San Tito, apóstol y obispo.
Del paganismo a la fe, por las escrituras. De conocer a Cristo, a anunciarle.
San Tito de Creta, apóstol y obispo. 26 de enero, junto a San Timoteo; 4 de enero, Synaxis de los Apóstoles (Iglesia oriental), 27 de enero; y 25 de agosto, Iglesia Griega.
Lo que de él se conoce se ha entresacado de las dos cartas escritas por San Pablo (29 y 30 de junio, 25 de enero, 18 de noviembre) a los Corintios y la carta que escribe al mismo Tito. También está la fuente del Menologio Griego, que recoge de su vida, en las versiones escritas por Zenas y Pedro de Natalibus. Tito nació de padres paganos, descendientes de la antigua familia real de Creta. Zenas narra su conversión, diciendo que era un joven estudioso e ilustrado en la prosa y la poesía de lo filósofos y escritores paganos, pero que esto no le bastaba y su alma buscaba constantemente la verdad. Cuando tenía 20 años oyó una voz en su interior que decía “Tito, salva tu alma. Nada de lo que has aprendido de los griegos te obtendrá la salvación”. Y la misma voz le ordenó abrir un texto hebreo al que jamás había prestado atención ¡era el libro del Profeta Isaías! Tito lo abrió al azar y ante sus ojos cayó el texto de Isaías 41, 910 que dice: “tú, a quien tomé de los confines de la tierra, y desde sus lugares más remotos te llamé y te dije: Mi siervo eres tú; yo te he escogido y no te he rechazado: No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia”.
Lo que de él se conoce se ha entresacado de las dos cartas escritas por San Pablo (29 y 30 de junio, 25 de enero, 18 de noviembre) a los Corintios y la carta que escribe al mismo Tito. También está la fuente del Menologio Griego, que recoge de su vida, en las versiones escritas por Zenas y Pedro de Natalibus. Tito nació de padres paganos, descendientes de la antigua familia real de Creta. Zenas narra su conversión, diciendo que era un joven estudioso e ilustrado en la prosa y la poesía de lo filósofos y escritores paganos, pero que esto no le bastaba y su alma buscaba constantemente la verdad. Cuando tenía 20 años oyó una voz en su interior que decía “Tito, salva tu alma. Nada de lo que has aprendido de los griegos te obtendrá la salvación”. Y la misma voz le ordenó abrir un texto hebreo al que jamás había prestado atención ¡era el libro del Profeta Isaías! Tito lo abrió al azar y ante sus ojos cayó el texto de Isaías 41, 910 que dice: “tú, a quien tomé de los confines de la tierra, y desde sus lugares más remotos te llamé y te dije: Mi siervo eres tú; yo te he escogido y no te he rechazado: No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia”.
Tito se dio cuenta que esto estaba muy lejos de los escritos griegos, en los que hasta ese momento había hallado consuelo y felicidad. Dejó sus estudios, su familia y su casa y se encaminó a Jerusalén, buscando más de esa nueva sabiduría. Al llegar allí encontró a Jesús, le oyó predicar y se convirtió en su discípulo. Zenas dice que fue uno de los griegos que San Andrés (30 de noviembre y 20 de junio, traslación a Constantinopla) llevó a Jesús (Juan 12, 20) y uno de los primeros discípulos, lo cual podría ser posible fácilmente. También nos cuenta que luego de la Ascensión del Señor permaneció en Jerusalén y estuvo presente en Pentecostés, y que luego de la conversión de San Pablo se unió a este. Fue su intérprete, secretario y amigo, del que llega a decir “Dios, que consuela a los humildes, me consoló con la venida de Tito" (2da Corintios 7, 6) y de como, yendo a Troas, no le había conocido (2da Corintios 11, 13). Esto es, evidentemente, recordando el pasado, del tiempo en que había oído de él y no le conocía aún. En el año 51, Tito le acompañó al Concilio de Jerusalén, en el que se trató el tema del sometimiento de los cristianos a los ritos mosaicos, pero ya sabemos como acabó aquello y volvemos a Tito. En el año 56 San Pablo le envió a Corinto, con la misión de investigar y solucionar disensiones y escándalos en la Iglesia local. Allí analizó el caso del incestuoso excomulgado, al que reconcilió con la Iglesia nuevamente. Ese mismo año fue enviado de nuevo a Corinto, donde llevó una colecta hecha por los cristianos jerosolimitanos.
Zenas dice que después de su primer encarcelamiento, al volver de Roma, San Pablo consagró a Tito obispo de Creta, donde vivía con su hermana, esposa del gobernador Rustilio. Se basa en las palabras de San Pablo "te dejé en Creta" (carta a Tito, 1. 4) y San Juan Cristóstomo, en su comentario a dicha carta dice “podemos hacernos un juicio de la gran estima de Pablo a Tito al encomendarle esta misión”. En el año 65, se encontraron los dos en Nicópolis, y San Pablo le envió a predicar a Dalmacia donde se le venera como su apóstol, aunque probablemente no estuvo allí por mucho tiempo. Pedro de Natalibus relata que en el momento de su muerte, el rostro de Tito resplandeció y que dos ángeles descendieron del cielo a llevarse su alma. Hizo una oración larga y profunda y exhaló el espíritu.
Su cuerpo se conservó con gran veneración en la catedral de Gortina, de donde fue trasladado a Candia (17 kilómetros de distancia) cuando los sarracenos arrasaron la catedral y ciudad en el 823. Allí se custodió su cabeza hasta que los venecianos la llevaron a San Marcos de Venecia, donde se conserva. Es patrón de Creta.
Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo I. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1914.
Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo I. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1914.
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