San Conrado Constanza
San Conrado de Constanza, obispo
En Constanza, de Suabia, en Germania, san Conrado, obispo, óptimo pastor de su grey, el cual hizo generosa providencia de sus bienes en favor de la Iglesia y de los pobres.
San Conrado pertenecía a la gran familia de los güelfos. Era el segundo hijo del conde Enrique de Altdorf, quien fundó la abadía de Weingarten, en Würtemberg, que todavía existe. Conrado hizo sus estudios eclesiásticos en la escuela catedralicia de Constanza. Poco después de su ordenación sacerdotal, fue nombrado preboste de la catedral. El año 934, a la muerte del obispo, fue elegido para sucederle. San Ulrico, obispo de Augsburgo, que había favorecido su elección, solía visitarle frecuentemente, y llegó a unirlos una amistad muy íntima. San Conrado, que había renunciado a todo lo que no fuese Dios, cambió a su hermano sus posesiones por unas tierras más próximas a Constanza. Con sus rentas construyó y dotó tres hermosas iglesias en honor de San Mauricio, San Juan Evangelista y San Pablo, restauró muchas otras y repartió el resto de sus bienes entre su diócesis y los pobres.
En aquella época eran muy frecuentes las peregrinaciones a Jerusalén. San Conrado visitó tres veces los Santos Lugares y supo hacer de sus viajes verdaderas peregrinaciones de penitencia y devoción. A esto se reduce prácticamente todo lo que dicen de cierto las biografías del santo, que fueron escritas mucho después de su muerte. Suele representarse al santo con un cáliz y una araña. La razón es la siguiente: Un día de Pascua, mientras celebraba la misa, una araña cayó en su cáliz. Entonces se creía que todas las arañas, o por lo menos la mayoría, eran venenosas; sin embargo, san Conrado se tragó la araña por devoción y respeto a los santos misterios, y ello no le hizo ningún daño. Murió al cabo de más de cuarenta años de episcopado, en el 975; fue canonizado en 1123, en el I Concilio de Letrán. Para la época en que vivió, se mantuvo bastante alejado de la política, sin embargo, consta que acompañó al emperador Otón I a Italia el año 962. Siglos más tarde el culto de san Conrado se popularizó mucho, debido tal vez a que los reformadores arrojaron sus reliquias al lago en 1526; la cabeza se salvó, gracias a que estaba escondida.
La biografía que escribió Udascalco de Maissach más de un siglo después de la muerte del santo es muy poco satisfactoria y está llena de leyendas. Puede verse en Pertz, Monumenta Germaniae Historica, Scriptores, vol. IV, pp. 430-460; hay allí otro relato que dice prácticamente lo mismo. Se encuentran algunos datos más en la Historia Welforum Weingartensis (editada también por Pertz, en Scriptores, vol. XXI, pp. 454-477). Ver Künstle, lkonographie, vol. II, pp. 385-388.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
San Silvestre Gozzolini | |
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San Silvestre Gozzolini, abad y fundador
Junto a Fabriano, en el Piceno, san Silvestre Gozzolini, abad, que, habiendo calado a fondo la vanidad de todas las cosas del mundo, a la vista de la sepultura abierta de un amigo fallecido poco antes, se retiró al eremo, donde cambió varias veces de lugar para permanecer más oculto a los hombres, y por fin, en un lugar apartado próximo a Montefano, trazó las bases de la Orden de Monjes Silvestrinos, bajo la Regla de san Benito.
San Silvestre, que nació en 1177 en Ósimo de una noble familia, fue canónico allí mismo. En 1227, a raíz de la muerte de un amigo, toma conciencia, como señala el elogio del Martirologio Romano, de la vanidad de la vida, y abandona el mundo para llevar vida solitaria en una cueva, en Grottafucile, en los Apeninos de Las Marcas. Pero, como suele suceder a los santos eremitas, al poco tiempo se le comenzaron a unir discípulos que querían imitar su vida y se guiados por él. De tal modo que en 1230 decide trasladar la comunidad a Monte Fano, cerca de Fabriano, y adoptar para su comunidad la regla de San Benito. La fundación no tardó en ser aprobada, lo hizo el papa Inocencio IV en 1247; sin embargo, ya para ese momento había doce casas de los «silvestrinos», que se distinguían por su pobreza, abstinencia y riguroso ayuno, unidos a la predicación en los alrededores y la escucha de confesiones.
Del santo fundador habla SS Juan Pablo II en el discurso a los silvestrinos reunidos en capítulo general en 2001: «injertó una nueva congregación en el árbol fecundo de la Orden benedictina. Silvestre, alma contemplativa y deseosa de coherencia evangélica, se hizo ermitaño practicando una ascesis rigurosa y madurando una profunda y vigorosa espiritualidad. Para sus discípulos eligió la Regla de san Benito, pues quería formar una comunidad dedicada a la contemplación que, a pesar de ello, no descuidara la realidad social de su entorno. En efecto, él mismo unía al recogimiento el ministerio de una estimada paternidad espiritual y el anuncio del Evangelio a las poblaciones de la región.»
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San Estiliano | |
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San Estiliano, an., Andrianópolis (Paflagonia), s. VI
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San Nicón «Metanoeite» | |
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San Nicón «Metanoeite», monje
En Lacedemonia, del Peloponeso, san Nicón, monje, que después de una vida cenobita y eremítica transcurrida en Asia, trabajó con celo evangélico para llevar a la vida cristiana a los habitantes de la isla de Creta, recién liberada del yugo de los sarracenos, y luego recorrió Grecia predicando la penitencia, hasta que falleció en el monasterio de Esparta, fundación suya.
San Nikon nació en el Ponto a principios del siglo X. Su padre era un rico dueño de tierras y había bautizado a su hijo con el nombre de Nicetas. Debido a que no tenía el deseo de seguir manejando la riqueza de su familia y la administración de las tierras de su padre, Nicetas ingresó al Monasterio de Crisópetros donde mostró un decidido celo por la oración y el ayuno. Cuando fue tonsurado monje recibió su nuevo nombre: Nikon. El cambio de nombre simboliza siempre, en la iglesia, la nueva vida del Espíritu (Romanos 7:6) y el nacimiento de una nueva persona (Efesios 4:24). Un monje debe dejar de asociarse con su antigua personalidad y dedicar su vida solo a Dios.
San Nikon tenía un especial don de predicación. Cuando hablaba de la virtud y de temas espirituales, sus oyentes se llenaban de compunción y amor por Dios. Sus palabras producían tales frutos espirituales en aquellos que lo escuchaban que se pedía que viajara a las regiones orientales para proclamar la buena nueva. Visitó Armenia, Creta, Eubea, Egina y el Peloponeso, enseñando la Palabra del Señor. «Arrepentíos porque el Reino de los Cielos está cerca». Este era el mensaje de San Juan el Bautista (Mateo 3:2) y el del mismo Cristo (Mateo 4:17). Este era también el mensaje de San Nikon; a donde fuera, comenzaba sus sermones con «Arrepentíos» (en griego «metanoeite», por eso fue llamado Nikon, «el predicador del arrepentimiento»
Al principio la gente no prestaba mucha atención a su mensaje pero de a poco ganó el corazón de estos con su predicación, sus milagros y su gentil y amorosa personalidad. Remarcó siempre la necesidad que cada uno de nosotros tiene de arrepentimiento. San Nikon enseñó que el verdadero pesar por nuestros pecados surge cuando cultivamos la oración, la negación de nuestros deseos carnales, practicamos las ofrendas y hacemos esfuerzos ascéticos. Finalmente remarcó la necesidad de un padre espiritual a quien busquemos para confesarnos.
Después de sembrar las semillas de la piedad, San Nikon comenzó a ver los frutos. Los fieles comenzaron a cambiar su forma de vida, pero les seguía pidiendo que se esforzaran en sus almas por medio de las buenas obras. Al final se estableció en una cueva a las afueras de Esparta. Pronto tuvo que moverse a la ciudad por la cantidad de gente que venia a verlo. Allí fundó una iglesia dedicada a Cristo Salvador donde fue edificado más tarde un monasterio. El santo durmió en el Señor en el año 998 y su memoria fue honrada por la gente del pueblo de Esparta. Durante la ocupación turca en Grecia, San Nikon fue prácticamente olvidado salvo en Esparta. Después de la revolución griega en 1821, el oficio litúrgico para la memoria de San Nikon fue escrito por el Padre Daniel Georgópulos, el mismo se basó en la vida del santo, escrita por el abad del Monasterio de San Nikon, Gregorio, en 1142.
fuente: Santoral del Patriarcado Antioqueno
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