El año de la primera biografía de Jesús de Nazaret
Ahora es sábado, 2 de
diciembre, fiesta de Nochevieja en la Iglesia vaticana. Se acaba el año del
Ciclo A. Y mañana amaneceremos en el primer día y primer domingo del nuevo año
y de su Ciclo B. En adviento. En la espera. Un poco más de tres semanas que se organizan
en torno a cuatro domingos. Creo que la naturaleza, que es naturaleza y tan
diversas en el norte como en el sur, sigue su ritmo sin atenerse a tales
nomenclaturas que tanto nos suelen gustar a los humanos. Etiquetas, más o menos
acertadas.
El tres de diciembre
comenzamos en esta Iglesia de nuestras creencias el llamado Ciclo B. La
característica de este Ciclo no es otra cosa que proclamar domingo tras domingo
en la santa misa eucarística un relato del llamado Evangelio de Marcos. Así
tendría que ser, pero después de los dos primeros domingos de este Ciclo ya no
leemos en la misa dominical un relato de este Evangelio y así irá sucediendo en
multitud de ocasiones a lo largo de los cincuenta y dos domingos con sus
respectivas semanas. Esta manera de leer un Evangelio, tan característica de
las católicas ordenanzas vaticanas, no ayuda en casi nada a la comprensión del
mensaje de este Evangelio. Tal propuesta litúrgico-pastoral no hay manera de
cambiarla dentro de nuestra iglesia católica.
Erre que erre, sigo empeñado
en volver a sugerir que sí es posible leernos, en el tiempo de un año
litúrgico, este Evangelio de Marcos de forma completa y ordenada, empezando por
el comienzo y acabando por el final, como es lo natural. Así que en el
apartado titulado 'CINCO MINUTOS SEMANALES' dejaré constancia del comentario de
este Evangelio llamado de Marcos y que según mis tesis, tan válidas como otras
más documentadas, tuvo como autora a María de Magdala. Este trabajo de
comentarista ya lo realicé en el año eclesiástico 2016-2017, como seguramente
recuerdas bien, leyente en estos lares de la comunicación...
Y como hago siempre en estos
ocho años anteriores comparto el comentario al relato del Evangelio de
cada domingo de este nuevo Ciclo B (2023-2024).
Comparto también mi
satisfacción por volver una novena vez a comentar los textos del Evangelio que
nuestra Iglesia nos propone domingo a domingo. Este texto dominical del
Evangelio y el comentario que me arriesgo a compartir sostienen mi día a día de
la semana y constituyen uno de los tesoros del mejor acompañamiento que me
pueda permitir como alimento para el camino de la vida, la misión, la
evangelización y, sobre todo, la convivencia codo con codo con quienes me
rodeo y me rodean.
Creo que ya he dicho todo lo
que debía decir como importante en el día de la Nochevieja para abrir paso al
AÑO NUEVO en esta oferta de la RELIGIÓN del Vaticano.
Junto a la oferta de
esta Religión, como ahora repito y lo seguiré haciendo, iremos constatando
que el mensaje del Evangelio de Jesús es otra cuestión bien distinta. La Buena
Noticia de este hombre del judaísmo laical sigue siendo nueva y
buena, alternativa, provocación, utopía, luz, calor, agua y camino. Y, por
encima de todo esto: AIRE, fresco, abundante y gratuito. Me siento ya una vez
más, 'bienvenido a' y 'bienhallado' en 'el carmen evangélico' de la primera
biografía de Jesús de Nazaret, como algunos sabios y sesudos investigadores
llaman a este Evangelio de Marcos-María Magdalena.
Nada más. Buen primer domingo
del Adviento y mejor encendido de la primera vela de la corona de la esperanza.
A continuación se encuentran
los dos comentarios para este domingo 3 de diciembre.
También se pueden encontrar
estos dos comentarios en el archivo adjunto.
Carmelo Bueno Heras
Domingo 1º de Adviento B
(03.12.2023): Marcos 13,33-37. Respiro,
vivo y sigo escribiendo CONTIGO:
¡Que nadie confunda templo
y religión con Jesús de Nazaret!
Llegó como suele llegar todo,
despacio, día a día. Llegó el primer domingo del mes de diciembre. Llegó el
primer domingo del nuevo año de la Iglesia. Llegó el primer domingo del llamado
ADVIENTO, en donde ya se está más en Navidad que en Adviento. Así lo ha
comprendido el negocio de la empresa, sobre todo en las grandes ciudades con
sus grandes superficies de compra-venta. El Adviento se puso en venta. Es una
más de las nuevas realidades y no es desde hace poquito. Llevamos ya muchas
décadas con este trajín del negocio navideño.
Como bien sabes, desde el año 2015 llevo entre manos
esta tarea de comentar domingo a domingo el texto del Evangelio que se proclama
en la liturgia católica. En este día 3 de diciembre se inicia el nuevo año de
la Iglesia del Vaticano y con él comienza también el Ciclo B que desea colocar
como protagonista al llamado ‘Evangelio de Marcos’. Por tercera vez encaro esta responsabilidad. Y una vez más diré que
disiento de la decisión vaticana de proclamar en este inicio del Adviento el
relato de Marcos 13,33-37. El autor (a) inició el relato de su
Evangelio en Marcos 1,1.
Deseo advertir ya desde ahora que quienes lean o
escuchen solamente este texto que está prescrito o recomendado está legitimado
para comprender el imperativo ‘¡VELAD!’ como mejor le parezca. Nuestra Iglesia
vaticana desea que en el Adviento de su organización del tiempo nos dediquemos
a ‘velar’ que es como decir ‘estad muy atentos’. Y yo me digo que ‘atentos’,
los humanos, lo estamos siempre. En plan de humor suelo decir que no existen
las personas distraídas, porque estas tales, en realidad, estaban atentas a
otra cosa. Incluso, cuando se duerme también se está atento a ‘alguna cosa’,
consciente o inconscientemente.
En cambio, deseo añadir, por si orienta en la lectura
o en la escucha, que este relato breve de Mc 13,33-37 es el
final de un discurso que la mano narradora colocó en boca de su Jesús de
Nazaret y tiene un contexto muy concreto, preciso, importantísimo. Al parecer
se trataba de realidades de la historia del siglo primero de nuestra tierra en
las orillas orientales del Mediterráneo y del famoso Imperio romano que ya se
había encargado de ‘arrasar’ el llamado segundo Templo del pueblo de Israel.
El primer templo fue el de Salomón que quedó destruido
por Babilonia unos 580 años antes de Jesús de Nazaret... Y una vez reconstruido
volvió a ser destruido por el poder de Roma hacia el año 70 después de Cristo.
Y desde entonces hasta ahora mismo este pueblo de Israel no tiene templo y un
20 % de los judíos actuales desea volver a tener su nuevo y tercer templo en
Jerusalén. Conviene leerse muy despacio Marcos 13,1-37.
Y por decirlo más completo, conviene leerse Marcos
desde 11,1 hasta 12,44 para caer en la cuenta de que aquel judío laico de
Galilea llamado Jesús de Nazaret predicaba, desde su fe en la buena noticia (Mc
11,20-26), que no era necesario templo alguno. El templo es el poder de toda
religión, menos para Jesús. Carmelo Bueno Heras
CINCO MINUTOS semanales
con el Evangelio de Marcos entre las
manos para leerlo y meditarlo completo y de forma ordenada, de principio a fin.
Semana 1ª (03.12.2023): Marcos
1,1-8.
Comienzo. Esta
es la primera palabra del relato sobre Jesús de Nazaret que alguien en algún
lugar y en algún momento se atrevió a escribir y que hoy conocemos como
‘Evangelio de Marcos’. ‘Comienzo’ era también la primera palabra de la Ley
(Génesis 1). Y ‘comienzo’ fue después también la primera palabra del llamado
Evangelio de Juan. Con esta palabra coloco la primera piedra de los cincuenta y
dos comentarios que deseo escribir domingo a domingo a lo largo de este año
eclesiástico de 2016-2017. (Esto fue entonces, y ahora será en el 2023-2024).
Como me sigue desagradando la propuesta evangelizadora de nuestra liturgia
dominical he decidido este año volver a Galilea de la mano y letra de la fe de
María Magdalena para ‘ver’ a ese Jesús de Nazaret al que amó y de quien escribió
cuando ya no pudo guardárselo sólo para ella misma: “Buscáis a Jesús de
Nazaret, el crucificado. Vive. No está aquí. Ved el lugar... Pero id a decir a
sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea. Allí le veréis
como os dijo. Ellas [María Magdalena, María la de Santiago y Salomé] salieron
huyendo del sepulcro con temor y temblor. Y no dijeron nada a nadie porque
tenían miedo…” (Marcos, 16,1-8).
Esta mujer, evangelizadora, se atrevió a contarnos en su escrito la experiencia
de haber visto, oído, tocado, olido y comido a Jesús de Nazaret, el hombre de
carne y hueso al que conoció en Galilea en los días de su vida: “Había
allí unas mujeres mirando desde lejos. Entre ellas estaban María Magdalena,
Salomé y María la madre de Santiago y de José, que le habían seguido-servido
desde cuando estaba en Galilea. Y estaban también otras muchas que habían
subido con él a Jerusalén” (Marcos 15,40-41). Antes de que
Jesús tuviera seguidores ya tenía seguidoras. Y María Magdalena fue la primera.
“Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, hijo de Dios y mesías” (Marcos
1,1). ¿Podría decirse que este es el título de la obra escrita por esta
mujer evangelizadora? He escrito en minúscula ‘hijo’ y ‘mesías’. Creo que sólo
leyendo todo el relato completo se comprende que el mesianismo de Jesús es su
no-Mesianismo (Marcos 8,27-33). Y así sucede también con su ser hijo,
como lo somos todos los vivientes (Marcos 3,20-35). Él fue ‘tan especial
y único’ como todos.
“Apareció Juan en el desierto y bautizaba…” (Marcos
1,2-8). ¿Quién es esta persona, de dónde proviene, cuál es su familia, por
qué ha llegado hasta aquí? Lo que sí está claro es que viste y come como lo
hacía el viejo profeta judío Elías y, también como él, es un hombre del
desierto. Habla de un bautismo con agua que sólo él práctica y que perdona los
pecados como lo hacen los sacerdotes del templo de Jerusalén. Juan bautiza y
perdona gratuitamente. En el templo se pagan los sacrificios por los pecados.
Su bautismo es escandalosamente revolucionario.
Al oír y ver a este Juan (1,5), las gentes se preguntaban: ¿será que
Elías ha vuelto como perdonador de pecados? ¿Quién es este Juan y por qué ha
llegado a hablar, vivir y bautizar como él lo hace y no como lo ordena la
llamada Ley de Dios y de los Sacerdotes de su Templo? ¿Quién es este hombre y
por qué vive así? Esta es la pregunta que ningún lector de Marcos puede dejar
de hacerse y responderse. También, creo, que se la hizo Jesús. Y su respuesta
fue ir, verlo y estar con él. Me impresiona constatar que Jesús decidió ser un
aprendiz.
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