Nuestra Señora la Bienaventurada Virgen María de Fátima, en Portugal. En la localidad de Aljustrel, la contemplación de la que, en el orden de la gracia, es nuestra Madre clementísima, suscita en muchos fieles, no obstante las adversidades, la oración por los pecadores y la profunda conversión de los corazones.
En Maastricht, junto al río Mosa, en la Galia Bélgica, san Servacio, obispo de Tongres, que defendió con tenacidad la fe ortodoxa nicena acerca de la naturaleza de Cristo, en las controversias suscitadas en varios concilios. († c. 384)
En Poitiers, en Aquitania, santa Inés, abadesa, que recibió la bendición de manos de san Germán de París y gobernó con inmensa y amorosa solicitud el monasterio de la Santa Cruz. († 588)
En el lugar llamado Goriano Sicoli, en los Abruzos, beata Gema, virgen, que vivió recluida en una pequeñísima celda adosada a la iglesia, desde la que podía ver solamente el altar. († 1439)
En Como, ciudad de Lombardía, beata Magdalena Albrici, abadesa de la Orden de San Agustín, que reavivó extraordinariamente el fervor de perfección de sus hermanas en religión. († 1465)
En Casamari, Provincia de Frosinone, en Italia, beatos Simèon-Marie Cardon, presbítero, Dominique-Marie Zavrel, Albertin-Marie Maisonade, Modeste-Marie Burgen [Bougue] y Maturin-Marie Pitri, cistercienses de la Abadía de Casamari, muertos en odio a la fe. († 1799)
En Puy-en-Vélay, en la comarca de Poitiers, en Francia, san Andrés Huberto Fournet, presbítero, que ejerció como párroco durante la Revolución Francesa, fortaleciendo, no obstante su condición de sacerdote proscrito, la fe de sus feligreses, y, al restablecerse la paz para la Iglesia, fundó, junto con santa Isabel Bichier des Ages, el Instituto de Hijas de la Cruz. († 1834)
En Granada, España, beata Maria de la Concepción Barrecheguren García, joven laica que, a pesar de su precaria salud, supo cultivar las virtudes cristianas de manera heroica, y desde niña mostró una ejemplar vida de devoción y fe. († 1927)
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