Beato Andrés de Borgo Sansepolcro, religioso presbítero
fecha: 31 de agosto
fecha en el calendario anterior: 3 de septiembre
†: 1315 - país: Italia
otras formas del nombre: Andrés Dotti
canonización: Conf. Culto: Pío VII 1806
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 3 de septiembre
†: 1315 - país: Italia
otras formas del nombre: Andrés Dotti
canonización: Conf. Culto: Pío VII 1806
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En el desierto de Vallucola, en la
Toscana, beato Andrés de Borgo Sansepolcro, presbítero de la Orden de los
Siervos de María, entregado a la penitencia y a la contemplación.
Alrededor del año 1250, vino al mundo
Andrés Dotti en la población de Borgo San Sepolcro, de la Toscana. Su familia,
muy distinguida (un hermano de Andrés fue capitán en la guardia personal del
rey Felipe el Hermoso), le dio una educación de acuerdo con su medio, es decir,
esmerada, pero sin abordar para nada la religión. Sin embargo, el joven,
piadoso por inclinación natural, se hizo terciario secular de los servitas a
la edad de diecisiete años. Poco tiempo después, se realizó un capítulo general
de la orden en Borgo San Sepolcro y, por supuesto, Andrés asistió a todas las
ceremonias, incluso a escuchar el sermón que predicó san Felipe Benizi, el
prior general. El tema del discurso era la recomendación de Cristo: «El que no
renuncie a todo cuanto posea, no llegará a ser mi discípulo», y la fogosa elocuencia
del orador tocó las fibras más íntimas del corazón de Andrés. Inmediatamente
fue a ofrecerse a san Felipe, fue aceptado y se convirtió en un fraile servita.
Después de recibir la ordenación sacerdotal, ingresó a uno de los monasterios,
el que gobernaba san Gerardo Sostegni, uno de los siete fundadores de la Orden;
de ahí salió convertido en un predicador vehemente que obtuvo mucho éxito en
toda la comarca vecina. Con frecuencia acompañaba a san Felipe Benizi en sus
jornadas misioneras. Andrés se conquistó a varios ermitaños que llevaban una
vida retirada, pero muy indisciplinada, en las cercanías de Vallucola, y los
hizo entrar en la orden servita y someterse a sus reglas. El propio Andrés fue
nombrado superior de aquel grupo y desempeñó el trabajo hasta que fueron
requeridos sus servicios para que saliese a predicar o actuase como prior
temporal en diversos monasterios. Se hallaba presente en Monte Senario en 1310,
cuando murió ahí san Alejo Falconieri, el principal de los fundadores de los
servitas, y quedó tan profundamente impresionado, que pidió permiso a sus
superiores para retirarse a una ermita y prepararse a bien morir, a pesar de
que apenas tenía cincuenta y nueve años. Desde entonces, Andrés vivió entregado
a las mortificaciones, tuvo visiones y abundantes gracias, incluso un aviso
sobre su próxima muerte. Cuando llegó la fecha anunciada, el beato se hallaba
en buenas condiciones de salud y, desde temprano, salió de su ermita para
dirigirse a una peña donde acostumbraba a dar conferencias a sus hermanos.
Cuando llegaron los otros monjes, se encontraron con que Andrés, su amado
padre, estaba arrodillado de cara a la roca, inmóvil, como arrobado en éxtasis;
pero en realidad, ya estaba muerto. Fue sepultado en la iglesia de Borgo de San
Sepolcro donde la veneración popular que se le rindió fue recompensada con
numerosos milagros. En 1806, el Papa Pío VII, aprobó el antiguo culto.
En Annales Ordinis Servorum B. V. M., vol.
I, pp. 230-231, A. Gianni escribió un relato muy completo sobre el beato. Dado
que los siete fundadores de la Orden se conmemoran el mismo día (12 de
febrero), no hacemos un link por separado a cada uno.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3127
San Ramón Nonato, religioso
fecha: 31 de agosto
n.: c. 1200 - †: c. 1240 - país: España
canonización: Conf. Culto: Alejandro VII 1657
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: c. 1200 - †: c. 1240 - país: España
canonización: Conf. Culto: Alejandro VII 1657
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Cardona, de Cataluña, san Ramón Nonato, que fue uno de los
primeros compañeros de san Pedro Nolasco en la Orden de Nuestra Señora de la
Merced, y es tradición que, por el nombre de Cristo, sufrió mucho para la
redención de los cautivos.
Patronazgos: patrono de las mujeres embarazadas, madres lactantes y niños,
protector de los inocentes injustamente acusados, para pedir un parto feliz, y
contra la fiebre puerperal.
refieren a este santo: San Serapión
La vida de san Ramón está envuelta en un
misterio impenetrable por falta de documentos fidedignos, de suerte que no se
puede aceptar sin reservas la narración de Alban Butler, que resumimos a
continuación. San Ramón nació en Portello, ciudad de Cataluña, en 1204. Recibió
el sobrenombre de non-nato (no nacido), porque su madre murió en el parto antes
de que el niño viese la luz. Con el permiso de su padre, el santo ingresó en la
Orden de los Mercedarios, que acababa de fundarse. San Pedro
Nolasco recibió la profesión de Ramón en Barcelona.
Progresó tan rápidamente en la virtud que,
dos o tres años después de profesar, sucedió a san Pedro Nolasco en el cargo de
«redentor o rescatador de cautivos». Enviado al norte de África con una suma
considerable de dinero, Ramón rescató en Argel a numerosos esclavos. Cuando se
le acabó el dinero, se ofreció como rehén por la libertad de ciertos
prisioneros cuya situación era desesperada y cuya fe se hallaba en grave
peligro. Pero el sacrificio de san Ramón no hizo más que exasperar a los
infieles, quienes le trataron con terrible crueldad. Sin embargo, el magistrado
principal, temiendo que si el santo moría a manos de sus compatriotas no se
pudiese obtener la suma estipulada por la libertad de los prisioneros a los que
representaba, dio orden de que se le tratase más humanamente. Con ello, el
santo pudo salir a la calle, lo que aprovechó para confortar y alentar a los
cristianos y para convertir y bautizar a algunos mahometanos. Al saberlo, el
gobernador le condenó a morir empalado, pero quienes estaban interesados en
cobrar la suma del rescate consiguieron que se le conmutase la pena de muerte
por la de flagelación. San Ramón no perdió por ello el valor, sino que
prosiguió la tarea de auxiliar a cuantos se hallaban en peligro, sin dejar
escapar la menor ocasión de ayudarlos.
Pero, por una parte, san Ramón no tenía ya
un solo céntimo para rescatar cautivos y, por otra parte, predicar el
cristianismo a los islamitas equivalía a la pena de muerte. Lo único que podía
hacer era cerrar los ojos y lanzarse al martirio, de suerte que volvió a
instruir y exhortar así a los cristianos como a los infieles. El gobernador,
enfurecido ante tal contumacia, ordenó que se azotase al santo en todas las
esquinas de la ciudad y que se le perforasen los labios con un hierro candente;
en seguida mandó ponerle en la boca un candado, cuya llave guardaba él mismo y sólo
la daba al carcelero a la hora de las comidas. En esa angustiosa situación pasó
san Ramón ocho meses, hasta que san Pedro Nolasco envió finalmente a algunos
miembros de su orden a rescatarle. San Ramón hubiese querido quedarse a asistir
a los esclavos en África, sin embargo, obedeció la orden de su superior y pidió
a Dios que aceptase sus lágrimas, ya que no le había considerado digno de
derramar su sangre por las almas de sus prójimos.
A su vuelta a España, en 1239, fue
nombrado cardenal por Gregorio IX, pero él permaneció tan indiferente a ese
honor que no había buscado, que no cambió ni sus vestidos, ni su pobre celda
del convento de Barcelona, ni su manera de vivir. El Papa le llamó más tarde a
Roma. San Ramón obedeció, pero emprendió el viaje corno el religioso más
humilde. Dios dispuso que sólo llegase hasta Cardona, a unos diez kilómetros de
Barcelona, donde le sorprendió una violenta fiebre que le llevó a la tumba. El
santo tenía aproximadamente treinta y seis años. Fue sepultado en la capilla de
San Nicolás de Portello. El Martirologio Romano empezó a mencionar su nombre en
1657. San Ramón Nonato es el patrono de las parturientas, debido a las
circunstancias de su nacimiento.
El 28 de enero, hablando de San Pedro
Nolasco, hicimos notar cuán poco fidedignas son las fuentes mercedarias que se
refieren a la fundación y primeros años de la orden. Los bolandistas no
lograron descubrir ningún documento fidedigno sobre san Ramón y terminaron por
publicar el relato escrito por Ciacconius (siglo XVI), en su serie de
biografías de los cardenales. La falta de documentos no ha mejorado en la
actualidad. Todo lo que podemos decir es que en los siglos XVII y XVIII vieron
la luz muchas biografías de san Ramón Nonato, generalmente poco voluminosas,
como las de Dathia, Echevérez, Eyto, Juan de la Presentación, P. E. Menéndez,
F. T. de Miranda, M. Ulate y otros. Dichas biografías, publicadas con la debida
aprobación eclesiástica, repiten poco más o menos lo que hemos dicho en nuestro
artículo y añaden innumerables milagros.
Cuadro: Diego González de Vega, Cristo corona a san Ramón Nonato, 1673, Museo del Prado, Madrid.
Cuadro: Diego González de Vega, Cristo corona a san Ramón Nonato, 1673, Museo del Prado, Madrid.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3126
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