Santa Apolonia, virgen y mártir
fecha: 9 de febrero
†: c. 249 - país: Egipto
otras formas del nombre: Apolina
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
†: c. 249 - país: Egipto
otras formas del nombre: Apolina
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
Elogio: En Alejandría de
Egipto, conmemoración de santa Apolonia, virgen y mártir, que tras sufrir
muchos y crueles tormentos por parte de los perseguidores, para no verse
obligada a proferir palabras impías prefirió entregarse al fuego antes que
ceder en su fe.
Patronazgos: patrona de los
dentistas, y protectora contra los dolores dentales y las enfermedades
asociadas.
refieren a este santo: Santos Basiano y
ocho compañeros, Santa Cointa
Ha sido
tanta la devoción por la santa mártir Apolonia, protectora de los dientes y de
las enfermedades relacionadas, que del Medioevo en adelante se multiplicaron
sus reliquias dentales milagrosas, veneradas por los fieles y custodiadas en
iglesias y oratorios de Occidente; hasta tal punto que el Papa Pío VI
(1775-1799), que era muy rígido respecto de esas formas de culto, hizo recoger
todos esos dientes que se veneraban en Italia, y puestos en un baúl que llegó a pesar cerca de tres kilos, los hizo arrojar al Tíber. Este episodio nos ayudará
a percibir cuánta impresión, maravilla y admiración suscitó el martirio de la
santa en el mundo cristiano, por sus aspectos distintivos.
Su
sacrificio nos viene reportado por el historiador Eusebio de Cesarea (264-340),
quien en su Historia Eclesiástica, escrita en el tercer siglo, transcribe un
fragmento de la carta del obispo san Dionisio de Alejandría (muerto en 264),
destinada a Fabio de Antioquía, en la cual narra algunos episodios de los que
había sido testigo. En el último año del imperio de Felipe el Árabe (243-249)
-aunque en ese período de seis años hubo prácticamente una tregua en las
persecuciones anticristianas- estalló en Alejandría de Egipto una revuelta
popular contra los cristianos, promovida por un adivino de la ciudad. Muchos
seguidores de Cristo fueron masacrados y lapidados; de la masacre no escaparon,
ni mucho menos, los más débiles. Los paganos entraban en las casas saqueando
todo lo transportable, y devastando las habitaciones.
Durante
este furor sanguinario de los paganos, fue presa también Apolonia, definida por
Eusebio como «parthenos presbytes», es decir, virgen anciana -a pesar de lo
cual en la iconografía sacra se la representa, como a todas las vírgenes, como
una joven-, a la que golpearon las mandíbulas haciéndole caer los dientes, o
como dice la tradición, se los fueron arrancando con tenazas. Luego encendieron
un fuego fuera de la ciudad, y amenazaron con arrojarla allí viva si no
pronunciaba palabras impías contra el Dios cristiano. Apolonia pidió ser dejada
libre un momento, y cuando se lo concedieron, se arrojó rápidamente al fuego,
resultando incinerada.
El
episodio debió haber ocurrido a fines del 248 o inicios del 249, por lo que
Apolonia, que era de edad avanzada, como dijimos, debió haber nacido en los
últimos años del siglo II o inicios del III; en su carta san Dionisio afirma
que aquella había sido una vida digna de toda admiración, no sólo por esta
conducta final, sino por el apostolado que había desplegado, que desencadenó la
furia de los paganos, que la atacaron con singular crueldad.
El
gesto de Apolonia de arrojarse por sí misma al fuego con tal de no cometer un
pecado grave, suscitó entre los cristianos y paganos de aquella época una gran
admiración, y en los siglos sucesivos fue objeto de consideraciones
doctrinales. Ni Eusebio ni Dionisio ven en ello nada reprochable, ni que deba
ser considerado como suicidio, ya que la virgen había sido condenada al fuego
de no abjurar de la fe. Quizás quiso librarse de ulteriores dolorosísimas
torturas que podrían haber minado su determinación, prefiriendo arrojarse por
sí misma. San Agustín en su «Ciudad de Dios», se propone como pregunta si es
lícito entregarse voluntariamente a la muerte para no renegar de la fe, y dice:
«¿no es mejor realizar una acción vergonzoza, de la cual es posible liberarse
por el arrepentimiento, que una acción equivocada que no deja espacio a una
salvación posterior?» Pero el «suicidio voluntario» de algunas santas mujeres
que «en tiempo de persecución se arrojaron al fuego para huir de aquello que
amenazaba su castidad» lo dejaba perplejo; ¿y si fuese el propio Dios quien
inspirara esa acción? en ese caso no sería error sino obediencia. En definitiva
san Agustín no llega a tomar una posición firme en esta cuestión.
Como
sea que en el primer Medioevo el culto por la mártir alejandrina se difundió
primero en Oriente y luego en Occidente, en varias ciudades europeas surgieron
iglesias a ella dedicadas; en Roma fue también edificada una, hoy desaparecida,
cerca de Santa María en el Trastévere. La difusión del culto fue debida también
a la leyenda, similar a otras santas jóvenes mártires, de que era hija de un
rey que la hizo matar porque no abjuraba de la fe cristiana. Su fiesta se celebra
desde antiguo el 9 de febrero; a santa Apolonia, virgen y mártir de Alejandría
de Egipto, invocada -como ya dijimos- en todas las enfermedades y dolores
dentales, se la representa teniendo en su mano una tenaza que aprisiona un
diente.
Traducido
para ETF de un artículo de Antonio Borrelli. Cuadro: Apolonia, atribuido
a Piero della Francesca, hacia el 1455/60, en la National Gallery of Art,
Washington. Nota
de ETF: puede ser interesante en este contexto leer
la homilía de SS
Pablo VI (en italiano) en la canonización de Nicolás Tavelic
y compañeros, un caso limítrofe entre la conducta suicida y el
martirio, que incluso retrasó por mucho tiempo la canonización de estos santos
por la dificultad de resolver teológicamente ese punto. En cuanto al texto de
san Agustin, el que cita Antonio Borrelli se encuentra en el Libro I de la
Ciudad de Dios, n. 26, como parte de una muy recomendable sección dedicada,
desde muchos ángulos, a esta cuestión límite de la muerte voluntaria, vale la
pena procurar esa lectura.
fuente: Santi e Beati
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relevante: ant 2012
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