domingo, 29 de noviembre de 2015

Santa Iluminada de Todi - San Radbodo de Utrecht - Beato Bernardo Francisco Hoyos 29112015


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Santa Iluminada, virgen
En Todi, de la Umbría, santa Iluminada, virgen.
La más antigua noticia sobre esta santa es del siglo XI: en 1037 el emperador Conrado II concedió a Lamberto, abad del monasterio de San Apolinar in Classe, cerca de Rávena «in territorio tudertino monasterium unum cui vocabulum est Sancta Illuminata» («en territorio tudertino -es decir: de la ciudad de Todi- un monasterio titulado de Santa Iluminada»).

De la misma época, o poco antes, proviene una biografía legendaria de la santa, que dice que Iluminada nació en Palazzolo de Rávena, de padres paganos, y fue llamada Cesarea, pero que cuando se convirtió al cristianismo tomó el nombre de Iluminada. La historia se desarrolla en época de la persecución de Diocleciano, inicios del siglo IV: acusada por su padre al prefecto de Rávena, fue puesta en prisión, pero un ángel la liberó y la llevó por la Via Salaria, de allí siguió hasta Bettona y Martana (Umbría), donde hizo muchos milagros y se reunió con sus padres, que mientras tanto también se habían convertido. El prefecto de Martana la arrestó de nuevo, y mientras estaba en la cárcel murió junto con sus padres el 29 de noviembre del 303. Sus cuerpos fueron enterrados en un lugar llamado Papiniano o Baños de Papinio, a dos millas de la ciudad, mientras que un brazo de Iluminada fue llevado a Todi y puesto en el «Monasterio de las Milicias».

Existen diferentes versiones de esta biografía más o menos igual de legendarias, y algunos piensan que el autor habría adaptado a nuestra santa la historia griega de santa Fotina (que se traduce al latín, precisamente, «Illuminata»), pero otros sostienen que de la de santa Firmina de Amelia, ya que, según esta interpretación, esta santa puede identificarse con Felicísima de Todi, con lo que sería la misma persona honrada con tres nombres diferentes.

En realidad todas las fuentes anteriores, tanto de Umbria como de Rávena, ignoran una santa Iluminada, pero la hipótesis de la sustitución no parece demostrada: si bien la información biográfica de las tres santas son similares, sólo se puede deducir que los biógrafos han copiado unos de otros -lo que resulta habitual en el género de la hagiografía-, y no que querían celebrar a la misma persona; por otra parte, la diversidad del lugar y el día de martirio distinto de cada una de las tres santas es un buen argumento para llegar a la conclusión de que se trata de diferentes personas. Además de la iglesia de Todi, están dedicadas a santa Iluminada iglesias en Monte
fuente: Santi e Beati


San Radbodo de Utrecht

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San Radbodo de Utrecht, obispo

En Daventer, de Frisia, traslación de san Radbodo, obispo de Utrecht, pastor docto y prudente, que murió visitando a los campesinos.

Beato Bernardo Francisco Hoyos

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Cuando el jesuita Juan de Loyola publicó la vida de este beato el año 1735, emergió con luz propia la intensísima experiencia de amor al Sagrado Corazón de Jesús que había jalonado su breve existencia. No obstante, en esa fecha ya era sobradamente conocido por haber extendido esta devoción en España y en América secundando en esta acción a la que venían realizando en Francia los santos Margarita María de Alacoque, y su director espiritual, Claudio de la Colombière.
Era natural de Torrelobatón, localidad española situada en el corazón de Castilla, donde nació el 20 de agosto de 1711. Tuvo la fortuna de contar con unos padres piadosos que le legaron el preciado patrimonio de su fe, le pusieron bajo el amparo de san Francisco Javier y le alentaron en su vocación religiosa. Desde los 9 años y hasta su temprana muerte siempre estuvo con los jesuitas. Con ellos estudió en varias localidades vallisoletanas y se integró en la Compañía a los 14 años, época en la que ya experimentaba favores celestiales. Éste fue uno de los rasgos preponderantes de su existencia agraciada con una profunda y singular vida interior que recuerda a la de los grandes místicos como Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. Una de esas personas cuyo acontecer no parece encerrar grandes misterios, sencilla, inocente, devota de la Virgen María, diligente en la obediencia, dócil a las indicaciones recibidas, con los brazos tendidos siempre a Dios en espíritu de ofrenda, guiado por el santo temor que le precavía de cualquier falta que pudiera ofenderle.
En su biografía hallamos claramente expresado el instante concreto que marcó lo que iba a ser su misión en honor del Sagrado Corazón de Jesús. No cabe tomar como coincidencia, sino como algo providencial lo que le sucedió a los 21 años mientras cursaba teología en Valladolid. Y así lo reconoció él mismo más tarde. Un amigo sacerdote y profesor, algo mayor que él, le pidió el favor de que tomase de la biblioteca el texto «De cultu Sacratissimi Cordis Iesu», escrito por el P. José de Gallifet, y copiase algunos fragmentos que precisaba para preparar un sermón que tenía encomendado. La lectura de esta obra dedicada a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y de la que Bernardo no tenía noción alguna, le produjo una conmoción interior inenarrable. En se mismo momento hizo ofrenda de su vida ante el Sagrario prometiendo que se dedicaría por entero a extender este culto. Al día siguiente a través de una locución divina supo que era elegido para esta misión: «Yo, envuelto en confusión renové la oferta del día antes, aunque quedé algo turbado, viendo la improporción del instrumento y no ver medio para ello». Esa misma jornada durante la oración vivió otro hecho singular. Se le mostró el Sagrado Corazón «todo abrasado en amor, y condolido de lo poco que se le ama. Repitióme la elección que había hecho de este su indigno siervo para adelantar su culto, y sosegó aquel generillo de turbación que dije, dándome a entender que yo dejase obrar a su providencia, que ella me guiaría…». En otra visión el arcángel san Miguel le aseguró su asistencia para llevar a cabo esta misión. Hacia los 19 años su ascenso espiritual había sido coronado con el “desposorio místico”.
Los favores sobrenaturales se sucedían unidos a la experiencia de la purificación. En ella se incluía la insidia del maligno y sus mezquinos intentos de engañarle mediante falsas locuciones y apariciones. Entretanto, promovía una intensa cruzada a favor del Sagrado Corazón de Jesús en la que implicó a religiosos, comenzando por su propia comunidad, dirigiendo cartas a prelados, miembros de la realeza, imprimiendo estampas, y logrando que el pontífice señalara esta fiesta para España. En una de las locuciones Cristo le había asegurado que reinaría en «España, y con más veneración que en otras muchas partes». Hay que decir que el arzobispo de Burgos le apoyó en esta misión desde un primer momento, y ello propició el florecimiento de congregaciones del Corazón de Jesús y la realización de numerosas novenas que acrecentaban la veneración de las gentes. A través de los jesuitas que se hallaban en América también allí llegaron los ecos de esta cruzada emprendida por Bernardo y de la que únicamente pudo apartarle su muerte. Ésta se produjo en Valladolid el 29 de noviembre de 1735 como consecuencia del tifus. Tenía 24 años y había sido ordenado sacerdote en enero de ese mismo año. Fue beatificado en Valladolid el 18 de abril de 2010.


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