2015-02-25 L’Osservatore Romano
Etiopía representa hoy un modelo de convivencia pacífica entre cristianos y musulmanes, quienes desde hace siglos viven unos junto a los otros y están comprometidos en luchar contra la pobreza y el fundamentalismo que alimenta tensiones y conflictos. De esta realidad habla a nuestro periódico el cardenal Berhaneyesus Demerew Souraphiel, arzobispo de Addis Abeba, quien recibió la púrpura en el consistorio del 14 de febrero pasado.
Su nombramiento, ¿se puede leer como un aliento a la minoría católica del país?
El Papa Francisco trabaja por la inclusión de todos en la Iglesia. Le estoy agradecido por haber recordado a la Iglesia católica en Etiopía. Es un gran aliento para los católicos en el país y para mí, personalmente, es una invitación a la humildad.
¿Es capaz la Iglesia de desempeñar un papel propulsor en el diálogo entre los cristianos y entre las religiones?
La Iglesia católica en Etiopía, si bien es una minoría desde el punto de vista numérico, es muy apreciada por la Iglesia ortodoxa etíope tewahedo, por todas las denominaciones cristianas y por los musulmanes. Estamos al servicio de todos.
¿Qué pueden hacer los católicos para detener la deriva violenta del fundamentalismo religioso?
Etiopía tiene una buena tradición de pacífica coexistencia entre cristianos y musulmanes. Incluso si los fundamentalistas trataron de provocar divisiones y conflictos, las poblaciones etíopes no los han aceptado ni seguido. Esto no significa, sin embargo, que ellos no estén buscando o hayan dejado de crear tensiones y conflictos. El papel de los católicos es recordar a la sociedad los frutos de la convivencia pacífica, especialmente ahora que Etiopía está comprometida en combatir la pobreza como enemigo común y desarrollar el país realizando infraestructuras fundamentales.
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