viernes, 18 de septiembre de 2015

Beato José Kut - San Metodio Grecia - Santa Ricarda de Andlau - San Ferréolo de Viena 18092015

Beato José Kut

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Beato José Kut, presbítero y mártir
En el campo de concentración de Dachau, cerca de Munich, en Baviera, de Alemania, beato José Kut, presbítero y mártir, que, oriundo de Polonia y sometido a dura custodia, bien cimentado en la fe, voló al cielo víctima de crueles tormentos.
Nace en Slawin (Polonia) el 21 de enero de 1905. Hecho el bachillerato, ingresó en 1924 en el seminario diocesano de Poznan y se ordena sacerdote el 16 de junio de 1929. Es vicario, sucesivamente, de las parroquias de Chodziez y San Martín de Poznan, y en 1936 se le hace administrador de la parroquia de Goscieszyn. Llegada la guerra, su casa fue objeto de un brutal atentado por parte de un grupo de alemanes. Y como él no se retiró de la parroquia por ello, fue arrestado el 6 de octubre de 1941, siendo encarcelado y maltratado de forma indigna hasta su conducción al campo de exterminio de Dachau, donde fallecería de miseria y extenuación el 18 de septiembre de 1942. Había sido un sacerdote muy celoso y responsable. Beatificado el 13 de junio de 1999 por el papa Juan Pablo II.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003



San Metodio Grecia

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Uno de los prelados más sabios y elocuentes de su siglo; obispo, primero, de Olimpia, en la Cilicia, fue trasladado después a Tiro.
Según San Jerónimo, fue martirizado en la isla de Negroponte (Grecia), en la última persecución.
Escribió el Festín de las vírgenes, en el que demuestra las ventajas de la castidad; el Libre albedrío, contra los herejes valentianos, y la Resurreción de los cuerpos, contra Orígenes, El Festín de las vírgenes se atribuye también a Zubulio, pero se cree es un seudónimo del mismo santo, 311 ó 312.




Santa Ricarda de Andlau

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Santa Ricarda, reina
En Andlau, de la Baja Lotaringia, santa Ricarda, la cual, siendo reina, despreció el poder terreno para servir a Dios en el monasterio fundado por ella misma.
Al cumplir los veintidós años, la joven Ricarda, hija del conde de Alsacia, fue dada en matrimonio a Carlos el Gordo, hijo del rey Luis el Germano. Diecinueve años después, en 881, los esposos se trasladaron a Roma para que el papa Juan VIII los coronase como emperador y emperatriz del Sacro Romano Imperio. Hasta entonces, la pareja había vivido en armonía, pero unos pocos años más tarde, el emperador Carlos, ya fuese por fundadas sospechas o por realizar algún propósito inconfesado, acusó a su esposa de infidelidad y señaló, como cómplice del adulterio a su canciller, Liutwardo, que era obispo de Vercelli y un hombre grandemente estimado, tanto por sus habilidades como por sus virtudes. Los supuestos culpables, Ricarda y Liutwardo, comparecieron ante la asamblea de la corte imperial para desmentir solemnemente las acusaciones; el obispo quedó exonerado por un juramento, y Ricarda apeló al juicio de Dios y pidió someterse a la prueba del fuego o, en su defecto, a la prueba de la batalla. La prueba del fuego fue aceptada, y la emperatriz, descalza y vestida con una túnica de material ligero, fácilmente inflamable, caminó sobre un lecho de brasas sin recibir daño alguno.

A pesar de todo, Liutwardo fue despojado de su puesto de canciller y, como no se consideraba conveniente que Ricarda y su esposo continuasen su vida en común después de la pública exhibición de sus desavenencias conyugales, se la autorizó a separarse de Carlos el Gordo. Durante algún tiempo, se refugió en el convento de monjas de Hohenburg y, de ahí, pasó a la abadía de Andlau, que ella misma había fundado. Ahí vivió en paz hasta su muerte, ocurrida más o menos hacia el año de 895. Durante su existencia en el convento, participó en las actividades y ejercicios de piedad de las monjas, intercedió en favor suyo ante la Santa Sede, se preocupó siempre por los pobres, y escribió versos. En el año de 1049, cuando el Papa León IX se detuvo en Andlau en su viaje a Mainz para asistir a un concilio, mandó que los restos de Ricarda fueran exhumados y colocados en un santuario para exponerlos a la veneración de los fieles. El culto se ha mantenido, y hasta hoy se celebra la fiesta de santa Ricarda en la diócesis de Estrasburgo.

Acta Sanctorum, sept. vol. V, proporcionan buenos datos. Véase también el Allgemeine Deutsche Biographie, vol. XXVIII, pp. 420 y ss. y la Sainte Richarde de M. Corbet (1948).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI




San Ferréolo de Viena

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San Ferréolo, mártir
En el territorio de la Galia Vienense, san Ferréolo, mártir, que, según la tradición, gozando de la potestad propia de los tribunos rehusó detener a cristianos, por lo cual, apresado por mandato del prefecto, fue cruelmente azotado y encarcelado. Evadido y capturado de nuevo por sus perseguidores, finalmente fue decapitado, y recibió así la palma del martirio.
De acuerdo con la «pasión» de este mártir, Ferreolo era un tribuno que vivía en la ciudad de Vienne, en las Galias. Era cristiano y practicaba en secreto su religión. San Julián de Brioude, natural de la misma ciudad, quien hizo pública profesión de fe, vivió en la casa de Ferreol. Cuando se inició la persecución y después de que san Julián había sido martirizado, Crispín, el gobernador de aquella parte de las Galias, mandó aprehender a Ferreolo por haber desobedecido la orden de arrestar a los cristianos. Crispín hizo ver al tribuno que si el Estado le pagaba un sueldo como oficial militar, le correspondía dar a los demás un ejemplo de obediencia. El tribuno respondió: «Yo no tengo un aprecio desmedido por el dinero. Si se me permite vivir y servir a Dios, me doy por satisfecho y bien pagado. Pero si aun eso os parece demasiado, estoy dispuesto a renunciar a la vida, antes que abandonar mi religión». El juez mandó que fuese azotado y echado luego al pozo de la prisión en el que se vertían las aguas sucias de todo el establecimiento. Al tercer día, el poder de Dios rompió las cadenas que sujetaban sus brazos y sus piernas dentro del pozo, de manera que Ferreolo escapó y pudo huír de la ciudad por la puerta que conducía a Lyon. A nado por las aguas del Ródano, consiguió llegar hasta la desembocadura del río Gére, que se une con el Ródano cerca de Vienne, pero ahí cayó de nuevo en manos de sus perseguidores, quienes le condujeron atado de pies y manos hasta el lugar donde iban a matarle. En las riberas del Ródano fue decapitado, y los cristianos de Vienne sepultaron su cadáver, con gran veneración, en las proximidades del río. En poco tiempo se levantó una iglesia en el sitio de su sepultura y, de ahí, trasladó san Mamerto sus reliquias, alrededor del año 473, a una iglesia construida especialmente para guardarlas, dentro de la ciudad de Vienne.

Al decir de Delehaye, Las actas de san Ferreol (impresas en el Acta Sanctorum, sept. vol. V), tienen poco valor, pero su martirio es auténtico y su culto, del que dan testimonio san Gregorio de Tours y Venancio Fortunato, es muy antiguo. Ver Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, pp. 517-518.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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