sábado, 28 de enero de 2017

Vivir en familia (Mater Dei) 28012017

Vivir en familia

Nacer en el seno de una familia es un don que, en muchas ocasiones, no sabemos valorar. Un hombre y una mujer que, respondiendo a una vocación tan concreta como es la del matrimonio, se transforman en pura donación para crear una familia en los hijos, que son fruto de ese amor. Cuánto se asemeja a la vida de Dios, en sí misma considerada (el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo), la vida del matrimonio y de la familia. ¿No hemos sido hechos a imagen y semejanza de Él? ¿Qué habría en la mente de Dios cuando pensó en la humanidad, singularizada en un hombre y una mujer, para que se asemejara la entrega de ambos a la que Él mismo tenía en su intimidad divina?
Sólo hay una respuesta que tú yo podamos comprender: la familia de Nazaret. Quiso nacer Dios en una familia concreta, con un padre y una madre. Quiso el Verbo, segunda persona de la Santísima Trinidad, crecer y ser educado en un entorno familiar, con una naturalidad y una sencillez tan pasmosas que cuando nuestro Señor se reveló como el Mesías, el Hijo de Dios vivo, algunos se escandalizaron: “¿No es este el hijo de José, el carpintero, y de María?”. Aprendamos a vivir la naturalidad de Dios en nuestras propias familias.
Aprendamos también a hacer familia en nuestro entorno de trabajo, de amistad, de apostolado. En los detalles más nimios de convivencia ha de hacerse palpable una realidad: Dios se hace más grande cuando vivimos con más sencillez los dones de Él recibidos… y la familia es el lugar adecuado donde encontrarnos con Dios “cara a cara”. Así de simple y de sublime.

RECOMENDAMOS: Carmen Álvarez Alonso, Teología del cuerpo y Eucaristía. 

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