domingo, 24 de julio de 2022

Domingo 17º Ciclo C (24.07.2022): Lucas 11,1-13. Todo ser que respira alaba a su Dios y Semana 35ª: 24.07.2022: Cita de José Arregi, Jesús siglo XXI. Apuntes de Cristología, Colección feadulta.com,

 

En plena ola

Ola de mar, ola de viento, ola de frío, ola de calor... Ahora que escribo contigo estamos aquí en la Iberia en plena ola de calor. Creo que dicen los médicos de la vida que la temperatura del cuerpo humano normal está en torno a los 36º.  Si la temperatura ambiental de las habitaciones de esta casa común de la tierra supera la barrera de los 40º, los humanos lo acusamos y reaccionamos reduciendo al mínimo las actividades que en situaciones normales somos capaces de desarrollar. Nos sucede como a las plantas que, cuando se encuentran a pleno sol, inclinan y encogen sus hojas como si estuvieran insensibles o muertas. Basta un poco de sombra y unas gotas de agua en las raíces para entonarse y lucir lozanas de nuevo.

En plena ola de calor, hidratación y a la sombra.

Y así estoy mientras escribo estas líneas de presentación de los comentarios para el domingo día 24 de julio. Siendo niño, en el pueblo burgalés de mi familia se decía que el verano ahí duraba un mes, de Virgen a Virgen. Desde la Virgen del Carmen, el 16 de julio, hasta Nuestra Señora, el 15 de agosto. No recuerdo haber oído lo de la ola de calor por aquel entonces. Cosas del cambio del clima, con seguridad.

Dicho esto, imagino que el país mediterraneo que es Israel participa, grosso modo, de semejantes coordenadas geoclimáticas de mi tierra. Por esta razón tiendo a imaginarme a aquel judío laico de Nazaret en estos días del verano de una manera muy semejante a las gentes de mi entorno. Creo, pues, que lo que se nos leerá del Evangelio de Lucas en este domingo dudo que sucediera en días de verano. Posiblemente, aquel Camino de Subida a Jerusalén tuviera lugar en tiempos de primavera. Sea como fuere, el asunto del que nos habla el Evangelio de este domingo nos daría para estar de dimes y diretes hasta no acabar nunca. Se aborda nada más o nada menos que la cuestión de la oración. ¿Se sabe qué es la oración? Probablemente sí. Y de la misma manera, ¿se sabe qué es el aire? Probablemente también. Y ya puestos, ¿se sabe qué es vivir? No faltaba más. Pues eso. Creo que orar, respirar y vivir es todo uno y lo mismo. Tan sencillo. 

Y para esta nueva semana recomiendo la lectura de un libro que me impresionó desde la primera página que leí hasta la última. Cuando acabé de copiar esa página inicial que vamos a leer, una buena persona me comunicaba la desconcertante noticia de la presencia de un tumor en el cerebro de su familiar más cercano. Son las coincidencias de la vida. Sólo constato los datos. Las relaciones y las reacciones ante estos hechos las conocemos cada uno de primera mano. Y en estas situaciones creo que puedo seguir manteniendo que orar, respirar y vivir son un todo y lo mismo. Las 250 páginas de esta publicación comentan estas tres palabras como si fueran una impresionante buena noticia, tan buena como el mismo Evangelio de aquel laico llamado Jesús de Nazaret. 

A continuación se encuentran los dos comentarios.

Carmelo Bueno Heras

  

Domingo 17º Ciclo C (24.07.2022): Lucas 11,1-13. Todo ser que respira alaba a su Dios. Me lo escribo CONTIGO,

“Y sucedió que, estando él [Jesús de Nazaret] orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: Señor, como Juan enseñó a sus discípulos, enséñanos a orar” (Lc 11,1).

Estas serán las primeras palabras que se nos anunciarán en la lectura del Evangelio en la santa misa eucaristía del domingo día 24 de julio. Ya en pleno verano en los ámbitos mediterráneos como lo son las tierras donde se nos escribió la Biblia y en concreto los cuatro Evangelios. Quiero actualizar, una vez más, el hecho de que este Jesús de Lucas está en camino desde Galilea hacia Jerusalén. Es el Camino del Seguimiento. Es el Camino del Evangelio y de la Iglesia. No se sabe exactamente en qué lugar concreto. Pero de esto se encargó la Tradición.

En la ladera orientar del valle del Cedrón en Jerusalén se puede ver y visitar en la actualidad y desde el primer milenio la basílica del Padrenuestro donde se conmemora el hecho que acabamos de leer en Lucas 11. Pero si uno lee en Mateo 6,5-15 se encontrará con la misma oración de ‘el padrenuestro’ puesta en boca de un Jesús de Nazaret que se encuentra en el llamado monte de las bienaventuranzas en la delicada ladera noroccidental del lago de Genesaret en la baja Galilea. Se trata de la misma oración, del mismo Jesús, pero con tantas y tan evidentes diferencias que a más de un lector se le despiertan interrogantes de todo tipo.

Los Evangelistas Marcos-María Magdalena y Juan, el primero y el cuarto de los Evangelios, nada debieron de saber de esta oración de ‘el padrenuestro’, porque nunca nos dijeron nada de esta cuestión. Es probable que este silencio de los dos Evangelios no tenga la menor importancia, pero a mí personalmente, al menos, me sorprende y me extraña.

En este Camino del Seguimiento de Jesús de Nazaret Lucas coloca unas nada despreciables palabras sobre la oración y, muy precisamente, sobre la llamada oración de petición: Pedid… Buscad… Llamad… (Lucas 11,9-10). Sin ningún tipo de dudas, creo que aquel Jesús de Nazaret conocía muy bien esta cuestión de la oración tan propia del pueblo judío al que él pertenecía. No entra en mi sentido común que Jesús ignorara el libro de los Salmos, con sus ciento cincuenta textos de preciosa lírica religiosa. Y creo, personalmente, que aquel Jesús de Nazaret se escandalizaba cada vez que se proclamaban algunos de estos salmos en las Sinagogas de su tierra y en el propio templo de Jerusalén.

Creo, siguiendo la manera de pensar y expresarse de Lucas el Evangelista, que, por ejemplo, el salmo 1 del Salterio no sería un salmo de la simpatía de Jesús de Nazaret. Este salmo presenta al Dios de Israel como premiador de los buenos y castigador de los malos. Esta manera de creer y expresarse se encuentra en abierta contradicción con el mensaje de Lucas 4,14-30.

Curiosamente, este salmo primero es la proclamación de la excelencia de la LEY. Creo también, como otro ejemplo, que este Jesús de la Nazaret de Lucas y de la historia humana no pensaría como lo hizo y escribió el autor del salmo 149, el de la espada de doble filo que mata a diestra y siniestra. En mi discreta opción contemplativa, me quedaré siempre con la expresión con la que se cierra el quinto y último libro de los salmos: Todo ser que respira ALABA a Yavé (150,6).

A este respirar, consciente, que es vivir deseo añadir, siguiendo también al Evangelista Lucas, el pedir, el buscar y el llamar a las personas que me rodean por ser y sentirme, con y como ellas, una persona necesitada, dependiente y relativa. Carmelo Bueno Heras

 

CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos

Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros. Creo que, en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo de toda persona, ¡todo está relacionado!

. Ahora, Semana 35ª: 24.07.2022: Cita de José Arregi, Jesús siglo XXI. Apuntes de Cristología, Colección feadulta.com, Madrid, 2011, 250 páginas.

 

Prólogo

. Revisé las imágenes de la tomografía computarizada, el diagnóstico era evidente: los pulmones estaban manchados por innumerables tumores; la columna, deformada; un lóbulo entero del hígado, aniquilado. Un cáncer ampliamente extendido. Yo era un médico residente de neurocirugía y estaba entrando en el año final de mi formación. Durante los seis últimos años había examinado infinidad de escáneres de ese tipo, por si existía la remota posibilidad de realizar una intervención beneficiosa para el paciente. Pero este escáner era diferente: era mío… ¿Crees que hay alguna posibilidad de que sea otra cosa?, dijo Lucy. No, le dije. Nos abrazamos con fuerza, como jóvenes amantes. A lo largo del año anterior, ambos sospechábamos, pero nos negábamos a creer, incluso a hablarlo, que en mi interior se estaba desarrollando un cáncer… (páginas 21- 22).

. Tras diez años de formación incesante, estaba decidido a perseverar durante los quince meses siguientes hasta terminar la residencia… El director del departamento en Stanford me había sentado en su despacho… y me había dicho: Paul, creo que tú serás el candidato número uno en cualquier puesto al que te presentes. Ahora bien, sólo para tu información: nosotros vamos a iniciar en nuestra facultad un proceso de selección para buscar a alguien de tu perfil. No te prometo nada…, pero deberías tenerlo en cuenta… (páginas 24-25).

. A los treinta y seis años, había llegado a la cima. Ya divisaba la Tierra Prometida…  Me veía a mí mismo convertido por fin en el marido que había prometido ser… Unas semanas más tarde… empecé a bajar de peso… de 79 a 65 kilos… (página 25).

. ¿Quieres hacer el favor de explicarme por qué no confías en mí?, me preguntó ... Teníamos previstas a la semana siguiente unas vacaciones para visitar en Nueva York a unos viejos compañeros de Universidad… Pero Lucy tenía otros planes. No voy a ir contigo a Nueva York… ¿Tan mal estaban las cosas?... Muchas noches yo llegaba tarde del trabajo, cuando Lucy ya se había acostado…; muchas mañanas me iba antes del alba, cuando aún no se había despertado (páginas 26-27) ... Me dije. Si ella decidía dejarme, yo asumiría que la relación había terminado. Y si resultaba que tenía cáncer, no se lo diría: ella sería libre de escoger la vida que deseara… Lucy me acompañó en coche al aeropuerto… Le mandé un mensaje de texto: “Me gustaría que estuvieras aquí” … Me llegó la respuesta: “Te quiero. Y estaré aquí cuando vuelvas”. La espalda se me agarrotó terriblemente… (página 28).

. A la tercera noche hablé con Mike, nuestro anfitrión y le dije que había decido acortar la estancia y volver a casa al día siguiente… Mike, creo que tengo cáncer. Y no de los benignos. Era la primera vez que lo decía en voz alta… Lucy me recogió en el aeropuerto… Te necesito, susurré. Nunca te dejaré, dijo ella... El doctor vendrá enseguida. Y de esta manera, el futuro que había imaginado, el que estaba a punto de hacerse realidad, la culminación de décadas de esfuerzo, se evaporó sin más (página 31).

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