Vive Jesús
en nuestros corazones. Siempre.
Tercer domingo de diciembre.
Tercer domingo de Adviento. Que viene, que viene, que vengas, que vengas. Ven.
Ven. Ven. Creo que nos hartamos de decir que venga, que tiene que venir. ¿Que
tiene que venir quien ya vino? Si ya vino y se fue, no volverá otra vez. Nadie
vuelve. Nadie ha vuelto. Nadie volverá. Y la historia sigue. Y la Tierra sigue.
Y el mundo sigue. Todo sigue, sea como sea. Todo sigue y cada uno de nosotros
seguimos también. Un poco más envejecidos, un poco más desvividos.
Todos seguimos hasta que nos paramos, dejamos de respirar y el aire pasa ante
nosotros sin detenerse a calentarnos... Es nuestra experiencia. Lo que vemos y
tocamos. ¡Lo que sabemos!
Pero nos queda otra realidad,
la nuestra. La de cada uno. La capacidad de imaginar a nuestra manera. La
capacidad de recordar a la manera de cada cual. ¡¡¡¡La capacidad de crear!!!! Y
estas capacidades son reales, tan reales como humanizadoras. Tan humanizadoras
como transgresoras. Tan transgresoras como transfiguradoras. Tan, tan, tan...,
como cada una de nuestras neuronas. ¿Magia? ¿Milagro? Realidad vital.
¿Quién es Jesús de Nazaret
para mí? ¿Quién es para ti? ¿Quién es para los que ves, oyes, hueles, tocas...?
Contigo me confieso:
Vive Jesús en nuestros
corazones.
Siempre.
Punto final a la presentación
de estos comentarios del día 17 de diciembre de 2023.
A continuación puedes leer
estos comentarios.
También se encuentran en el
archivo adjunto.
Carmelo Bueno Heras
Domingo 3º de Adviento B (17.12.2023): Juan 1,6-8.
19-28. Respiro,
vivo y sigo escribiendo CONTIGO:
Juan y Jesús decidieron perdonar todos los pecados a todas
las personas.
Los domingos del llamado tiempo de Adviento dentro de la
familia eclesiástica son cuatro, como los puntos cardinales de nuestro planeta
tierra y las cuatro velas que se hermanan alrededor de una corona, normalmente,
floral. En estos cuatro domingos se pretende preparar la llegada de la Navidad.
Pareció oportuno, o suficiente, o consensuado que fueran cuatro. Nada de todo
esto se nos dice en las narraciones de los cuatro Evangelios canónicos (Marcos,
Mateo, Lucas y Juan). Es la fuerza de la RELIGIÓN quien propone estas prácticas
religiosas.
Para este domingo tercero del Adviento, llamado ‘Gaudete’
(del gaudio latino ‘alegrarse, alegría, gozo’ y demás derivados), se nos
propone un texto, para el Evangelio de la liturgia eucarística, de recorta y
pega: tres versículos del prólogo del Evangelio de Juan y otro puñado de
versículos de este capítulo primero del Evangelio de Juan donde se narra un
sorprendente encuentro de dos mentalidades judías en torno a la persona de Juan
el llamado Bautista. Éste, Juan, es el personaje central del relato pergeñado
por el Dicasterio de la Liturgia para esta tercera semana del tiempo del
Adviento: Juan 1,6-8 y 1,19-28.
En los versículos que no se nos proclaman (Juan 1,1-5 y
1,9-18) nos cuenta el Evangelista sus convicciones más centrales sobre la
persona de Jesús de Nazaret, ‘el Palabra de Dios’. Pero estas
afirmaciones no deben hacerse aún, porque estamos ‘de espera’, es decir, de
Adviento por la llegada de ‘El Salvador’. ¿Por qué la liturgia de la religión
se comporta de esta manera? Si se nos explicara, tal vez, lo comprenderíamos.
Confieso que prefiero la lectura ‘sin recortes’.
Deseo señalar en este comentario que la figura y persona de
Juan el Bautista está íntimamente unida a la personalidad y misión de Jesús de
Nazaret, según los cuatro Evangelistas. Cada uno de los narradores destaca
aspectos específicos y distintos de esta relación entre Juan y Jesús. Lo que
suele quedar muy claro y preciso es que Juan es un perdonador de pecados. De
los pecados que sólo debían ser perdonados por el sacerdocio en el Templo de
Jerusalén. Por eso, algún Evangelista, como Lucas, subraya la condición
sacerdotal de este perdonador por ser hijo del Sumo Sacerdote Zacarías e
Isabel. Este Juan, sacerdote, perdonará pecados de manera muy distinta a como
se hacía en la ‘oficialidad religiosa’ de la Ley de Moisés y del Templo. Jesús
de Nazaret, que era judío y laico y del norte galileo, aprendió de aquel Juan a
perdonar pecados.
En la llamada comunidad de seguidores de Jesús hoy, dos mil
años después, sólo pueden perdonar pecados ‘oficialmente’ los sacerdotes de la
Religión cristiana católica vaticana (reléase una vez más Querida Amazonía 88).
La acción perdonadora de aquel Juan el Bautista en las orillas del Jordán, y no
en el único Templo de la capital, levantó todas las alarmas en el ámbito
sacerdotal de la dogmática religiosa judía de la Ley de Moisés y de su Yavé
Dios. Una delegación de Jerusalén se presenta ante Juan en el lugar donde éste
perdona a todos sus pecados por la pura gratuidad del sacerdocio de Juan para
investigar por qué realiza de forma herética aquello que la ley prohíbe.
Después de leer estas cosas en el Evangelio de Juan comprendo que Jesús
aprendiera a perdonar todo pecado a toda persona. Carmelo Bueno Heras.
CINCO MINUTOS semanales
con
el Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de
forma ordenada, de principio a fin.
Semana 3ª (17.12.2023): Marcos
1,14-20
Buscáis a Jesús de Nazaret… Id… a Galilea. Allí le
veréis (Mc 16,6-7). “Después
de Juan, encarcelado por perdonar todo tipo de pecados, Jesús se fue a Galilea para
decir bien alto que el Evangelio de su Dios no era la ley de la religión del
templo y del sacerdocio judío. Allí y así, Jesús invitaba a acoger y a fiarse
de un Evangelio nuevo, de una buena noticia nueva” (Mc
1,14-15). Estamos en el tercer domingo del Evangelio de Marcos. Cuando
lleguemos al último comentario, el quincuagésimo segundo (Mc 16,1-8),
diremos que hay que regresar a este lugar del texto del Evangelio y al espacio
y al tiempo en los que Jesús de Nazaret empieza a ser persona conocida (1,14-15).
Toda esta realidad se sintetiza, se evoca y se actualiza en una expresión bien
sencilla: “Jesús se fue a Galilea”. Esto es lo que importa.
Para este o esta Evangelista, sólo
importa que Jesús de Nazaret es un adulto bien adulto, encontrado-bautizado con
Juan en el río Jordán y que después de un tiempo ‘de desierto’ aparece
enseñando ‘una extraña, pero buena noticia’ en Galilea. ¿Quién es esta persona?
¿Quiénes son sus padres? ¿Tan poco importa que ignoremos sus nombres? ¿Cuántos
años tiene? ¿Qué ha hecho o vivido en todo este tiempo? ¿Tuvo una infancia
dulce o agitada hasta los doce años? ¿Y qué hizo o a qué se dedicó de los doce
en adelante? Quiero entender con este primer Evangelio que la infancia y
juventud de esta persona no importan nada. Importa solo que era adulto y que se
fue a Galilea (1,14-15).
Y otra cuestión que aquí no dice el
texto de Marcos, pero que sí lo vamos a leer al llegar al penúltimo capítulo: “Algunas
mujeres contemplaban la escena (de la muerte de Jesús en la cruz) desde
lejos. Entre ellas, María Magdalena y… y…, que habían seguido a Jesús desde
cuando empezó en Galilea y habían aprendido de él y con él a servir. Y había
otras muchas mujeres que habían subido con él a Jerusalén” (Marcos
15,40-47). Estas mujeres, y muchas, están ya con Jesús antes de todo cuanto
se cuenta inmediatamente en 1,16-20. Ellas fueron las primeras en estar
con Jesús y serán las únicas y las últimas que siguieron estando a su lado
hasta el desvivimiento de Jesús de Nazaret. Nadie se inventa estas cosas. Las
está diciendo el llamado Evangelio de Marcos, el primero que se nos escribió.
Después de esto, las tareas de Jesús
que se nos cuentan en 1,16-20 suceden en ‘el mar’, que así se le llama
en este Evangelio al gran lago de Galilea. El mar, para estas gentes del Israel
del siglo primero, es el símbolo perfecto del mal, por ser el lugar más alejado
y opuesto del lugar del Dios Yavé que es el cielo. En este mar de Galilea se
pescan peces para ganarse el sustento y poder vivir. Y, en el lenguaje
literario y teológico de este Marcos, parece que ha llegado la hora de liberar
del mal del mar a cuantas personas andan atrapadas en las aguas esclavizadoras
del poder del mal, religioso-político-económico, que tanta deshumanización
genera. Por este mar del poder del mal ha navegado ya Jesús de Nazaret en sus,
más-menos, treinta años de su vida. Por eso se atreve a anunciar ‘la buena
noticia liberadora’ de estos ‘poderes’ e invita a que otras personas compartan
su misión: ‘seremos pescadores-liberadores de hombres’ (1,17). Carmelo
Bueno Heras. En Burgos, 11 de diciembre de 2016.
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