En Neocesarea, en el Ponto, san Troadio, mártir en la persecución bajo el emperador Decio, y cuyo combate ha atestiguado san Gregorio Taumaturgo. († c. 250)
En Lichfield, en Inglaterra, san Ceada, obispo, que desempeñó en momentos difíciles su cargo episcopal en las provincias de Mercia, Lindisfarne y del centro de Inglaterra, ejerciendo este ministerio con gran perfección de vida, según los ejemplos de los antiguos padres. († 672)
En Agira, en Sicilia, san Lucas Casale de Nicosia, monje, célebre por su humildad y demás virtudes. († c. s. IX)
En Brujas, en Flandes, beato Carlos Bono, mártir, que, siendo príncipe de Dinamarca y después conde de Flandes, se mostró paladín de la justicia y defensor de los pobres, hasta que fue asesinado por unos soldados a los que buscaba en vano inducir a la paz. († 1127)
En Praga, de Bohemia, santa Inés, abadesa, hija del rey Ottokar, que tras haber renunciado a nupcias reales, y deseosa de desposarse con Jesucristo, abrazó la Regla de santa Clara en el monasterio edificado por ella misma, donde quiso observar la pobreza conforme a la Regla. († c. 1282)
En Sevilla, en España, santa Ángela de la Cruz Guerrero González, virgen, fundadora del Instituto de Hermanas de la Compañía de la Cruz, que no se reservó derecho ninguno para sí, sino que lo dejó todo para los pobres, a quienes acostumbraba a llamar sus «señores», sirviéndoles de verdad. († 1932)
En el campo de concentración de Dachau, cercano a Munich, en Alemania, beato Engelmar Unzeitig, presbítero de la Congregación de los Misioneros de Marianhilland y mártir. Por considerar a Cristo como el Señor Supremo y defender a los judíos perseguidos, fue condenado a un internamiento inhumano, donde, contrastando el odio con el amor, cuidó voluntariamente a los presos moribundos hasta que él mismo murió de idéntica enfermedad. († 1945)
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