domingo, 31 de julio de 2022

Domingo 18º del TO Ciclo C (31.07.2022): Lucas 12,13-21. Jesús denunció el ánimo de lucro y Semana 36ª: 31.07.2022: Cita de Siro López, CUERPO Y SANGRE. Siglo XXI de España

 

La herencia de Jesús de Nazaret

El próximo domingo despediremos al mes de julio con todas sus oleadas, de calores por el norte, de tormentas por el centro y de fríos por el sur. Esta casa de la tierra es así de variopinta por ser tan grande. O tan pequeña como un puntito, según nos dicen los estudiosos críticos del Cosmos.

Y en esta nuestra historia de humanos en la tierra sucede todo cuanto alguien pueda imaginarse y un poco más. Sucede de todo. Y existen personas para todo. No es, pues, extraño que lo que es cierto para unos sea a la vez equivocado para los otros. No es extraño que el dinero sea bueno y malo a la vez, como el aire, como la luz, como el agua y hasta como el mismo fuego. Bueno y a la vez malo. Dependerá todo de las personas que nos atrevemos a bautizar a esto y a lo otro según mejor nos parezca. Y a esta realidad, ¡tan personalizada!, se añade después el tiempo al que llamamos historia.

Digo esto así sin ánimo de competir en asuntos de filosofía o disciplinas semejantes. Lo dejo dicho así porque en el mensaje del Evangelista Lucas para este domingo final de julio se nos pone ante el espejo de las herencias que los humanos nos traemos entre manos desde que nacemos. La lectura literal del relato evangélico puede que aluda sólo a esa herencia que los que mueren dejan en manos de los que viven. Cuando un ser vivo deja de ser vivo deja también aquí todo cuanto poseía, sea de la condición que sea: tanto propiedades materiales como inmateriales, tanto pertenencias monetarias como intelectuales, ya se trate de ganancias o de pérdidas... ¿Qué hacemos con la herencia del difunto? ¿A quién o a quiénes pertenece? ¿Quién o quiénes deben de ser los árbitros del reparto? 

De este asunto nos tocará pensar de forma crítica y humanizadora. Y la constatación nos suele apuntar que en un elevado porcentaje los enfrentamientos superan a los entendimientos. En tiempos de Jesús de Nazaret parece que estas cosas también tenían sus más y sus menos. Y sólo se le atribuye una advertencia en su manera de proceder: cuidado con el ánimo de lucro. 

Por estas razones, discutibles y discutidas siempre, me pareció oportuno aludir a una publicación que en su día me sorprendió muy agradablemente, por su autor al que conozco personalmente, por el trabajo evangelizador que siempre realizó y por el mensaje y su mismo tratamiento comunicativo. Seguro que nadie negará la centralidad de la eucaristía en la iglesia, sobre todo en la iglesia católica y romana. ¿Acaso no es esta eucaristía la más apreciable herencia recibida del propio Jesús de Nazaret? Pero, ¿qué eucaristía es la que recibimos en herencia? ¿Una o múltiple? Cuidado, también, con el ánimo de lucro...

De esa herencia trata la palabra y la imagen de esta publicación que se acerca ya a los veinte años. Creo que el lenguaje del comunicador Siro no prescribirá jamás. Creo que no posee fecha de caducidad. Se podrá comprender o no, se podrá aceptar o no, pero no dejará indiferente a nadie que se acerque a leer y contemplar tanto las imágenes como los textos.

Y acabo esta presentación, ¿qué herencia has recibido personalmente de aquel Jesús de Nazaret que vive en ti?

A continuación se encuentran los comentarios del domingo 31 de julio.

Carmelo Bueno Heras   

Domingo 18º del TO Ciclo C (31.07.2022): Lucas 12,13-21. Jesús denunció el ánimo de lucro. Me lo escribo CONTIGO,

Comienzo ahora este comentario volviendo a constatar un hecho lamentable que se repite con insistencia: El texto de Lucas 11,14-53 y su continuación en Lucas 12,1-12 nunca se nos lee al pueblo en la liturgia de la misa o eucaristía dominical. Nunca, durante los domingos del Ciclo C. Este extenso y magnífico relato del Evangelista jamás se ha proclamado a las gentes que no tienen otro acceso que la escucha del Evangelio domingo tras domingo. ¿A quién le importa si esto es bueno o no lo es? ¿Por qué razones se oculta a las gentes estos mensajes? 

El pasado día 29 de junio de nuestro año 2022 escribía Francisco papa en el último número de su Carta Apostólica ‘Desiderio desideravi’: De domingo a domingo, la Palabra del Resucitado ilumina nuestra existencia queriendo realizar en nosotros aquello para lo que ha sido enviada (cfr. Is 55,10-11). Esta afirmación y otras varias y semejantes de esta Carta Apostólica están siendo, como poco, inexactas por no decir falsas. Ninguno de los cuatro Evangelios, que se supone que son esa ‘Palabra del Resucitado’, se proclama completo y por su orden a lo largo de un año eclesiástico. ¿Así es como debe entenderse la tan repetida expresión papal ‘la belleza de la verdad de la Liturgia’? Deseo ardientemente que la Liturgia tome en serio al Evangelio. 

En el año eclesiástico que comenzó en el mes de noviembre de 2017 y que finalizó en el mes de noviembre de 2018 propuse la lectura seguida y completa de este Evangelio de Lucas. En aquella propuesta dedicaba tres domingos del mes de julio de 2018 a la lectura y comentario de los relatos que la organización litúrgica romana-vaticana nunca nos ha proclamado en sus eucaristías dominicales. Seguramente que ‘la autoridad ordenada por el Espíritu’ sabrá qué está y qué no está en conformidad con el mismo Espíritu de los demás creyentes. Sólo constato los datos.

Lucas 12,13-21 comienza así: Uno de la gente le dijo [a Jesús]: Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo…” (Lc 12,13). Cuando un lector de este Evangelio llega a este punto de su lectura sabe que a ese tal Jesús de Nazaret le acompañan ‘miles y miles de personas’ (Lc 12,1). Y sabe también qué ha dicho en voz alta a sus más directos seguidores (Lucas 12,1-11). Y ahora debe responder a la pregunta sobre la repartición de las herencias entre los hermanos. Lucas escribe estas cosas unos 40 o 50 años después de la muerte de Jesús. Por eso, mi sentido crítico de lector se pregunta: ¿Esto sucedió así como se cuenta o debo pensar que es un relato nacido de la imaginación evangelizadora de Lucas?

Por seguir iluminando la reflexión recordaré que este asunto de las herencias de los hermanos será también uno de los motivos centrales del famoso capítulo decimoquinto del Evangelista y de su parábola de un padre y de sus dos hijos. Y no dejo de pensar que este mismo asunto es propio de todas las experiencias de familia. Y ante esta realidad tan humana, desde que la persona es persona, Jesús y su Evangelizador Lucas nos dejan su opción nítida y contundente: ‘Tened mucho cuidado con toda clase de avaricia o codicia o ánimo de lucro’ (Lucas 12,15).

Y como diestro narrador, tanto Lucas como su Jesús de Nazaret, nos añade a los lectores una vez más una parábola a modo de espejo que tan sólo desea devolver la imagen de aquella persona que se atreve a mirarse de tú a tú en él.

Si así y ésta fue y es la buena noticia de aquel Jesús de Nazaret, seguramente que en los adentros de cada persona, y no en dogmas fuera de ella, es donde crecerá la presencia real y verdadera del Reino-Reinado del Dios en quien creía aquel judío y laico de Galilea. Carmelo Bueno Heras    

 

CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos

Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros. Creo que, en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo de toda persona, ¡todo está relacionado!

. Ahora, Semana 36ª: 31.07.2022: Cita de Siro López, CUERPO Y SANGRE. Siglo XXI de España Editores, Madrid, 2003, 104 páginas.

 

INTRODUCCIÓN. Pesadilla narrativa:

Tengo la sensación de que los sacerdotes hemos hecho de la ‘Mesa compartida’ lo que las empresas de hoy en día han hecho con la fruta. Nos hemos servido del fruto de la vida para comercializarlo de forma etiquetada y perfectamente embalada.

Cuando llega a la boca de alguien un supuesto fruto, éste ya ha perdido todo su sabor. Por fuera tiene una imagen inmaculada, perfecta, recién salida del paraíso. Genéticamente se han eliminado sus semillas; siempre resultaron molestas y peligrosas. Apenas hemos dejado que los rayos del sol lleguen a la piel, no sea que madure unida al árbol y corra el peligro de desprenderse. Por si fuera poco, bautizamos continuamente los frutos con sulfatos para impedir la hospitalidad a otros malqueridos inquilinos, llámense gusanos o mariquitas.

No se duda en introducir la fruta en congeladores a bajas temperaturas, para que una vez lleno el depósito se pase a clasificarlo por peso y tamaño. Son desechadas las que creativamente han desarrollado otras formas y colores que no se corresponden con el canon establecido.

En cambio, aquellas que han superado la prueba son impregnadas de brillo y sello. Una vez encajonadas son bellamente precintadas con precio de salida. ¡Están preparadas para alimentar al pueblo!

Sin embargo…, añoro los días de mi infancia en los que, junto a mis amigos, podía saborear la fruta madurada en el árbol.

Si nuestras iglesias se vacían, no acusemos a nuestros fieles de cambiar de dieta¸ más bien, preguntémonos… qué hemos hecho del Dios de la vida.

Tras ver y contemplar una exposición en el ‘Museo Nacional de Arte Reina Sofía’ (Madrid), con la mente hurgada por preguntas sin respuestas, me vino al corazón una imagen: un cáliz y el símbolo de la arroba (@). En principio ni sabía el porqué ni quise conceder importancia al asunto. Al cabo de dos días, acudieron a mí más imágenes que coincidían en una misma cosa: todas abordaban el tema de la eucaristía. Ya no me podía resistir. Me puse a trabajar… fascinado por la fuerza de lo simbólico. Durante varios meses estuve consagrado a la elaboración de los bocetos, fotos y diseños. Mis preguntas -más que expresadas- estaban siendo azuzadas y exprimidas por imágenes.

Me preguntaba si cuanto tenía ante mí era un conglomerado de símbolos, un tratado de teología sacramental o una campaña publicitaria. Comencé a contrastarlo con diferentes personas: amigos, jóvenes, teólogos… Todos coincidían en sentirse sorprendidos e interpelados. Algunas imágenes se abrían paso, lograban adentrarse, intimar, demandar, transgredir, profundizar… No obstante, otras permanecían ocultas.

Surgió entonces la idea de buscar diferentes personas que escribiesen un texto a cada imagen. No se trataba tanto de comentar cuanto de escribir a partir de la imagen. Las condiciones: máxima libertad y no más de una página por extensión. Para muchos de los autores, curiosamente, las dificultades mayores surgieron con la segunda cláusula; arrastrados, habrían querido escribir todo un artículo a partir -a raíz- de la imagen […] Las imágenes junto con los textos pretenden ser un material de reflexión, de meditación, de renovación, de desecho, de crítica, de frescura… Texto completo, en páginas XI-XII.

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