miércoles, 25 de noviembre de 2015

San Márculo de Numidia - San Maurino de Agen - Beata Beatriz de Ornacieux - San Pedro Yi Ho-yong 25112015

San Márculo de Numidia,

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San Márculo de Numidia, obispo y mártir

En Numidia, san Márculo, obispo, que, según la tradición, murió mártir en tiempo del emperador Constante, despeñado desde una roca por un tal Macario.



San Maurino de Agen

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En la región de Agen, en Aquitania, san Maurino, mártir, que, dedicado a la evangelización de la gente del campo, fue despiadadamente destroz

Beata Beatriz de Ornacieux

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Beata Beatriz de Ornacieux, virgen
En el territorio de Valence, en la Galia, beata Beatriz de Ornacieux, virgen de la Orden Cartuja, insigne por el amor a la Cruz, que vivió y murió con pobreza extrema en el monasterio de Eymeu, fundado por ella misma.
Beatriz nació en la segunda mitad del siglo XIII, en el solar feudal de la noble familia de los Ornacieux, en los confines del Delfinado y de la Saboya (Sudeste de Francia). Recibió una rica educación cristiana que la llevaría, con apenas 13 años, a abandonar para siempre el mundo para entrar en la cartuja del Monte de Santa María, en el desierto de Parménie (Isére, Francia). Margarita d’Oygnt, monja cartuja que la conoció, nos dejó escrita en lionés su vida. No se ha escrito todavía una biografía crítica sobre la beata Beatriz, ni tengo noticia que se esté intentando.

Según Margarita d’Oygnt, desde los comienzos como monja cartuja, Beatriz se destacó por la santidad de vida. Se manifestó siempre llena de mucha caridad y de una profunda humildad de corazón; procuraba en todo ayudar a sus hermanas de religión y manifestó una gran capacidad para sufrir. Su obediencia extrema y su fidelidad a la vida de oración fueron otros dos rasgos característicos de su vida. Nuestro Señor le concedió el don de lágrimas y en tal grado que estuvo a punto de perder la vista en varias ocasiones. Su gran deseo fue siempre hacer la santa voluntad de Dios. Un día delante del Sagrario pedía a Nuestro Señor que la sacase del mundo para ponerla así a salvo de los continuos ataques del demonio; pero una voz salida del Sagrario le prohibió desear otra cosa que no fuera hacer la voluntad del Señor; entonces sintió interiormente que su deseo de morir se cambiaba por un inmenso anhelo de vivir para la mayor gloria de Dios, y suplicó al Señor que le concediera la salud que en tantos momentos le faltaba debido a sus numerosas enfermedades; pero, una vez más, la voz del Señor se hizo oír diciéndole: «Recibe las consolaciones que te doy y no rehúses los sufrimientos que te envíe»; a partir de entonces, aleccionada por estas locuciones divinas, ya no deseó más algo que no fuera la voluntad divina, convirtiéndose ella misma en un modelo de confianza y de abandono en la Divina Providencia.

Amó profundamente la penitencia, expresión de su amor loco a la Cruz. Se entregaba a prolongados ayunos, se daba sangrientas disciplinas. Fue especialmente devota de la Pasión de Cristo y se dice que perforó su mano izquierda con un clavo para recordar mejor los sufrimientos de la crucifixión. Por otra parte, tuvo que soportar los asaltos frecuentes del demonio, en especial, la tentaba contra de la virtud de la santa pureza, poniéndole delante representaciones obscenas, a las cuales Beatriz siempre resistió con invencible pureza de alma y de cuerpo. En medio de estos ataques del enemigo y de las victorias de la gracia, sentía los consuelos de Jesús y María. Un día la Virgen Santísima le dijo: «Nada temas, ten confianza; soy la Madre del Rey Omnipotente, tu Esposo, la Madre de la misericordia, y tomo tu alma y tu cuerpo bajo mi cuidado y protección; yo te defenderé contra los asaltos del demonio y te salvaguardaré de sus engaños».

Dios la enriqueció con múltiples dones y carismas extraordinarios: gozaba continuamente de la presencia del Señor en visión corporal a su lado; veía a Jesús Niño en la Sagrada Forma eucarística. Y también sentía, en ciertos momentos, las sequedades y los aparentes abandonos de Dios, motivos de gran sufrimiento para su alma. Una noche de Navidad, llena de angustia mortal por la duda de si estaría en pecado mortal, permaneció en su silla en el coro mientras sus hermanas fueron a comulgar; pero, recurriendo con gran devoción a la Divina Misericordia, le pidió que se dignara mostrarle su voluntad para que la cumpliera ciegamente. Entonces, sin saber como, y sintiéndose como que arrastrada por una fuerza superior, se encontró junto al comulgatorio. Comulgó, pues, y el Señor le concedió en esta comunión una infinidad de gracias. Como ejemplo de éstas, se puede referir el hecho de que una porción de la Hostia sagrada se quedó en su boca, sin que la pudiera tragar, con un claro sabor a carne y sangre: esto le produjo gran aflicción; pero, luego sintió cómo esta porción eucarística le pasaba al corazón, abrasándola con un gran fuego de amor, dejándola sumida en un arrobamiento amoroso que permaneció durante varios días; y, todavía más, desde entonces, volvió al perfecto gozo de la unión amorosa con Dios y recobró la perfecta paz del alma, para nunca más perderla.

En 1300 fue obligada, bajo obediencia, a aceptar el priorato de la cartuja de Eymeux, departamento de Drome; en esta nueva fundación cartujana, en el ejercicio del cargo de priora, brillaron sus grandes virtudes. Por fin, el 25 de Noviembre de 1303, el Señor vino a llamar a su esposa para las bodas celestiales, terminando su vida santa en la tierra con una preciosa muerte. Sin embargo, otras fuentes la dan por fallecida a 5 de febrero dos años después. Fue sepultada en Eymeux, y casi de inmediato, empezaron a obrarse milagros en su tumba, extendiéndose su fama de santidad. Algún tiempo después, su cuerpo fue trasladado a su primera cartuja de Parménie.

El 20 de Marzo de 1869, la Santa Sede confirmó su culto inmemorial y el 15 de Abril de 1869 el Beato Pío IX, Papa, aprobó esta sentencia.(Ver "Anal. jur. pont.", 1869, XI, 264). Su fiesta se celebra el día 25 de noviembre, aniversario de su nacimiento para el cielo. Es la única monja cartuja beatificada; no ha dejado ningún escrito.

Bibliografía: Théodore Bellanger, «La Bienheureuse Beatriz d’Ornacieux», Baratier, Grenoble, 1886. Charles Le Couteulx, «Annales Ordinis Cartusiensis ab anno 1084 ad annum 1429», Cartuja Notre-Dame des Près, Montreuil-sur-Mer, 1889, t.5, pp.6-23. Léon Le Vasseur, «Ephemerides Ordinis Cartusiensis», Cartuja Notre-Dame des Près, Montreuil-sur-Mer, 1892, t.4, pp.419-432. Marguerite d’Oingt, «Li via Seiti Biatrix Virgina de Ornaciu», in Antonin Duraffour, Pierre Gardette y Paulette Durdilly (eds.), Les Oeuvres de Marguerite d’Oignt, publicacions de l’Institut de Linguistique Romane de Lyon 21, Societé d’édition «Les Belles Lettres», Paris, 1965. C. Bouvier, «La Bienheureuse Beatriz d’Ornacieux», Religieuse de Parménie, Edit. Resiac, Montsurs, 1975. Juan Mayo Escudero, «Santos y Beatos de la Cartuja», Analecta Cartusiana 159, Universität Salzburg, Salzburg, 2000, pp.123-128.






Por la imitación de la Pasión de Cristo hiciste, Señor, a la beata Beatriz, virgen, una víctima de tu amor; concédenos por su intercesión y ejemplo, compartir aquí en la tierra los padecimientos de tu Hijo y participar un día de tu gloria en Cielo. (oración de la liturgia de la beata, en el propio cartujano)


San Pedro Yi Ho-yong

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San Pedro Yi Ho-yong, catequista mártir
En Seúl, en Corea, san Pedro Yi Ho-yong, mártir, que, siendo catequista, fue hecho prisionero por unos sicarios, juntamente con su hermana santa Agueda Yi So-sa, y por permanecer firme en la confesión de la fe, después de quebrarle por tres veces los huesos, le mantuvieron cuatro años en la cárcel, donde finalmente murió. Fue el primero del glorioso escuadrón de mártires de ese país.
La persecución cristiana no era nueva en Corea cuando nació Pedro, pero no han llegado a los altares, por falta de fuentes documentales, muchos de los muertos por su fe cristiana, así que Pedro resulta ser el primer mártir de Corea. Nació en 1803 en Icheon, Corea del Sur, y fue hermano de Agata Yi So-sa, quien también moriría mártir un tiempo más tarde. Su hermana tenía ya, cuando nació Pedro, dieciocho años, y estaba casada. Al tiempo enviudó y cuando murió el padre de los dos, Agata volvió a su casa materna para colaborar con la madre y la educación del hermano pequeño.

La madre, aunque no practicaba con fervor su fe cristiana, había recibido instrucción en nuestra fe, y sembró la semilla en sus hijos. Agata buscó para ella misma instrucción y la brindó a su hermano. Los dos son bautizados, y reciben los nombres de pila con que los conocemos, Agata y Pedro, auqnue se ignora en qué momento y con qué catequista se formaron. También falta el dato de tiempo, epro sabemos que en algún momento la familia se trasladó a los subuurbios de Seúl, donde Pedro frecuenta al catequista Pablo Yi Kyong-on; éste morirá por la fe (aunque aun no está en los altares), lo que da a Pedro un ejemplo que anticipa su propio martirio.

En 1832 contrajo matrimonio con una joven que era pagana todavía, pero que el propio Pedro instruyó y catequizó, y poco más tarde, en 1834, con la llegada a Seúl del P. Yu Pang-che, pudieron tomar por primera vez la comunión. A partir de ese momento Pedro es oficialmente nombrado catequista, ministro que en aquella situación no trabajaba solamente en la enseñanza de la doctrina sino también como un auténtico animador de la comunidad.

A comienzos de 1835, luego de, según se cuenta, un sueño premonitorio, fue apresado junto con su hermana. Se les ofreció la posibilidad de ofrecer sacrificios a los antepasados, que era la base de la religión pagana tradicional, pero Pedro se negó a hacerlo, y por el contrario, predicó allí mismo la doctrina cristiana. Fue torturado y mantenido en la c´çarcel hasta que llegara la confirmación de la sentencia, tiempo que aprovechó para la oración y para catequizar a su compañero de celda. La muerte tardó en llegar: no murió por la ejecución de la sentencia, sino de agotamiento el 25 de noviembre de 1838, unos meses antes que su hermana, muerta a espada en mayod el año siguiente.

 Año cristiano, BAC, 2003, tomo XI, pág.618-622.

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