San Protasio de Milán | |
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San Protasio de Milán, obispo
En Milán, de la provincia de Liguria, san Protasio, obispo, que defendió ante el emperador Constante la causa de san Atanasio y tomó parte en el Concilio de Sárdica.
Es el octavo obispo de Milán, al cual se le atribuían 25 años de episcopado, pero deberían quedar reducidos a unos diez ya que el séptimo obispo, Mirocle, estuvo presente en el Concilio de Arlés del 314 y el décimo, Dionisio, fue depuesto en el 355. San Atanasio afirma que fue recibido en la ciudad por el Emperador Constante en compañía del obispo de la ciudad, Protasio; esto tuvo que haber ocurrido hacia el 342-43; además, también san Atanasio recuerda a nuestro Protasio como participante del Sínodo de Sárdica (343-44).
Según los antiguos catálogos, Protasio murió un 24 de noviembre y fue sepultado en la basílica milanesa de San Víctor; según el "Liber notitiae sanctorum Mediolani" (Libro de noticias sobre los santos de Milán), del siglo XIV, fue el 27 de noviembre -pero este libro contine emuchas inexactitudes-. No estamos en condiciones de poder establecer con certeza si fue en su episcopado o en el de su sucesor Eustorgio I cuando se realizaron los dos concilios de Milán del 345 y del 347-48, que culminaron con la condena de Fotino, obispo de Sirmio, defensor del arrianismo.
Artículo de Antonio Rimoldi en Enciclopedia del Santi, que recogemos y traducimos para ETF de Sancti e Beati. Las dos referencias a las obras de san Atanasio son: Apologia ad Constantium imp., 3-4, in PG, XXV, coll. 600-601 y Apologia contra Arianos, 50, ibid., XXV, col. 337.
fuente: Santi e Beati
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San Colmano de Cloyne
San Colmano de Cloyne, obispo
En Cluain Uama (hoy Cloyne), de Hibernia, san Colmano, obispo
Nacido en Munster, Irlanda, entre el 522 y el 530; murió hacia el 600. Hijo de Lenin, se formó como poeta, y fue más tarde bardo real de Cashel. El trabajo del bardo no sólo comprendía funciones de poeta y músico, sino también de cronista y genealogista. Colman llegó a ser cabeza de una escuela de bardos. Fragmentos de unos siete poemas que razonablemente pueden atribuirse a Colman han sido identificados por R. Thurneissen y datados en los inicios de la escritura irlandesa.
Pero abandonando la vida como bardo, Colman abrazó la fe cristiana y se dedicó a predicar el Evangelio. Se dice que que su conversión ocurrió después de rescatar de un lago el relicario de san Ailbhe que había sido robado: san Brendan había llegado a Cashel para resolver una disputa; mientras estaba allí, se rescataron la tumba y las reliquias de san Ailbhe, y Colman participó en esa investigación; san Brendan dijo que las manos que habían sido santificadas por tocar algo santo no debían seguir siendo las manos de un pagano; y así fue que a los 50 años Colman fue bautizado por san Brendan.
A partir de entonces, abrazó la vida monástica, fue ordenado, y predicó en Limerick y Cork. En la «Vida de san Columba de Terryglass», se dice que Colman tuvo como maestro y guía a san Columba. El «Conall Corc», un texto del siglo VIII, registra que Coirpre Mac Crimthainn, rey de Munster, «dio Cloyne a Dios y a Colman Mac Colcon, también llamado Mac Lenin», y allí fue donde, a finales de su vida, Colman fundó la iglesia de Cloyne y se convirtió en su primer obispo. Es el santo patrono de Cloyne, en el este de Cork. El Martirologio de Gorman registra el «dies natalis» (es decir, el fallecimiento) de san Colman el 24 de noviembre, y su culto fue confirmado en 1903.
San Alberto de Lovaina | |
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San Alberto de Lovaina, obispo y mártir
En Reims, de la Galia, pasión de san Alberto de Lovaina, obispo de Lieja y mártir, que, desterrado por defender a la Iglesia, allí, en el mismo año fue ordenado y martirizado.
En el siglo XII, las nobles casas de Brabante y Hainaut se disputaron constantemente la extensa y poderosa diócesis de Lieja. El obispo de dicha sede ejercía forzosamente gran influencia en la política de su tiempo. Precisamente, la costumbre abusiva, pero tan común en aquella época, de emplear una sede como instrumento político fue la causa de la muerte violenta de Alberto de Lovaina. Había nacido éste en 1166. Era hijo de Godofredo, duque de Brabante, y de Margarita de Linburgo. Pasó la niñez en el castillo que tenía su padre en la colina de Lovaina, que se llama actualmente Mont-Cesar, en la que hay una abadía benedictina muy conocida. Desde muy joven se escogió a Alberto para el estado clerical. A los doce años se le nombró canónigo de Lieja; pero a los veintiún años, el joven renunció a ese beneficio y pidió a Balduino V, conde de Hainaut, que le diese el espaldarazo de caballero. Balduino accedió y le envió a combatir a sus enemigos. Dado lo que aconteció después, podemos suponer que Alberto tenía la intención de partir a la Cruzada. En efecto, cuando el cardenal Enrique de Albano, legado pontificio, predicó algunos meses más tarde la Cruzada en Lieja, uno de los que «tomaron la cruz» fue Alberto. Pero, por la misma época, abrazó la vida clerical y recibió nuevamente su canonjía. Ignoramos qué fue lo que provocó este curioso incidente. Lo cierto es que Alberto no fue nunca al Oriente, ni como soldado ni como clérigo. Al año siguiente, fue nombrado archidiácono de Brabante y, a ésa siguieron otras dignidades. Sin embargo, aunque Alberto era archidiácono y preboste por oficio, sólo había recibido el subdiaconado.
En 1191 murió el obispo de Lieja. Los dos candidatos a la sucesión se llamaban Alberto, ambos eran archidiáconos y ninguno de los dos era presbítero. El otro era Alberto de Rathel, diácono, primo de Balduino de Hainaut y tío de la emperatriz Constancia, esposa de Enrique IV. Un cronista de la época dice que acudieron a la elección, que tuvo lugar en Lieja, muchos duques, condes y hombres de armas. Pero Alberto de Lovaina era claramente el candidato de mayores cualidades, y el capítulo le eligió por una mayoría aplastante. Entonces, Alberto de Rethel apeló a su pariente, el emperador, quien era enemigo del hermano de Alberto de Lovaina, Enrique de Brabante. El emperador convocó a ambas partes a Worms. Prácticamente, todo el clero de Lieja estaba en favor de san Alberto, en tanto que sólo una minoría de canónigos apoyaban a Alberto de Rethel. Pero el emperador, en vez de fallar en favor de uno de los dos, anunció que había concedido la sede al preboste de Bonn, Lotario, a quien acababa de nombrar canciller imperial a cambio de tres mil marcos. San Alberto manifestó serenamente al emperador que su elección era canónicamente válida, le reprochó el coartar la libertad de la Iglesia y apeló a la Santa Sede. En seguida, partió para Roma por caminos poco transitados y disfrazado de criado, pues el emperador quería detenerle. Él mismo cuidaba su caballo por la noche, ayudaba en la cocina y, en cierta ocasión, llegó incluso a limpiar las botas de un criado que se lo pidió. El papa Celestino III, después de madura deliberación, declaró que la elección de san Alberto había sido válida y la confirmó.
Sin embargo, san Alberto no pudo tomar posesión de su sede a su regreso, pues Lotario se había apoderado de ella y además, el arzobispo Bruno de Colonia, que era ya anciano y estaba enfermo, no se atrevió a consagrarle por miedo al emperador. El papa Celestino, previendo eso, había autorizado al arzobispo Guillermo de Reims a consagrar y ordenar a san Alberto en su diócesis. Mientras el santo se hallaba en Reims, llegó a la ciudad la noticia de que el emperador había ido a Lieja a exterminar a san Alberto y sus partidarios. El tío de san Alberto quería partir con un grupo de nobles para enfrentarse con el emperador y defender los derechos de su sobrino, pero éste, que tenía una idea más alta de los deberes de un cristiano, prefirió permanecer en el destierro para evitar la guerra. Entre tanto, el emperador tomó severas medidas contra el clero de Lieja, obligó a someterse a los partidarios de san Alberto y partió a Maastricht, donde urdió un nuevo plan. El 24 de noviembre de 1192, al cabo de casi diez semanas en Reims, san Alberto fue a visitar la abadía de San Remigio, fuera de las murallas. Ciertos caballeros alemanes, que le esperaban en un paso muy estrecho, le dieron muerte. Toda la ciudad se estremeció de horror. San Alberto fue sepultado con grandes honores en la catedral, el emperador Enrique tuvo que hacer penitencia, y Lotario fue excomulgado y se vio obligado a huir.
La historia de las reliquias del santo es interesante. En efecto, en 1612 sus presuntas reliquias fueron trasladadas de Reims a la iglesia del convento del Carmelo, en Bruselas. Con tal ocasión, el papa Paulo V concedió una misa y un oficio de san Alberto a todas las iglesias de Bruselas y a la catedral de Reims. En 1919, cuando se limpió de escombros la catedral de Reims, tras los bombardeos alemanes, se abrió la supuesta tumba de Odalrico, un arzobispo del siglo X. El contenido intrigó a las autoridades, las cuales nombraron una comisión de clérigos, arqueólogos y médicos para que estudiasen los restos. En 1921, la comisión declaró unánimemente que el esqueleto de la tumba de Odalrico era el de san Alberto de Lovaina y que las reliquias trasladadas a Bruselas en 1612, habían sido las de Odalrico. No obstante, no cabe No se acusar de fraude a los canónigos del siglo XVII: la comisión puso en claro que la confusión de las inscripciones de las dos tumbas podía muy fácilmente haber sido la causa del error. En respuesta a la petición de un miembro belga de la comisión, quien quería que el capítulo metropolitano de Reims cumpliese la promesa que había hecho tres siglos antes de enviar a Bélgica las reliquias de san Alberto, Mons. Neveux, obispo auxiliar de Reims dijo que no podía dar una respuesta definitiva por el momento, pero que, en su opinión, «las promesas solemnes no eran simplemente papeles inútiles». Por su parte, el cardenal Mercier, arzobispo de Malinas, después de reunir todas las porciones dispersas de los restos de Odalrico, los envió nuevamente a Reims. El 18 de noviembre de 1921 el cardenal Lugon, arzobispo de Reims, entregó las verdaderas reliquias de san Alberto a Mons. Van Cauwenvergh y a Dom Sebastián Braun, O.S.B., a quienes el primado de Bélgica había comisionado para recibirlas. Una importante reliquia del santo fue separada del resto y enviada a Reims.
Heller publicó en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores, vol. XXV, pp. 137-168, una biografía verídica de san Alberto, escrita por un contemporáneo suyo. Acerca de la identificación de las verdaderas reliquias en Reims, cf. Analecta Bollandiana, vol. XL (1922), pp. 155.170. Véase igualmente a David en Histoire de St Albert de Louvain (1848); B. del Marmol, St Albert de Louvain (1922), en la colección Les Saints; y E. de Moreau, St Albert de Louvain (1946).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Beato Balsamo de Campania
Beato Balsamo, abad
En el monasterio de Cava dei Tirreni, en la Campania, beato Balsamo, abad, que en medio de las confusiones y contradicciones de su tiempo desempeñó su cargo con sabiduría y prudencia.
Cuando se habla de la gran importancia y la influencia enorme que ejerció en el medioevo la milenaria abadía de Cava dei Tirreni, no debe pensarse que esta situación de privilegio fue un don gratuito del cielo sin nada de parte de la propia abadía: fue también el resultado de la capacidad y la santidad de los hombres que la componía y guiaban.
El beato Bálsamo fue, entre los grandes abades de Cava, uno de los más ilustres. Rigió con sabiduría el monasterio por veinticuatro años, del 1208 al 1232, en que murió. Era un hombre de letras, que supo conquistarse la estima de los pontífices, e incluso de un personaje muy difícil de contentar como fue el emperador Federico II. A pesar de ser uno de los grandes opositores del papado, fue por simpatía con el literato-abad Bálsamo que Federico II, también él poeta y literato, favoreció cuanto pudo el monasterio de Cava. Los historiadores admiten que estos favores fueron dictados, no tanto por la habitual conveniencia política, cuanto por una genuina simpatía personal.
Entre otras licencias, el abad Bálsamo tuvo capacidad de juzgar sobre la vida, con capacidad para condenar a muerte en el territorio de la abadía, lo que constituía una verdadera y propia prerrogativa de principado. Quizás nunca utilizó esa licencia, pero si que sacó partido a su privilegiada posición para recuperar bienes de la abadía que habían sido injustamente arrebatados por los señores del entorno. Se debe a esto la providencial conservación del archivo histórico y documental de la abadía cavense..
fuente: Santi e Beati
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