San Paulino de Tréveris, obispo y mártir
fecha: 31 de agosto
n.: c. 300 - †: 358 - país: Alemania
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Tréveris, en la Galia Bélgica,
san Paulino, obispo y mártir, que en tiempo de la herejía arriana fue el
verdadero heraldo de la verdad, y en el Sínodo de Arlés, convocado por el
emperador arriano Constancio, ni amenazas ni adulaciones pudieron llevarle a
condenar a san Atanasio ni a apartarse de la recta fe, por lo que fue relegado
a Frigia, en la actual Turquía, donde pasados cinco años llevó a cumplimiento
su martirio en el exilio.
San Atanasio llamó a san Paulino «hombre
verdaderamente apostólico», y san Jerónimo dijo dé él que había sido «feliz en
sus sufrimientos» por la fe. Después de educarse en la escuela catedralicia de
Poitiers, donde fue discípulo de san Maximino,
Paulino sucedió a su maestro en el gobierno de la sede de Tréveris. Durante el
destierro de san Atanasio en
Tréveris, san Paulino se convirtió en uno de sus más ardientes defensores. En
el sínodo arrianizante de Arles (353), el santo defendió valientemente la fe de
Nicea y se opuso a los legados pontificios, que iban a condenar a san Atanasio.
Su amistad con éste último le hizo incurrir en la cólera del emperador
Constancio, quien le desterró junto con san Dionisio de
Milán, san Eusebio de
Vercelli y san Lucifer de
Cagliari. En Frigia fue enviado a un sitio tan remoto, que
apenas se conocía ahí a los cristianos. San Paulino murió en el destierro el
año 358.
El cuerpo del santo fue transladado a
Tréveris por el obispo san Félix el año 396. El año 402, sus restos fueron
solemnemente depositados en la iglesia que lleva su nombre. Su tumba se
descubrió en las ruinas de dicha iglesia, en 1738. El esqueleto del santo estaba
todavía envuelto en sedas de oriente y se conservaban algunos fragmentos del
féretro de madera en que había sido transportado desde Frigia. En 1833, una
comisión de arqueólogos y expertos examinó detenidamente los restos y los
declaró incuestionablemente auténticos; también declaró que san Paulino no
había muerto decapitado, como pretendían algunos.
En Acta Sanctorum, agosto, vol. VI, hay
una biografía latina que data de los siglos IX o X. Acerca de las reliquias,
cf. el artículo del P. Schneider en Jahrbüchern des Vereins für
Alterthumsfreunden im Rheinlande, vol. 78 (1884) , pp. 167 ss. Acerca de la
vida del santo, cf. P. Diel, Der hl. Maximinus und der hl. Paulinus (1875).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso
cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que
el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y
adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio
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San Aidano de Lindisfarne, abad y obispo
fecha: 31 de agosto
†: 651 - país: Reino Unido (UK)
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: 651 - país: Reino Unido (UK)
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Lindisfarne, en el territorio de Northumbria, san Aidano, obispo y
abad, varón de suma mansedumbre, piedad y rectitud de gobierno, que desde el
monasterio de Iona fue llamado por el rey Osvaldo a esta sede episcopal, donde
fundó un monasterio, para atender eficazmente a la evangelización de aquel
reino.
refieren a este santo: San Ceda de
Lastingham, San Eata de
Hexham, Santa Hilda, San Osvaldo de
Northumbria
Cuando san Oswaldo ciñó
la corona de Nortumbría el año 634, pidió a los monjes de Iona que enviasen a
un obispo a predicar el Evangelio a sus súbditos. El primer misionero resultó
un hombre rudo y austero, incapaz de hacer el bien a los paganos. Tuvo, pues,
que regresar a su monasterio, donde echó la culpa de su fracaso a la rudeza e
indocilidad de los ingleses. Los monjes reunieron un sínodo para deliberar
acerca de lo que se debía hacer, San Aidano, que asistió al sínodo, dijo
claramente al misionero que el culpable de su fracaso era él y no los ingleses,
ya que se había mostrado duro y severo con los ignorantes, cuando hubiese
debido alimentarles con la leche de una doctrina menos rigurosa hasta que
fuesen capaces de digerir alimentos más sólidos. Los ojos de toda la asamblea
se fijaron entonces en el orador, cuyas palabras estaban tan llenas de
prudencia y le eligieron para la ardua misión.
Aidano era originario de Irlanda. Según se
dice, había sido discípulo de san Senán en
la isla de Scattery. Eso es todo lo que sabemos acerca de él, hasta que ingresó
en el monasterio de Iona. El rey Oswaldo le acogió amablemente y le designó la
isla de Lindisfarne como sede episcopal. San Beda habla con entusiasmo sobre la
humildad y piedad de san Aidano. Quienes viajaban con él estaban obligados a
emplear los ratos de descanso en la lectura de la Biblia y en aprender de
memoria los Salmos. San Aidano viajaba siempre a pie. Su actitud mostraba
claramente que no buscaba ni quería los bienes de este mundo, ya que distribuía
entre los pobres cuantos regalos le hacían el rey y los nobles. Rara vez iba a
comer con el monarca y, cuando lo hacía, iba acompañado de dos de sus clérigos
y retornaba al trabajo lo más pronto posible. Beda menciona la libertad
apostólica con que echaba en cara sus vicios a los grandes de este mundo y
habla de la paz, caridad, continencia y demás virtudes que supo comunicar a los
habitantes de aquella nación bárbara. «Era un obispo que amaba apasionadamente
la bondad y que se distinguió por su mansedumbre y moderación. Estaba lleno de
celo por la causa de Dios, aunque su ciencia no se hallaba a la altura de su
celo...» (estas últimas palabras aluden al hecho de que san Aidano seguía la
costumbre celta en lo referente a la fecha de la Pascua, etc.). Se necesitaba
allí, precisamente, un hombre como san Aidano, pues Penda y Cadwallon habían
destruido en gran parte la obra de san Paulino.
Los milagros del santo, de los que Beda
relata tres, confirmaban su predicación. Y el mismo Beda, refiriéndose a la
situación religiosa de la región treinta años después, da testimonio de la
eficacia del apostolado de san Aidano: «Los monjes y clérigos eran acogidos con
gran gozo en todas partes, como siervos de Dios. Quienes se topaban con ellos
en los caminos, corrían a su encuentro y se inclinaban ante ellos, muy
contentos de recibir su bendición y de encomendarse a sus oraciones. El pueblo
prestaba gran atención a las exhortaciones de los sacerdotes y acudía con
entusiasmo, los domingos, a oír la palabra de Dios en las iglesias y
monasterios. Cuando un sacerdote llegaba a una población, los habitantes se
reunían para escuchar la palabra de vida. Los clérigos sólo iban a los pueblos
para predicar, visitar a los enfermos y atender a las almas. Y estaban tan
libres de toda codicia, que jamás recibían tierras o posesiones para construir
monasterios, sino por mandato de las autoridades seculares».
El centro de la actividad de san Aidano
era la isla de Lindisfarne (actualmente Isla Santa), frente a la costa de
Nortumbría, entre Berwick y Bamburgh. Ahí tenía su sede episcopal y fundó un
monasterio al que impuso la regla de san Columkill. No sin razón, se ha llamado
a la isla la Iona inglesa, pues de ahí partió el movimiento que venció al
paganismo en Nortumbría y fue disipando, poco a poco, las costumbres bárbaras.
Dom Gougaud cita a Lightfoot, quien dice que «el verdadero apóstol de
Inglaterra no fue san Agustín sino san Aidano». Tal afirmación es verdadera por
lo que se refiere al norte de Irlanda. San Aidano fue obispo durante diecisiete
años. El más famoso de los dieciséis obispos que le sucedieron, fue san
Cutberto; pero no fue éste ciertamente el único santo de la isla. San Aidano
educó en su monasterio a doce jóvenes ingleses. Fue también infatigable su
solicitud por los niños y los esclavos, y, con frecuencia, empleaba las
limosnas que recibía en el rescate de estos últimos. El gran monarca san
Oswaldo prestaba todo el apoyo posible al santo obispo. Lo mismo hizo su
sucesor Oswino, quien fue asesinado en Gilling en 651. San Aidano murió once
días después, en el castillo de Bamburgh, que solía emplear como centro
misional. Falleció apoyado contra el muro de la iglesia. Fue sepultado en el
cementerio de Lindisfarne. Cuando se construyó la iglesia de San Pedro, sus
restos fueron trasladados al santuario. Sin duda que las reliquias del santo
fueron trasladadas nuevamente cuando se evacuó la isla, en la época de las
invasiones de los daneses.
Prácticamente todo lo que sabemos sobre
san Aidano se reduce a lo que cuenta Beda en su Historia Eclesiástica. Las
anotaciones de Plummer son importantes. Por lo que se refiere a los puntos
relacionados con la arqueología, se hallarán muchos datos en la obra de Sir
Henry Howorth, The Golden Days of the Early English Church, vol. I.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso
cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que
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adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio
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