sábado, 10 de diciembre de 2016

San Dámaso I, papa - Santos Victorico y Fusciano, mártires (11 de diciembre)

San Dámaso I, papa

fecha: 11 de diciembre
n.: c. 305 - †: 384 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Elogio: San Dámaso I, papa, que en los difíciles tiempos en que vivió, reunió muchos sínodos para defender la fe de Nicea contra cismas y herejías, procuró que san Jerónimo tradujera al latín los libros sagrados y veneró piadosamente los sepulcros de los mártires, adornándolos con inscripciones.
Patronazgos: protector contra la fiebre.

Oración: Concédenos la gracia, Señor, de glorificarte siempre por el triunfo de tus mártires, a quienes profesó devoción entrañable el papa san Dámaso primero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
El «Liber Pontificalis» afirma que san Dámaso era español. Tal vez era de origen español, pero, según parece, nació en Roma, donde su padre era sacerdote. San Dámaso, que no se casó nunca, llegó a ser diácono de la iglesia de su padre. Cuando murió el papa Liberio en el 366, Dámaso fue elegido obispo de Roma, a los sesenta años de edad, aproximadamente. Su elección estuvo lejos de ser unánime, ya que una minoría eligió a otro diácono llamado Ursino o Ursicinio y defendió su candidatura con gran vehemencia. Según parece, el poder civil sostuvo a Dámaso con no menor apasionamiento (Butler afirma que empleó «procedimientos bárbaros»); pero Rufino, contemporáneo de san Dámaso, demuestra que éste no tuvo nada que ver en ello. Los partidarios del antipapa no se calmaron del todo; en efecto, el año 378, san Dámaso fue acusado por ellos de incontinencia y tuvo que justificarse ante el emperador Graciano y ante un sínodo romano.
El historiador pagano Amiano Marcelino afirma que el modo de vida de los prelados romanos constituía una tentación para los ambiciosos y dice que hubiesen hecho bien en imitar la sencillez del clero de las provincias. Es indudable que, en tiempos de san Dámaso se procedía con cierta pompa en la corte pontificia, pues, según cuenta san Jerónimo, un pagano llamado Pretextato, que era senador romano, dijo al santo: «Si me haces obispo de Roma, me convertiré mañana mismo al cristianismo». Esta observación de un pagano prueba cuán necesaria es la moderación a quienes desean dar testimonio del espíritu evangélico. Como quiera que sea, esta crítica no se aplica a san Dámaso, ya que san Jerónimo, que fue su secretario y le conocía bien, ataca severamente el lujo de ciertos prelados en Roma y no habría dejado de mencionar al papa si le hubiese creído culpable de la misma falta. Lo cierto es que las críticas de san Jerónimo eran tan justificadas que, el año 370, Valentiniano prohibió a los miembros del clero que indujesen a las viudas y huérfanos a que les hiciesen regalos o les dejasen legados. San Dámaso aplicó estrictamente ese decreto.
El santo Pontífice tuvo que combatir varias herejías. Pero el año 380. Teodosio I en el Oriente y Graciano en el Occidente proclamaron que el cristianismo, tal como lo practicaban los obispos de Roma y Alejandría, era la religión del Imperio. Además, Graciano, atendiendo a la petición de los senadores cristianos apoyados por san Dámaso, suprimió el altar de la Victoria en el senado y renunció al título de Pontífice Máximo. Al año siguiente, se reunió el segundo Concilio Ecuménico (primero de Constantinopla) y el papa envió representantes. Pero de todos los actos de san Dámaso, el más benéfico y cuya influencia se deja sentir todavía en nuestros días, fue el haber patrocinado los estudios bíblicos de san Jerónimo, que culminaron con la traducción conocida con el nombre de «Vulgata». San Jerónimo cuenta que san Dámaso era versado en las Escrituras, «un doctor virgen de una Iglesia virgen».
Teodoreto dice que «fue ilustre por la santidad de su vida y estaba siempre pronto a predicar y a hacer cualquier cosa en defensa de la doctrina apostólica». También se recuerda a san Dámaso por su solicitud hacia las reliquias y sepulcros de los mártires. A él se debieron el descubrimiento y el ornato de varias catacumbas, y tanto el cristiano piadoso como el historiador y el arqueólogo le admiran por las inscripciones que mandó poner en ellas. Se conservan muchas de esas inscripciones y epigramas, ya sea en el original, ya sea en reproducciones. Una de las más famosas es la que nos dice cuanto sabemos sobre san Tarsicio. San Dámaso murió el 11 de diciembre de 384, cuando contaba unos ochenta años. Él mismo había mandado poner en la «cripta pontificia» del cementerio de San Calixto un epitafio genérico, que termina así: «Yo, Dámaso, hubiese querido ser sepultado aquí; pero tuve miedo de ofender a las cenizas de los santos». Así pues, fue sepultado, junto con su madre y su hermana, en una iglesia que él mismo había construido en la Vía Ardeatina. Uno de los epitafios que se conservan, es precisamente el que san Dámaso escribió para su propia tumba; en él hace un acto de fe en la resurrección de Cristo y en la suya propia: «El que anduvo sobre las aguas y calmó la tempestad, el que da vida a las semillas de la tierra, el que rompió las cadenas de la muerte y, al cabo de tres días de oscuridad, fue capaz de hacer volver al mundo superior al hermano de Marta: El mismo hará que Dámaso resucite del polvo».
No hay ninguna biografía propiamente dicha de san Dámaso entre las obras antiguas; lo más digno de mención es el artículo del Liber Pontificalis (véase la edición de Duchesne, vol. I, pp. 212 ss., prefacio y notas). La principal fuente sobre el santo es su correspondencia, así como los epitafios que compuso y las escasas alusiones a él que se encuentran en las obras de historia eclesiástica y secular. El prólogo del Libellus Precum (Migne, PL., vol. XIII, cc. 83-107) es una maliciosa sátira compuesta por los enemigos de san Dámaso. La edición más conocida de los epitafios es la de Ihm (1895) ; pero véase también E. Scháfer, Die Bedeutung der Epigramme des Papstes Damasus für die Geschichte der Heiligenverehrung (1932). Entre las contribuciones más importantes al estudio de san Dámaso, hay que mencionar las obras de M. Rade, Damasus Bicshof von Rom (1882); J. Wittin, Papst Damaus I (1912); 0. Marucchi, Il Pontificato del Papa Damauo (1905). En Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum (pp. 643-644) hay referencias muy útiles, particularmente por lo que toca al sitio de la sepultura de este Pontífice. Existe una excelente edición de los epigramas, hecha por el P. Antonio Ferrua, titulada Epigrammata Damasiana (1942). Otra narración de la vida del santo, con especial énfasis en la obra y amplísima bibliografía más actualizada se puede encontrar en Patrología, Di Berardino, 1981, BAC, tomo III, pág. 323-329. Más enfocado hacia la consolidación del poder papal, «Los Papas, de San Pedro a Juan Pablo II», de Jean Mathieu-Rosay, Rialp, Madrid, 1990, pp 67-68. Puede leerse del Can. Casimiro Sánchez Aliseda una biografía del santo con especial atención a su aspecto de poeta.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4473




Santos Victorico y Fusciano, mártires

fecha: 11 de diciembre
†: c. s. III - país: Francia
otras formas del nombre: Fusiano
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Elogio: En la región de Amiens, de la Galia Bélgica, santos Victorico y Fusciano, mártires.
La leyenda de estos mártires cuenta que Fusiano y Victorico eran unos misioneros romanos que partieron a las Galias al mismo tiempo que san Quintín y se dedicaron a evangelizar a los mórinos (morini). Victorico se estableció en Boulogne, y Fusiano en Thérouanne, o más bien dicho en el pueblecito de Helfaut, donde construyó una pequeña iglesia. Ambos santos tuvieron que hacer frente a la oposición de los galos y de los romanos, pero lograron convertir a muchos paganos. Al cabo de algún tiempo, visitaron juntos a san Quintín; pero, como en Amiens la persecución estuviese en todo su furor, se dirigieron a Sains, donde se alojaron en casa de un anciano llamado Genciano, un pagano que veía con buenos ojos el cristianismo. Hablando con él, los dos misioneros se enteraron de que san Quintín había sido martirizado hacía seis semanas.
El gobernador Ricciovaro, tuvo noticia de que en Sains había dos sacerdotes cristianos y partió a buscarlos con un pelotón de soldados. Genciano le recibió con la espada desenvainada, le reprendió por perseguir a los cristianos y le dijo que estaba pronto a morir por el verdadero Dios. Ricciovaro le mandó decapitar allí mismo. Fusiano y Victorico fueron conducidos a Amiens. Como se negasen a abjurar de la fe, a pesar de las torturas a las que fueron sometidos, Ricciovaro los mandó decapitar en Saint-Fuscien-aux-Bois. Una de las versiones de la leyenda relata que Fusiano y Víctorico, después de la ejecución, se echaron a caminar, y que Ricciovaro se volvió loco ante tal espectáculo. Existen varias versiones de estas actas tan extravagantes. Se trata claramente de una fábula basada en la leyenda no menos increíble de san Quintín; pero, como el Martyrologium Hieronymianum menciona a san Fusiano y sus compañeros, hay cierta garantía de que su martirio haya tenido realmente lugar en el sitio indicado, auqneu el Martirologio Romano actual no inscribe a Genciano sino solamente a los dos misioneros.
El texto de la leyenda puede verse en Mémoires de la Société des antiquaires de Picardie, vol. XVIII (1861), pp. 23-43. Duchesne estudia el punto en Fastes Episcopaux, vol. III, pp. 141-152.
La imagen reproduce una vidriera de Sains-en-Amiénois (Somme), de la iglesia de San Fusciano, Victorico y Gaciano, que representa la traslación de las reliquias de los mártires en época de la invasión normanda, por Gérard Ansart y Atelier Pasquier, 1948. Fotog.: Thierry Lefébure, 2007. © Inventaire général du patrimoine culturel, Région Picardie.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4474

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