Mis dos burbujas
Desde el día dos de marzo
convivo con dos burbujas. Una la llevo dentro de mi ojo derecho. Es una burbuja
de gas. Muy curiosa. Día a día va desapareciendo muy lentamente. Al
parecer, según la ciencia de la oftalmología, durará en mi ojo un par de
semanas. Cuando esta burbuja haya desaparecido el ojo recuperará su tarea
natural: VER. Este proceso necesita reposo relativo. Y también necesita
la presencia de unos colirios. Gota a gota. De tiempo en tiempo. Poquito
siempre. Una pizca. Sin prisas ni pausas. Inmensas vitaminas de paciencia
concentrada. Silencio y quietud. La música de la escucha. ¿La meditación?
Las neuronas siempre están despiertas, como el aire.
La otra burbuja en la que
vivo es mi casa, una habitación, los pasillos, un jardín, su entorno y su calle
de la ciudad. Esta segunda burbuja está fuera de mí, como un inmenso seno
materno imaginado o esa cueva en la que tienen su aposento todas las presencia
de la luz y de las sombras. Me siento muy acompañado.
Estas dos burbujas me
sostienen y hasta me permiten aprender a ser consciente de la fragilidad de la
que estamos hechos. Tal vez esta fragilidad sea la que más y mejor nos vaya día
a día, y conscientemente, fortaleciendo y humanizando.
Alguien nos decía que existió
un Príncipito que aprendió a vivir con sus propios asteroides, volcanes,
flores, animales... De mí puedo decir que sigo aprendiendo a vivir con mis dos
burbujas. Y en este aprendizaje reconozco que el tiempo es relativo, el reposo
es relativo, el..., todo es relativo, porque todo está relacionado.
Y así, estos comentarios
tendrían que haberte llegado el fin de semana pasado, pero te llegan ahora como
una brisa suave de la primavera, o del otoño, o de... tu propia luna y sol que
siempre te acompaña.
A continuación puedes leer el
comentario del relato evangélico de Juan 4, el encuentro del judío laico Jesús
de Nazaret y la mujer samaritana junto a un pozo. Creo que en este encuentro
saltaron por los aires y hechas trizas todas las fronteras imaginables. Así es
el Evangelio de los encuentros y de los abrazos de las personas.
Y esta es, sorprendentemente
también, la experiencia que se cuenta en el apartado de los 'Cinco minutos de
aires bíblicos' que me ha llegado desde Sudán del Sur.
Domingo 3º de Cuaresma A (12.03.2023): Juan 4,5-42. Así lo
comento y comparto CONTIGO:
FRONTERAS, SÍ. PARA DESDIBUJARLAS HASTA ELIMINARLAS
Para el tercer domingo de la Cuaresma del Ciclo A se nos ha
seleccionado un conocido relato del cuarto Evangelio: el de Jesús con la mujer
de Samaría. Este relato se encuentra entre lo que este Evangelista llama ‘la
primera señal’ (la boda en Caná - Juan 2,1-11) y ‘la segunda encuentro señal’
(la curación del hijo del funcionario en Caná - Juan 4,43-54) que realizó
Jesús. A lo largo de estos tres capítulos de su Evangelio Juan nos ha ido
presentando las respuestas que las gentes del Israel de la Ley fueron
ofreciendo a la propuesta del Evangelio del judío Jesús. Una de estas
respuestas corresponde al pueblo extranjero, pagano, pecador y samaritano.
He comentado este relato en varias ocasiones en esta actividad dominical. Podría repetir ahora alguna de estas páginas, pero he vuelto a caer en la cuenta de un dato que me parece iluminador. Este dato se resume y concentra, como si fuera una semilla, en la palabra ‘frontera’. En el muy curioso y recomendable ‘Verbolario’ de Rodrigo Cortés leo la evocativa definición de ‘frontera’: “Línea roja que puede cruzar cualquiera cuando el maletero es grande” (cf. p. 90).
Con esta vela encendida entre mis neuronas releo Juan 4,4-42 y nada más comenzar a contemplar el tejido del relato encuentro esta expresión: “Jesús tenía que atravesar Samaría y llegó a un pueblo que se llamaba…” (Juan 4,4). Se trata de la primera frontera. En aquellos tiempos las gentes de Israel consideraban tierra pagana, pecadora y contaminada la región de Samaría. Hoy, también, aquellas tierras tienen su marcada frontera entre judíos y palestinos. Demasiado tiempo de enfrentamientos. En cambio, Jesús de Nazaret toma la decisión de cruzar esa línea roja de la frontera que enfrenta a las personas de una tierra y de otra, entre buenos y malos. ¿Qué tipo de ‘maletero’ llevaba aquel Jesús de Nazaret y qué había dentro de él?
A la frontera de la tierra se suma otra nueva frontera según leemos en el relato un poco más adelante: “¿Cómo tú siendo judío me pides de beber a mí que soy samaritana?” (Juan 4,9). Entre judíos y samaritanos se levantaba desde el siglo VIII a.C. una frontera inabordable, como la que se levanta entre gentes conquistadoras y conquistadas. ¿Por qué los samaritanos no se podían ver ni tratar con los judíos? En el segundo libro de los Reyes 17,24-41 está la respuesta. ¿En el maletero de aquel judío de Galilea llamado Jesús viajaba un libro de la historia de su pueblo?
Y una nueva frontera descubren mis neuronas contemplativas cuando leo: “Nuestros padres, dijo la mujer samaritana, celebraban el culto en este monte, vosotros decís que el lugar donde hay que celebrarlo está en Jerusalén. Jesús le dijo…” (Juan 4,20-24). Las religiones y sus liturgias trazan fronteras de separación entre los seguidores de cada una de ellas. Para aquel Jesús, probablemente, no existía religión alguna en su maletero.
Y encuentro aún otra frontera cuando leo en el relato evangélico: “Llegaron sus discípulos y se quedaron extrañados de que Jesús hablase con una mujer” (Juan 4,27). Ser hombre y ser mujer no es cuestión de enfrentamientos, sino de encuentros. Tan sencillo de decir o escribir, pero tan complicado de encarnar. Decidido, debo y debemos revisar los maleteros. Carmelo Bueno Heras
CINCO
MINUTOS de AIRES BÍBLICOS
. Si se puede decir en un artículo de
revista, ¿para qué escribir un libro de 200 páginas?
. Si se puede decir en una página, ¿para
qué escribir un artículo de revista?
. Si se puede decir en un puñado de
versos, ¿para qué escribir una página?
. Este ‘Cinco minutos de aires bíblicos’
es una semilla que confío a la sabiduría de tu saber leer, que es despertar; de
tu saber interpretar, que es cuidar; de tu saber compartir, que es saborear.
Siempre pretenderé que esta ‘semilla de los cinco minutos’ tenga la
‘denominación de origen’ de su autor.
Semana 16ª (12.03.2023): Un
éxito
Mi nombre es Kuay Gattot, nací y crecí en el Condado de Mayom, Bentiu, Sudán del Sur. Soy hijo de un pastor, conocido popularmente como ganadero. Crecí cuidando diferentes animales domésticos, cabras, ovejas y vacas. Estamos muy enraizados en las prácticas culturales de nuestra tribu. La poligamia era y sigue siendo una práctica común en mi etnia; está muy extendida y mi padre no es una excepción. Se casó con seis mujeres y nacieron 26 hijos. Yo soy el cuarto hijo de mi familia. Cuando era pequeño tenía muchas ganas de ir a la escuela, pero no pude ir porque no había ninguna. Mi poblado se encontraba en una zona de guerra en Sudán. Toda la región de Sudán del Sur era un campo de batalla y eso hizo que mi vida fuera bastante miserable. Todos los niños de mi poblado soñaban con ser una persona educada. Las guerras civiles sufridas por la gente pobre crearon una gran división entre la población. Acceder a los beneficios sociales del gobierno y de las ONG era imposible… En 2001-2002, el movimiento rebelde me reclutó por la fuerza… En julio de 2002, estando en el frente de batalla, fui herido y me trasladaron en avión a Rumbek para recibir tratamiento. Cuando me recuperé tuve la oportunidad de ir a la escuela primaria. Entonces me di cuenta de que todavía había esperanza. Mi sueño no se había ahogado del todo en el Nilo. Más tarde, tuve incluso la suerte de ir a la escuela secundaria. En el año 2010, terminé mi escuela secundaria y obtuve el Certificado Escolar de Sudán. Deseaba ir a la Universidad, pero sólo pensar en el coste de la matrícula… En 2011, cuando Sudán del Sur se independizó, la vida comenzó a ser esperanzadora... Pensé que finalmente habría luz al final del túnel. Me mudé a Juba y luché por conseguir un trabajo… En 2013, estalló una guerra civil mortal en Juba y se extendió a otras partes del país por lo que tuve que buscar acogida en un campo de refugiados de la ONU. Mis esperanzas de ingresar en la universidad se hicieron añicos… Por medio de uno de mis amigos, me enteré de la existencia del Centro Universitario de Formación de Maestros en Yambio,una institución católica, en el Estado de ‘West Equatoria’… Finalmente empecé la Universidad el 8 de marzo de 2016 y me gradué en noviembre de 2017 como Maestro de Escuela Primaria. Fui a la universidad a Yambio sin nada y volví con muchos conocimientos, habilidades y experiencias. El hecho de convivir con estudiantes de todas las tribus, estados, culturas y religiones del país en STTC de Yambio fue una gran experiencia. Al graduarme como maestro de primaria en STTC, solicité la beca de Solidaridad para continuar los estudios universitarios en Tangaza, Nairobi, Kenia; durante cuatro años. Realmente fue una bendición para mí ser seleccionado para la Licenciatura en Educación. No me fue fácil adaptarme a un clima diferente, al trabajo académico, a otra cultura, y otro estilo de vida, etc. en un país nuevo. Superé todas las dificultades y trabajé duro para lograr mis sueños. Los momentos más difíciles fueron durante la época del Covid19. Aprendí a vivir con muchas restricciones y desafíos sin ni siquiera poder ir a casa para visitar a la familia durante un año, cuando todo estaba cerrado en Nairobi… Soy el primero en mi familia de 26 hijos en tener un título universitario. Mi agradecimiento especial al Centro de Formación de Maestros de Solidaridad (STTC) de Yambio por haberme dado esta oportunidad. Mi sincero reconocimiento a los donantes de Solidaridad con Sudán del Sur por su generosa contribución, apoyo y amabilidad. Me enorgullece estar de regreso en el Colegio de Formación de Maestros de Solidaridad, Yambio, como Profesor, para ofrecer mis servicios. Gracias. Kuay Gattot, febrero de 2023, Sudán del Sur.
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