En el Camino de Pascua
Estamos en la mitad del
camino de la Pascua. Tercera semana de las seis programadas. Y estoy seguro de
que todo irá la mar de bien, para unos. Y no tan bien para otros. Nunca llueve
a gusto de todos y en estos días del abril primaveral menos que en otros años,
dicen por estas tierras. Se va haciendo realidad poquito a poco que 'el
desierto de los lares africanos se comienza a sentir de los altos Pirineos
hacia abajo' o hacia el sur. Así, pues, la experiencia de la Pascua comienza a
sintonizar con la sombría presencia de la sequía y la sed.
En otro orden de cosas, o en
el mismo pero desde otra óptica contemplativa, confieso que mi par de burbujas
dejaron de ser tales y por distintos y muy distantes motivos. La una dejó
de ser burbuja por haberse reducido a tan mínima expresión que dejó de existir,
como si fuera la llamita de una vela que se apagó definitivamente. Era la
burbuja del gas del ojo derecho. La otra burbuja se agrandó tanto y
tanto que dejó de serlo por no conocer sus límites exteriores. A veces pienso
que acabó por desaparecer como esos globos que explotan convertidos en millón
de añicos. Sean como sean estas realidades, lo cierto es que sin burbujas se
vive mejor. Sin burbujas mejor, pero sin agua no.
Aunque sea con cierto humor,
la presencia de estas burbujas nos 'hace la pascua' y, en cambio, el agua 'es
la pascua de la vida'. Esta agua nos permite pasar de la muerte a la luz. Y por
eso me sigo admirando preocupado por tanta investigación planetaria en busca de
las presencias del agua de planeta en planeta. Y me digo: si fueran estos tales
ricos de poder y de pasta como 'El Principito', de quien hablaba en estas
presentaciones la semana pasada, ya habrían encontrado aquí el 'asteroide ese'
que sólo se ve y encuentra con el corazón o, ¿también, en el corazón?
Ahora escribo contigo. Mañana
viajo para encontrarnos. Y al tercer día 'RESUCITAREMOS'. La vida no se
detiene, no tiene prisas, tampoco pausas; tiene caminos y caminantes. Por esta
precisa razón tan elemental nos seguirá sorprendiendo siempre ese relato
imaginado por el Evangelista Lucas y que llamaremos ahora 'El camino de Emaús'.
Por él contemplamos siempre la presencia de una trinidad humana: tú-otra-yo.
Conocidos, pero no del todo. Desconocidos, pero no tanto. Y, ¿sólo comprendidos
cuando nos compartimos? Exacto.
A continuación se encuentran
los comentarios del domingo 23 de abril, día del libro o, tal vez, 'del escrito
leído con cuatro manos y sus cuatro ojos'.
Carmelo Bueno Heras.
Domingo 3º de Pascua A
(23.04.2023): Lucas 24,13-35. Así lo comento y comparto CONTIGO:
¿DÓNDE ENCONTRARSE CON
JESÚS DE NAZARET?
En
la procesión de la luz y de la vida que es la Pascua, la liturgia de la Iglesia
dedica seis domingos, mes y medio, a la contemplación de Jesús de Nazaret
resucitado. Y como pedagogía de la fe en este itinerario pascual, esta nuestra
Iglesia nos propone la lectura de cinco relatos del Evangelio de Juan y uno, el
de este tercer domingo pascual, tomado del Evangelio de Lucas.
Con
esta propuesta de los seis relatos evangélicos dudo, es mi duda, que nuestras
gentes de la Asamblea litúrgica consigan situar estos relatos dentro del
mensajes de los dos Evangelistas. Estos seis relatos, y ya he comentado los dos
primeros en los domingos anteriores, siempre se nos presentan
‘descontextualizados’. Es decir, nunca sabemos los oyentes qué nos contó el
Evangelista antes y después de cada uno de los relatos escogidos. Y repetiré
una vez más que cuando a un texto se le priva de su contexto suele ser por
algún pretexto, poco confesable.
El
relato que se nos anunciará en este domingo es la narración de lo ocurrido a
dos de los seguidores de Jesús de Nazaret en el camino que va desde la capital
Jerusalén hasta la aldea de Emaús. Se le suele llamar ‘la aparición del
resucitado a los discípulos de Emaús’. Es un relato que sólo nos lo ha contado
el Evangelista Lucas en el capítulo último de la primera parte de su obra, que
es el Evangelio. A estos dos discípulos sólo les nombra en este relato. El uno
se llama Cleofás y del otro sólo se sabe que le acompañaba. ¿Importa mucho,
poco o nada, imaginarse la identidad de
ambos personajes?
Según
este relato del Evangelista estos dos personajes fueron los primeros en ver,
tocar y hablar a Jesús de Nazaret después de su muerte y enterramiento.
Imagino, según leo en el relato, que la distancia
recorrida de los setenta estadios (unos doce kilómetros actuales) ofrece
espacio y tiempo suficientes para un sabroso diálogo en esta sorprendentemente
curiosa y novedosa trinidad de caminantes. El Evangelista, supuestamente bien
informado y documentado, aventura los asuntos más importantes de este diálogo
trinitario. Cuestiones de política y teología.
Los
asuntos políticos tienen que ver con la presencia de Roma y de su poder en las
tierras del pueblo de Israel. Y los asuntos teológicos tienen que ver con la
presencia de un muerto llamado Jesús de Nazaret que llegó a ser considerado en
vida como un nuevo Mesías liberador definitivo. Quiero recordar ahora que estas
cosas nos las escribió Lucas unos cuarenta años después del hecho de la muerte
de este judío y laico de Galilea que no nos dejó textos escritos y sí muchos
testimonios que se fueron contando de boca en boca como una buena noticia.
Quiero
recordar también que el texto de este ‘Camino de la trinidad de Emaús’ lo
debemos, debemos, leerlo como una parte central del capítulo 24º del Evangelio
de Lucas. Escribo ‘central’ por ser el centro de un tríptico literario
imaginado por su narrador Lucas. La primera parte sería Lucas 24,1-12: en la
mañana del día primero de la semana, un grupo no pequeño de mujeres visitan el
sepulcro donde fue enterrado su Jesús de Nazaret y ‘entonces ellas se acordaron
de sus palabras’. La parte central del tríptico es Lucas 24,13-35: En ese mismo
día, ‘ellos se pusieron a contar lo que había pasado en el camino y cómo lo
reconocieron al partir el pan’. Y la tercera y última parte acontece en ese
mismo día, reunidos todos y todas, ‘mientras ellos estaban hablando de estas
cosas, Jesús se puso en medio…” (Lucas 24,36-53).
Y
ahora, al final del comentario, habría tanto que escribir…, que me quedaré con
este interrogante: ¿Dónde encontrar a este Jesús de Nazaret, del que nos habla
Lucas? En el camino de la palabra y en la mesa del pan. Compartidos. Ambos.
Siempre. Carmelo Bueno Heras
CINCO
MINUTOS de AIRES BÍBLICOS
. Si se puede decir en un artículo de revista, ¿para qué
escribir un libro de 200 páginas?
. Si se puede decir en una página, ¿para qué escribir un
artículo de revista?
. Si se puede decir en un puñado de versos, ¿para qué
escribir una página?
.
Este ‘Cinco minutos de aires bíblicos’ es una semilla que confío a la sabiduría
de tu saber leer, que es despertar; de tu saber interpretar, que es cuidar; de
tu saber compartir, que es saborear. Siempre pretenderé que esta ‘semilla de
los cinco minutos’ tenga la ‘denominación de origen’ de su autor.
Semana 22ª (23.04.2023): Un apunte de ‘antes’ para la
sinodalidad de ‘ahora’.
Darío
Menor, periodista, pregunta:
Entre los
Capuchinos existe una doble realidad de frailes ordenados sacerdotes y otros
que no lo han sido, ¿existe un riesgo de clericalización?
Mauro
Jöhri, Ministro General de los Capuchinos, responde:
El riesgo de
clericalización es grandísimo y podría comprometer a la Vida Religiosa. La
Iglesia no permite que un hermano que no sea sacerdote pueda ser el ministro
general. Nosotros, franciscanos, insistimos desde hace tiempo, rezamos y
pedimos a la Santa Sede que nos permita vivir nuestro carisma inicial. Francisco
de Asís no era sacerdote. Los ministros generales en las primeras épocas,
tampoco. Lo que nos une en la Orden no es ser o no sacerdote, sino el hecho de
ser consagrado, de haber dado la propia vida a Dios viviendo en fraternidad.
Actualmente
es difícil, porque la Santa Sede nos dice que sólo los ordenados pueden ejercer
la autoridad.
¿Cómo podía
ser posible en tiempos de san Francisco? Mis colegas y yo estamos decididos a
volver a pedir esta gracia. Entre las nuevas vocaciones hay diversidad. En
Europa hay jóvenes que han estudiado, con óptimas cualidades, que piden entrar
en la orden y dicen no sentir la llamada al sacerdocio. En India y en los
Países Africanos, todos quieren ser sacerdotes. Tal vez les faltan las figuras
hermosas de hermanos con las que pueden identificarse. En nuestra historia
tenemos a tantos santos y beatos y, de ellos, dos terceras partes eran
hermanos. Sin embargo, hoy los hermanos son una parte pequeña de nuestra Orden.
Vida Nueva
2855 (6-12 de julio de 2013) páginas 40-41.
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