempre, aunque parece que se esconde o desaparece.

Para este domingo conviene caer en la cuenta que el conocimiento de la  realidad física que nos rodea es imprescindible para comprender las evocaciones que las palabras nos comparten a los humanos; y en este momento se trata de las palabras evangélicas de las parábolas que suelen colocar en boca de aquel laico de Galilea llamado Jesús de Nazaret.

Vamos a poder contemplar sin prisas la presencia de un terrateniente con su viñador, su viña y su higuera. En los lares mediterráneos abunda esta misma realidad. Se trata de una realidad de las narraciones bíblicas. 

Mi contemplación crítica de estas notas de la naturaleza y del pensar de los humanos me susurra realidades nuevas de mi propia experiencia de creyente: Toda HIGUERA sin su fruto, ¿merece la pena que sólo exista para ostentarse? Y así también, toda RELIGIÓN sin su fruto, ¿merece la pena que sólo exista para ostentarse? 

¡Córtala!, oigo en mis adentros. Aunque también soy consciente de que existe otro buen puñado de interpretaciones muy distintas. Existen opiniones para todo; y para estas cuestiones también. De esto, algo sabía aquel viñador de la parábola, que estaba convencido de no se sabe qué: ¡Déjala un año más!, es la petición interpretativa de la ostentación.

Y por estar en tiempos 'de guerra' me ha parecido oportuno volver a leer la narración de 'Una mujer en Berlín'. La pasión por vivir siempre da frutos buenos, sanos y entrañablemente humanos. 

A continuación se encuentran los comentarios del Evangelio.

También se los encuentra en el archivo adjunto. Carmelo Bueno Heras.

    

Domingo 3º de Cuaresma C (20.03.2022): Lucas 13,1-9. Así lo comparto CONTIGO: En el Evangelio no existe Templo ni Religión.

En el primer domingo de la Cuaresma contemplamos al Jesús del Evangelista Lucas en su experiencia de las tentaciones en el desierto (Lc 4). En el segundo domingo de la Cuaresma contemplamos al Jesús del Evangelista Lucas en su experiencia de presentarse como mesías escandaloso para cualquier judío (Lc 9). Y en este nuevo domingo, el tercero, de la Cuaresma contemplamos al Jesús del Evangelista Lucas en su experiencia de contador de parábolas (Lc 13).

En el relato de Lc 13,1-9 contemplo a Jesús de Nazaret que, según su Evangelista Lucas, contó una tan preciosa como precisa parábola que comienza así: “Un hombre tenía plantada una higuera en su viña” (13,6-9). La parábola está dirigida a aquellas gentes, judías ortodoxas’ que se atrevieron a comentar a Jesús que la autoridad política se había inmiscuido en un gravísimo asunto religioso judío: la política romana violentó la ritualidad de la ofrenda de sacrificios en el único altar de la religión judía en el Templo de Jerusalén. Cuestión de lesa majestad... ¡divina!

Una muy sagrada tradición judía desde el origen de la institucionalización del Templo por Salomón era la ofrenda de la sangre de los sacrificios de animales para el perdón de los pecados y la consiguiente purificación de los buenos judíos creyentes y practicantes. Pilato violentó y violó esta tradición (Lc 13,1-5). Ante este hecho tan blasfemo para el Yavé Dios de Israel, el laico y galileo judío Jesús de Nazaret cuenta la sorprendente y desconcertante parábola mencionada.

Me digo una vez más que el hombre, la higuera y la viña de la parábola no son otras realidades que el Yavé Dios de la religión judía, el único Templo que se ubica en el la capital del pueblo y la tierra de Israel. Según la parábola, esta institución del Templo de Jerusalén estaba acostumbrada desde hacía tiempo a no dar los frutos que de él esperaba el pueblo. ¿Acaso en tiempos de Jesús este Templo andaba carcomido en sus adentros por la corrupción de los intereses económicos?

“Córtala” (13,7): ¿Que se cierre el Templo? ¿Se le destruya? ¿Desaparezca? Así habla este Jesús.

En la parábola se nos habla de un personaje tan normal y curioso, a la vez, en estos asuntos de la higuera y el viñedo como lo es ‘un viñador’. Digo que es normal el viñador, porque se le ve ocupado y bien preocupado por la higuera de su viña. No está dispuesto a prescindir de ella. ¿Confía en su recuperación y en la capacidad de producir de nuevo frutos, y que sean buenos? Me resulta curiosa la confianza del viñador en la transformación de aquel Templo y de su misión.

Siempre que leo la parábola de esta higuera me suelo preguntar qué fue de ella en los años siguientes. Y me digo que, cuando Lucas el Evangelista escribe, aquel Templo de Jerusalén está tan destruido como la ciudad de Jerusalén. Ya no existe una higuera en la viña. Ya no hay templo en el pueblo judío ni en su religión. Y, ¿qué fue del viñador?

Creo que tú y yo sí lo sabemos. ¿No fuimos y somos cada uno el viñador del templo de nuestra propia religión? En el Evangelio de Jesús no existe ni Templo ni Religión. Carmelo Bueno Heras.


CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos

Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros. Creo que, en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo de toda persona, ¡todo está relacionado!

Ahora, Semana 17ª: 20.03.2022. Cita de: Anónima, Una mujer en Berlín, Anagrama, febrero de 2007, 325 páginas.

 

“Hans Magnus Enzensberger rescató del olvido esta obra en su colección Die Andere Bibliothek, muchos años después de su primera edición alemana de 1959. En su introducción nos relata los avatares editoriales del manuscrito y comenta las razones por las que se siente obligado a respetar el deseo de la autora de permanecer en el anonimato [...]

PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN, DE 1954.

La autora escribió estos apuntes con letra muy menuda en tres cuadernos escolares entre el 20 de abril y el 22 de junio de 1945. A partir de julio de 1945 pasó estos cuadernos a máquina para una persona muy vinculada a ella. En ese proceso, las palabras fueron convirtiéndose en frases. Los esbozos fueron cobrando sentido [...]

Que la escritora desee permanecer en el anonimato es algo que cualquier lector comprenderá sin más. De todos modos, su protagonismo es circunstancial, porque lo que se ilustra aquí no es ningún caso concreto de interés, sino el gris destino compartido por innumerables mujeres. Sin su declaración, la crónica de nuestra época, escrita hasta la fecha casi exclusivamente por varones, sería parcial e incompleta.

VIERNES, 20 DE ABRIL. DE 1945, CUATRO DE LA TARDE

Sí, la guerra viene arrollando sobre Berlín. Lo que ayer era sólo un retumbar lejano es hoy un redoble constante. Se respira fragor de mortero. El oído, ensordecido, ya sólo percibe los disparos del calibre más grueso. Hace ya mucho que dejó de distinguirse su procedencia. Vivimos en un cerco de cañones que se va estrechando con cada hora que pasa.

De vez en cuando hay horas de un silencio inquietante. De pronto se le pasa a una por la mente que es primavera. A través de las ruinas calcinadas del barrio sopla vaporosamente el aroma de las lilas desde jardines sin dueño. El muñón de la acacia de delante del cine ha reverdecido rabiosamente. En algún momento, entre las alarmas, los jardineros deben de haber cavado, pues en los cenadores de la Berliner Strasse se ve tierra recién labrada. Sólo los pájaros desconfían de este abril; nuestros canalones están sin gorriones.

A eso de las tres, el repartidor de periódicos detuvo su vehículo junto al quiosco. Ya había unas veintitantas personas esperándole con impaciencia. En un abrir y cerrar de ojos desapareció en una nube de manos y monedas de diez pfennigs. Gerda, la mujer del portero, pescó un puñado de ejemplares de la ‘edición de noche’ y me dejó uno. Ya no es un periódico de verdad, sino una especie de edición extra, impreso a dos páginas y con la tinta aún fresca [...]

De nuevo en la buhardilla. No es mi hogar. Ya no tengo ninguno [...]

Ahora que todo ha desaparecido y tan sólo me queda una maleta pequeña con ropa, me siento desnuda y ligera. Como ya no poseo nada, me siento dueña de todo. De esta buhardilla ajena, por ejemplo [...] Texto completo, en las páginas 5. 13-14. 19-21.

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