jueves, 31 de marzo de 2016

San Agilolfo de Colonia, obispo - San Guido, abad (31 de marzo)

San Agilolfo de Colonia, obispo

fecha: 31 de marzo
†: 751 - país: Alemania
otras formas del nombre: Agilof
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa

En Colonia, ciudad de Austrasia, san Agilolfo, obispo, ilustre por la austeridad de su vida y por la predicación.
Debemos reconocer que es muy poco lo que se sabe acerca de este santo, ya que en el siglo XI fue confundido con otro personaje del mismo nombre que murió en Colonia asesinado en relación a la sucesión de Carlos Martel, es decir, poco antes de los años en que aparece el santo que hoy conmemoramos. Por esa confusión posterior, este obispo de Colonia pasó a la hagiografía como mártir, y las dos historias se fueron entremezclando y complicando, como suele ocurrir cuando es necesario armonizar datos discordantes de personas distintas. Todavía en época de los Bolandistas, en el tomo de julio II de Acta sanctorum (editado en 1721) se presenta a san Agilolfo como mártir, y se reproduce su «passio», pero hoy ya la confusión está por completo superada, y se distingue bien al santo, el obispo, que no fue mártir, y al personaje homónimo, que murió violentamente, pero no como mártir, ni recibe culto.
El obispo Agilolfo fue primero monje en la abadía benedictina de Stavelot-Malmedy (actualmente en Bélgica), fundada hacia el 650, de la que llegó a ser abad, antes del año 745. Posiblemente en ese año o poco después fue consagrado obispo, para suceder a Regenfrido (aunque un episcopologio del siglo XI lo coloca antes de ese obispo, al parecer equivocadamente). En el interregno de Regenfrido a Agilolfo un concilio local decidió pasar la sede de episcopal a archiepiscopal, cabeza de los obispos de Austrasia, pero no parece que esta decisión haya tenido efecto en época de Agilolfo.
La única fecha completamente cierta de su ministerio es el 748, en el que su nombre aparece mencionado como obispo de Colonia (no arzobispo) por el papa Zacarías, en la que lo recomienda por su ortodoxia. Fue sucedido por Hildegario, hacia el 753. Su «Vita» (confundida con el Agilolfo asesinado que mencionábamos al inicio) fue escrita por un monje de Malmedy, aunque es escasamente utilizable. Los restos de san Agilolfo fueron inhumados en la abadía de Malmedy, y se realizó una traslación (equivalente antiguo de la canonización) a la catedral el 9 de julio de 1063; por eso su fiesta local es en esa fecha.
Ver Acta Sanctorum, julio II, pág. 714ss. El artículo de Catholic Encyclopedia, de 1907, todavía depende de esa noticia. Ver Duchesne, Fastes Episcopaux, III, pág. 180. Hay también un breve artículo con buenas referencias en Ökumenisches Heiligenlexikon.
Abel Della Costa
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ingreso o última modificación relevante: 28-3-2013

Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=1057





San Guido, abad

fecha: 31 de marzo
n.: 970 - †: 1046 - país: Italia
otras formas del nombre: Wido
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

En Borgo San Domnino, en las cercanías de Parma, san Guido, abad del monasterio de Pomposa, en donde recibió a muchos discípulos y restauró los edificios. Se preocupó de modo especial por la oración, la contemplación y el culto divino, y buscó vivir en la soledad, atento sólo a Dios.
San Guido nació cerca de Ravena y sus padres estaban orgullosos de él. Principalmente para agradarlos, fue muy cuidadoso en su aspecto exterior y en su vestimenta. Sin embargo, una vez fue severamente castigado por esta forma de vanidad. Fue a Ravena, donde se celebraba la fiesta patronal de san Apolinar, y, despojándose de sus finas ropas, las dio a los pobres y se vistió las más andrajosas que pudo encontrar. Para vergüenza de sus padres, partió hacia Roma con esta indumentaria y, durante su permanencia allí, recibió la tonsura. Por inspiración divina se puso bajo la dirección de un ermitaño llamado Martín, que vivía en una islita en el río Po. Durante tres años permanecieron juntos y después, el solitario lo envió a la abadía de Pomposa, cerca de Ferrara, para que aprendiera la vida monástica en una gran comunidad. Ese monasterio y el de San Severo, en Ravena, estaban en realidad bajo la dirección del ermitaño, que decidía el nombramiento de los superiores.
Los sobresalientes méritos de Guido fueron tales, que mereció altos cargos, y llegó a ser abad, primero de San Severo y después de Pomposa, por nombramiento de Martín, confirmado por la votación de los monjes. Su reputación arrastró a muchos (incluyendo a su padre y a su hermano) a unirse a la comunidad, de suerte que el número de monjes fue duplicado y se hizo necesario que Guido construyera otro monasterio para acomodarlos a todos. Después de un tiempo, delegó a otros la parte administrativa de su oficio y se concentró en el aspecto puramente espiritual, especialmente en la dirección de las almas. En ciertas épocas del año, acostumbraba retirarse a una celda, distante aproximadamente cinco kilómetros de la abadía, donde llevaba una vida de tan intensa devoción e inquebrantable abstinencia, que parecía sostenerse con el ayuno y la oración. Especialmente durante la Cuaresma, trataba su cuerpo con tal severidad, que sus torturas podrían difícilmente superarse y aún así, era extraordinariamente tierno con los monjes, que le tenían gran devoción. San Pedro Damián, que a petición suya, dio lecciones de Sagrada Escritura en la abadía de Pomposa durante dos años, dedicó a san Guido su libro «De Perfectione Monacorum».
A pesar de haber sido un santo, Guido no escapó a la persecución. Por alguna razón, Heriberto, arzobispo de Ravena, concibió un odio acerbo contra él y se decidió en verdad a destruir su monasterio. Advertido del ataque que se aproximaba, la única medida de defensa del abad fue un ayuno de tres días en compañía de toda su comunidad. Cuando el arzobispo y sus soldados llegaron a las puertas de la abadía, Guido salió a recibirlos, y con el mayor respeto y humildad, los condujo a la iglesia. El corazón de Heriberto se conmovió: pidió perdón al abad, y prometió protegerlo de allí en adelante. Al final de su vida, san Guido se retiró a la soledad, pero fue llamado a Piacenza por el emperador Enrique III, que había llegado a Italia y deseaba consultar al abad, de cuya santidad y sabiduría tenía grandes referencias. El anciano obedeció muy a su pesar y se despidió tiernamente de sus hermanos, diciéndoles que nunca más vería sus rostros. Había llegado a Borgo San Domnino, cerca de Parma, cuando fue atacado repentinamente por una enfermedad, de la que murió al tercer día. Se originó una disputa por la custodia de su cuerpo entre Pomposa y Parma. El emperador dirimió la cuestión, haciendo llevar las reliquias a la iglesia de San Juan Evangelista, en Speyer, que más tarde fue rebautizada con el nombre de San Guido-Stift.
Existe una breve vida en latín que ha sido publicada tanto por los bolandistas, Acta Sanctorum, marzo, vol. III, como por Mabillon.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=1058

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