Es trabajo arduo escribir
la historia
Cuando pensaba en esta
presentación de los comentarios del Evangelio para este segundo domingo de
Adviento y de diciembre, no sé muy bien la razón por la que se me vino a la
mente el recuerdo de un escritor romano del siglo primero antes de Cristo
llamado Salustio (86 a 35 a.C) . Consulté los datos de este hombre y de
alguno de sus escritos y tomé la decisión de transcribir un texto suyo, ni
largo ni breve, ni el mejor ni el peor, ni el más brillante ni el más
desafortunado. Sencillamente uno, y que cada leyente juzgue la
oportunidad o despropósito de mi opción.
No se habla en él de guerras
como las que sufrimos ahora tan sangrantes; tampoco menciona ni de pasada
cuestiones de amnistías, cambios climáticos ni asuntos de inteligencia
emocional o artificial. El texto de aquel romano, con más de dos mil años a sus
espaldas, sigue siendo una luz para los que se atreven a no olvidar la historia
por temor a tener que repetirla, corregida y a menudo aumentada. El texto de
nuestro aquel Salustio es éste:
"Es hermoso servir bien
al Estado, también es bueno hablar bien; por la paz o por la guerra puede uno
hacerse célebre: los que obraron y los que escribieron las obras de otros
son muy alabados. A mí, aún cuando no sea igual la gloria del historiador
y del héroe, me parece sin embargo que es trabajo arduo escribir la historia,
lo primero porque las palabras habrán de estar a la altura de los hechos, luego
porque la mayoría cree que las faltas censuradas lo son por envidia o
malquerencia; y cuando se exalta el gran valor y la gloria de los hombres de
bien, lo que cada uno cree que le sería fácil hacer, lo acepta de buen grado y
lo demás lo considera una ficción o lo tiene por falso.
Cuando era joven, yo, como
otros muchos, al comienzo me lancé ardorosamente a la política y en ella tuve
muchas contrariedades, porque en el sitio del pudor, del desinterés y de la
virtud reinaban la audacia, el soborno y la avaricia. Aunque mi ánimo
despreciaba esto, desacostumbrado como estaba a la malicia, entre tan grandes
vicios mi tierna edad se corrompía con la ambición; y a pesar de que me sentía
alejado de las malas costumbres de los demás, la sed de honores, al igual que
el resto, me castigaba con la maledicencia y con la envidia" (Salustio, Conjuración de Catilina, Texto latino con traducción
de Manuel C. Díaz y Díaz, Editorial Gredos, Madrid, 1974, páginas 14-17)
Merece la pena, me digo una
vez más, perderse en los relatos de los antiguos sabios, sean de la tierra, la
lengua, la cultura o religión que sea...
A continuación se encuentran
los dos comentarios del Evangelio para el domingo día 10 de diciembre.
Carmelo Bueno Heras.
Domingo 2º de Adviento B (10.12.2023): Marcos
1,1-8. Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:
La primera página de la
primera biografía de Jesús de Nazaret
“Una
idea exitosa. Al primer autor al que se le ocurrió escribir una vida de
Jesús es el evangelista Marcos. Antes de él sólo circulaban recuerdos sueltos
sobre Jesús, transmitidos por testigos oculares. También había algunas cartas
de Pablo y una colección de dichos hoy conocida como ‘Documento Q’. Pero eran
informaciones dispersas. No existía ningún libro que abordara su vida. En
cierto momento, hacia el año 70, a un escritor judío se le ocurrió la brillante
idea de unir esos datos sueltos en una obra narrativa, comenzando con el
bautismo de Jesús y terminando con su muerte. El resultado fue la primera
biografía de Jesús de Nazaret.
Este
autor nunca imaginó que su genial creación tendría un éxito arrollador, y que
más tarde daría lugar a tres evangelios canónicos (Mateo, Lucas y Juan), 71
evangelios apócrifos (al menos los que conocemos) y unas 100.000 vidas de Jesús
que se escribieron a lo largo de estos dos mil años” (Esta larga cita puede consultarse
en Ariel Álvarez Valdés, Nuevos enigmas de la Biblia-5, PPC, Madrid, 2023,
páginas 105-106).
La
Iglesia nos propone la lectura de la primera página de esta ‘biografía de
Jesús’ para la celebración litúrgica del segundo domingo de su tiempo de Adviento:
“Así comienza el Evangelio de Jesús-Mesías-Hijo de Dios. Conforme está
escrito en Isaías el profeta: mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha
de preparar tu camino… Apareció Juan bautizando en el desierto… Juan llevaba un
vestido de piel de camello… Proclamaba: detrás de mí viene el que es más
importante que yo… Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con
Espíritu Santo” (Marcos 1,1-8). Aquí se nos pondrá el punto final de
esta primera página en la proclamación de la Buena Noticia de este Jesús de
Nazaret en la eucaristía del domingo día 10.
En
la realidad de la narración evangélica, esta primera página de la ‘biografía
primera de Jesús’ continúa con los breves relatos del ‘Bautismo de Jesús por
Juan’ (Mc 1,9-11, que se nos leerá el domingo 7 de enero de 2024) y de
‘las tentaciones de Jesús en el desierto’ (Mc 1,12-13, que se nos leerá
el domingo 18 de febrero, primer domingo de Cuaresma). Así está programada la
propuesta de lectura de esta ‘biografía de Jesús’ por la Iglesia católica para
sus creyentes.
Por
constatar esta desafortunada propuesta, según mi sentido común en la lectura,
me sugiero que en este domingo segundo del mes de diciembre me leeré despacio estas
tres partes que la mano redactora de la primera biografía de Jesús me ha
propuesto para mi información y, sobre todo, para mi formación.
Comprendo
que las primeras palabras de esta ‘biografía primera de Jesús’ me suenan a
título de toda la narración: Comienzo, buena noticia, Jesús, Mesías, Hijo de
Dios. Cinco expresiones relacionadas todas con la persona de Jesús de
Nazaret, aquel judío y laico y galileo a quien se le llama, explícitamente,
EVANGELIO. Jesús de Nazaret es el Evangelio; la Buena Noticia. Y hablar
del ‘Comienzo’ es hacer un guiño en toda regla al libro del Génesis, al que le
copia casi textualmente su ‘Comienzo’.
Por
fin diré que los dos títulos que atribuye el redactor (o redactora) de la
biografía a su Jesús de Nazaret habrá que comprenderlos y comentarlos después
de habernos leído toda la biografía. Sólo entonces se comprenderá que este
Jesús es Mesías e Hijo de Dios de la misma manera que tú y yo también lo somos.
Esto es ya una sorpresa para muchos. Esto es afirmar en toda su plenitud la
humanidad que compartimos con este judío laico. Carmelo Bueno Heras.
CINCO MINUTOS semanales
con el Evangelio de Marcos entre las
manos para leerlo y meditarlo completo y de forma ordenada, de principio a fin.
Semana 2ª (10.12.2023): Marcos 1,9-13
Juan
y Jesús se encuentran y bautizan.
Los
versículos 2 al 13 de este primer capítulo de Marcos forman una preciosa unidad
literaria y teológica. Si se relee el texto se cae en la cuenta de que hay un
lugar llamado ‘desierto’ en el que primero está Juan, el que viste y come como
el profeta Elías (versos del 2 al 8). Aquí la palabra ‘desierto’ aparece citada
dos veces. Y luego está el segundo desierto. El de los versos 12 y 13. Un
desierto breve en el texto y de cuarenta días en el tiempo. Es el desierto
donde está Jesús acompañado de fieras bestias salvajes por un lado y de ángeles
por otro. Acompañado o tentado, qué más da. También en este par de versículos
se cita dos veces la palabra ‘desierto’. Estos desiertos, ¿son lugares de la
toponimia de la tierra o son símbolos de otra realidad?
Entre el ‘desierto’ de Juan (vv. 2-8) y el ‘desierto’ de Jesús (vv. 12-13)
leemos los versículos 9 a 11. Aquí se cuenta el encuentro de Jesús, que llega
desde Nazaret de Galilea, con Juan en las orillas el río Jordán. Juan y Jesús
en el Jordán. Y el encuentro es el bautismo. Dos adultos, bien adultos, se
encuentran y se bautizan. Lo repito para que se grabe, se encuentran y se
bautizan. Su encuentro es su bautismo. Adultos de unos treinta años, más o
menos. ¡Cuánto me gustaría preguntar menudencias como ésta a su autora María
Magdalena!
Entre un desierto y otro, como los dos panes de un bocadillo, leemos el
encuentro de Juan con Jesús para poder decir que se trata de un bocadillo muy
especial, ‘el del encuentro que es el bautismo’. Desierto-bautismo-desierto,
semejante a ese ‘pan-jamón-pan’. Esta manera de escribir no se la inventó su
autora. Es un género literario que existía desde que el ser humano aprendió a
expresarse con la palabra y en cualquier idioma. En esta expresión importa la
repetición y el contraste. De esta manera, el oyente o el lector mantiene
constante y despierta su atención.
En el brevísimo relato del bautismo (1,9-11) me sorprende meditar este dato: “vio
abrirse los cielos”. Hasta entonces, esos cielos estaban cerrados.
Más acá estaban los humanos y más allá estaba Dios. Un Dios separado, lejano,
trans-cendente. Cuando se abren los cielos, lo de ‘más allá’ y lo de ‘más acá’
pueden intercambiarse. No es necesaria ninguna mediación. Dios se hace
inmediato, cercano, humano, de aquí. Con esta imagen tan elemental y tan
sorprendente describe la fe de una mano narradora la plena humanidad de aquello
que llega a llamarse ‘dios’. Se ha acabado la época de las mediaciones. No hay
más realidad que la del ‘más acá’.
Y del brevísimo relato
de las tentaciones (12-13) en el desierto, me admira que estas tentaciones no
sean tres, como dirán luego Mateo y Lucas, sino una sola. Una sola elección:
ser fiera salvaje como las que se describen en la apocalíptica judía del octavo
capítulo del libro de Daniel, por ejemplo. Jesús pudo elegir ser rey como el
‘macho cabrío’ que fue Alejandro Magno (Daniel 8,19-25). Un Cristo Rey del
Universo hubiera sido magnífico. Pero, aquel Jesús de Nazaret, el laico de
Galilea y de carne y hueso, escogió ser alguien que se pone al servicio de
quienes lo necesitan, como dirá este Evangelio en 10,35-44. ¿Así de fácil?
Claro, decidió ser ‘angelion-noticia’, ángel servidor de un dios que solo y
siempre es ‘humano’.
Carmelo Bueno Heras.
En Burgos, 4 de diciembre de 2016.
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