Enhorabuena, Pascua de
Luna Llena.
En realidad, la verdad
cosmológica constata que la primera Luna Llena de primavera nos visitó en todo
su esplendor en la noche del pasado jueves, el jueves santo de la despedida,
día 6 de abril. Y a partir de ahí, muy lenta e imperceptiblemente es cierto, comenzaba
esta misma luna su nueva fase llamada 'Menguante'. Y en este camino de luna,
sol, cielo, tierra y mar estamos, nos movemos, respiramos y vivimos. Y en este
camino, el mismo, continuamos los humanos con nuestras alforjas llenas de
saberes e ignorancias que nos hacen ser yo, tú, él, nosotros... Tan iguales
como diferentes.
Para esta celebración de la
pascua en el ámbito de nuestra católica iglesia se nos presenta la oportunidad
de contemplar muchas 'caras', 'escenas', 'personas', 'facetas', 'enfoques',
'sugerencias', 'motivos'... Será imposible prestar atención a todo, por eso, me
he permitido hacer mis propias elecciones. Las comparto y estoy seguro que
a unos les parecerán oportunas, a otros interesadas y a más de uno
irrelevantes. Hay personas para todo, como se dice en las
estadísticas.
Reconozco que va a ser así.
Sobre todo ese 'asunto' interesado. Quienes ya son habituales como lectores y
me conocen saben de mis debilidades y tendencias. No podía dejar en silencio en
una ocasión tan importante, como es este tiempo de la PASCUA, a María
Magdalena, esa mujer tan silenciada como rememorada, pecadora para
muchos y evangelizadora como pocos en la historia del seguimiento de Jesús de
Nazaret. Ninguno de los cuatro Evangelios se olvidó de esta mujer en la hora
final de la presencia del laico de Galilea entre nosotros y en su tierra.
Pero, seguramente, nadie como
el Evangelista Juan la colocó en lugar tan señalado y central, tan de
primera línea, y a la vez tan humana. Aunque..., siempre me voy a quedar,
personalmente, sin una rica miel en los labios. Esa rica miel se traduce en
"y me ha dicho esto y esto". ¿Qué le dijo el resucitado o
revivificado Jesús de Nazaret en aquel huerto de los enterramientos? Y,
¿qué les contó esta mujer a los discípulos reunidos en aquel primer CONGRESO,
SÍNODO, COLEGIO, IGLESIA, o como se le quiera llamar? Aquel Evangelista nos lo
dejó todo a la imaginación de sus lectores. Pues que cada cual imagine...
Y por esa razón, otra más, me
he atrevido a imaginar también. Y en esa segunda página o comentario de este
domingo he escrito la tercera parte de 'Mi credo'. Los lectores recordarán las
dos partes anteriores de esta confesión: Creo a Dios, creo a Jesús de Nazaret
y, ahora, creo al Espíritu.
No pretendo nada especial con
este intento, sólo una cosa: imaginar, como me sugiere el Evangelista Juan
y su Evangelio. ¿Puedo imaginar? Claro. ¿Puedo expresar mi propia confesión?
Clarito también. Este Juan Evangelista me lo está diciendo cuando nos presenta
a su María Magdalena en este capítulo vigésimo de su Evangelio y nos lo volverá
a decir en el siguiente y último capítulo: "Otras muchas cosas hizo
Jesús. Si se escribieran una por una, me parece que los libros no cabrían
en el mundo" (Juan 21,25). Escribir es, me lo dicen mis adentros, una de
las mejores maneras de leer, respirar y vivir con aprovechamiento.
A continuación se encuentran
los dos comentarios aquí presentados.
Felices encuentros.
Carmelo Bueno Heras.
Domingo de
Pascua de Resurrección A (09.04.2023): Juan 20,1-9. Así lo comento y comparto CONTIGO:
¿MARÍA
MAGDALENA HABLÓ DE JESÚS A LOS DOCE?
Para este domingo de la celebración de la Resurrección de
Jesús de Nazaret y para el siguiente, el segundo domingo de Pascua, la
organización de la Liturgia vaticana nos propone año tras año la lectura de dos
fragmentos del capítulo vigésimo del Evangelio de Juan. Siempre igual y siempre
sin alterar lo más mínimo su propuesta. En el domingo de Resurrección se nos
lee Juan 20,1-9 y en el domingo siguiente se nos lee Juan 20,19-31. Según esta
programación eclesiástica, nunca se nos leerá el relato de Juan 20,10-18.
¡NUNCA en estos dos primeros domingos de la Pascua!
Se dice en el texto de Juan, sistemáticamente suprimido en
las dos celebraciones pascuales iniciales, que ‘los dos discípulos se
volvieron a casa. Fuera, junto al sepulcro, estaba María Magdalena… Fue María
Magdalena y anunció a los discípulos: he visto al Señor y me ha dicho esto y
esto” (Juan 20,10-18).
Este relato del Resucitado Jesús de Nazaret con María
Magdalena se encuentra sólo aquí y en ningún lugar más de los restantes
Evangelios. ¿Qué, quién o quiénes contaron al redactor Juan a finales del siglo
primero, unos 60 años después de la muerte de Jesús, este suceso desconocido
para los demás Evangelistas? ¿Sucedió así históricamente? ¿Se trata de una
invención narrativa del llamado Cuarto Evangelio? ¿Por qué se nos silencia al
pueblo de la celebración eucarística este encuentro? Considero este silencio un
error, por así decir, del dicasterio vaticano.
Ante tanto interrogante sugiero tan solo una propuesta muy
elemental. Que se nos lea al pueblo en el domingo de la Resurrección Juan
20,1-18. Todo este relato lo sitúa el Evangelista en el amanecer del primer
día de la semana después de la muerte y el enterramiento de Jesús de
Nazaret. Y para el segundo domingo que se nos lea lo que ya se nos lee y que es
lo que el evangelista sitúa en el atardecer de este mismo día primero de la
semana. Actuando así, al menos, tomamos en serio las intenciones narrativas
de su autor que insiste en situar unos acontecimientos en el amanecer (Jn 20,1)
y otros acontecimientos en el atardecer (Jn 20,19).
Cuando leo así, completo, seguido y ordenado todo este
capítulo en esas sus dos partes organizado, caigo en la cuenta de un dato muy
sensible, al menos para este narrador Juan y para cualquier lector atento. He
copiado más arriba, también intencionadamente, que “fue María Magdalena y
anunció a los discípulos: he visto al Señor y me ha dicho esto y esto”. Es
decir, para este Evangelista, esta mujer está reunida con los ¿ONCE-DOCE?
seguidores de Jesús en este primer día. Está con ellos en el atardecer. Pero de
esto hablaré en el próximo comentario.
En este domingo primero de la pascua me leo, pues, Juan
20,1-18, como sugería antes y me quedo contemplando esta curiosa trinidad
de apóstoles que el Evangelista nos ha presentado: Pedro, el discípulo amado y
María Magdalena. Estas tres personas, según este Evangelista, vieron vacío el
sepulcro donde fue colocado el muerto Jesús de Nazaret, pero sólo María
Magdalena vio, tocó y habló a ‘aquel Jesús’ al que llamó ‘Señor mío’ o
‘Maestro’ (si fuera en árabe, se diría ‘Mío Cid o Sidi’). Y de todo ello habló
esta mujer a los discípulos reunidos. Carmelo Bueno Heras.
CINCO MINUTOS de AIRES BÍBLICOS
. Si se puede decir en un artículo de
revista, ¿para qué escribir un libro de 200 páginas?
. Si se puede decir en una página, ¿para
qué escribir un artículo de revista?
. Si se puede decir en un puñado de versos,
¿para qué escribir una página?
. Este ‘Cinco minutos de aires bíblicos’ es
una semilla que confío a la sabiduría de tu saber leer, que es despertar; de tu
saber interpretar, que es cuidar; de tu saber compartir, que es saborear.
Siempre pretenderé que esta ‘semilla de los cinco minutos’ tenga la
‘denominación de origen’ de su autor.
Semana 20ª (09.04.2023): Creo
al Espíritu.
Estás ahí. Me muevo en ti. Respiro.
Me habitas y calientas. Vivo.
¿Eres brisa, luz, viento o fuego?
¿Vienes? ¿Te vas? ¡Estás!
Liberado y liberador. ¡Desde
siempre!
Estás ahí.
Me acaricias. Te siento.
Me sacudes. Me sostienes.
¡Estás, Espíritu!
Me ves y no te veo.
Estás ahí, Espíritu. Viviente.
¡En todos!
Fuera y dentro.
Inmenso, gratuito, activo y
solidario.
¡Así te creo!
¿Te puedo imaginar, Espíritu,
persona, niña, mujer,
esposa y madre?
¡Comprendes!
Me acoges y me habitas.
Te amo y te creo.
Te creo, Espíritu.
Te creo, Dios.
Te creo, Jesús de Nazaret.
Carmelo Bueno Heras
*Título inspirado en Cortés y su viñeta del 16.12.2012.
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