viernes, 9 de agosto de 2024

10 de agosto: Nuestra Señora de las Gracias de Cotignac

 

10 de agosto: Nuestra Señora de las Gracias de Cotignac

Tres hechos trascendentes están relacionados con esta advocación, el primero es la aparición de la Virgen María en 1519 pidiendo la construcción de una iglesia y anunciando que va a derramar dones.

El segundo es en 1638 cuando una novena a Nuestra Señora de Gracias de Cotignac otorga a la Reina un hijo que será Luis XIV.

Y el tercero en 1660 cuando aparece San José y surge una fuente de agua.

Cotignac es una población y comuna francesa, que se encuentra en la región de Provenza, departamento de Var, en el distrito de Brignoles y cantón de Cotignac.


LA APARICIÓN DE NUESTRA SEÑORA

El 10 de agosto de 1519, un leñador llamado Jean de la Baume subió al monte Verdaille, que domina el pueblo de Cotignac. Como de costumbre, empezó su jornada de trabajo arrodillándose para rezar. Luego, al ponerse en pie se vio envuelto en una nube donde se le apareció la Virgen con el Niño Jesús en sus brazos, y flanqueada por San Bernardo y San Miguel Arcángel.

La Señora, con una medialuna bajo sus pies, se dirigió a Jean de la Baume diciendo:

“Soy la Virgen María. Vaya a decirles al clero y a los Consules de Cotignac que me construyan aquí mismo una iglesia, bajo la advocación de NUESTRA SEÑORA DE GRACIAS; y que se venga en procesión para recibir los dones que quiero repartir allí”. Luego la visión desapareció.

Solamente después de una segunda aparición, al día siguiente y en el mismo lugar, el leñador se atrevió a transmitir el mensaje celeste. Como era hombre serio y con fama de piadoso, cinco semanas después, el 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, los habitantes y ediles de Cotignac acudieron en procesión y comenzaron la construcción de una primera ermita, que pronto resultaría demasiado pequeña; como empezaron a suceder muchos milagros, las peregrinaciones tomaron un gran auge.

Muy pronto – incluso desde 1522 – acudían peregrinaciones oficiales de ciudades como Aix-en-Provence para implorar la protección de la Virgen ante epidemias de la peste (Cotignac mismo nunca las sufrió) y otros peligros. Y Nuestra Señora de Gracias pronto adquirió fama de intercesora para las mujeres que tenían dificultades para concebir o para llevar a feliz término su embarazo.

Siguiendo la descripción dada por Jean de la Baume, se pintó un precioso retrato de la Virgen con el Niño Jesús en brazos; se venera todavía. Para atender a los peregrinos, en el siglo XVI se estableció una comunidad de Padres Oratorianos.


LAS NOVENAS POR EL NACIMIENTO DEL REY

El más célebre de los dones de la Virgen en Cotignac fue el nacimiento del futuro rey Luis XIV en 1638, luego de tres novenas hechas por la Reina Ana de Austria, una de las cuales había dirigido expresamente a “Notre-Dame des Grâces” de Cotignac.

Ante la imposibilidad de tener un descendiente, la Reina Ana de Austria tuvo que pedir públicamente que hicieran en su nombre tres novenas de oraciones a la Santísima Virgen para que le diera un hijo. La primera novena sería a Nuestra Señora de las Gracias en Provenza, la segunda a Notre-Dame de París la catedral y la tercera a Notre-Dame de las Victorias, la iglesia de su convento.

Dos años antes, un joven novicio, el Hermano Fiacre tuvo la misma inspiración, pero con menos fuerza y urgencia. Sin embargo sus superiores se mantuvieron escépticos y le prohibieron hablar. O que presentara una prueba …

El 3 de noviembre a las 2 de la mañana, el piadoso hermano en su celda fue sacado de su oración por los gritos de niños. Con sorpresa se encuentra delante de la Virgen María, que le muestra en sus brazos a un niño: “No temas, dice ella, Yo soy la Madre de Dios, y el niño que ves es el delfín que Dios quiere dar a Francia”.

Y la visión desaparece, luego aparece de nuevo un tiempo corto pero sin decir una palabra, y por último, dos horas más tarde, María de nuevo, sola, y dijo: “No dudes mi hijo de lo que has dicho a tu confesor. Quiero advertirte que la Reina va a hacer tres novenas en mi honor, a la misma imagen de Nuestra Señora de las Gracias, en Provenza”

El 5 de noviembre escribió un registro de todo esto y toda la comunidad de Agustinos contra-firmó, para el cardenal de la Rochefoucauld.

Debido a que esto, las tres novenas se convirtieron en un asunto de Estado.

Informada la Reina, comenzó a creer con fe en la realidad de las promesas del cielo, trasmitidas por el Hermano Fiacre, y su marido también. Sin embargo, la opinión del Cardenal fue decisiva, demos paso al tiempo …

Bajo una fuerte sensación interior, 8 de noviembre de 1637, el Hermano Fiacre ya había comenzado tres novenas en nombre de la Reina. Que terminó el 5 de diciembre, como observa la biografía del Venerable Hermano, “precisamente nueve meses antes del nacimiento del futuro rey Luis XIV”.

En los primeros días de febrero de 1638, la reina sintió que el niño se movía en ella y tuvo el deseo de conocer al famoso Hermano Fiacre.

El humilde religioso se ve obligado a ir al Louvre, donde quedó confundido al ver a la Reina arrodillarse ante él y darle las gracias. Así es como Ana de Austria demostró su confianza en el resultado feliz de su embarazo.

Desde 1635 Francia estaba en guerra con España, la idea de hacer un voto y dedicar a todo el país a Notre Dame se encontraba en el aire.

Luis XIII, el rey piadoso, ya había esbozado las diversas formas de consagración, aconsejado por su confesor, el Padre Caussin, y en noviembre de 1637 un texto finalmente se presentó al Parlamento y será firmado por el Rey el 10 de febrero de 1638 conocido como el famoso voto de Luis XIII, (que será recordado cada año en la Fiesta de la Asunción de María, 15 de agosto).

El padre Caussin, según su biografía, propuso al rey promulgar la consagración de Francia tan pronto como no haya duda sobre el embarazo de la Reina; en febrero de 1638 llevaba dos meses de embarazo.

La regente Ana de Austria y el Rey Luis XIV, al comienzo de su reinado, tendrá la oportunidad de venir a Cotignac.

Esta oportunidad fue dado por el Tratado de los Pirineos, la conciliación en 1659 entre Francia y España. Estaba prevista una reunión de los dos reyes en la frontera. Será el sábado 21 de febrero que la procesión real llegue a Cotignac.

Es así que en febrero de 1660, el joven Rey Luis XIV fue en persona con la Reina hasta al Santuario a dar gracias por su nacimiento. Se conserva una placa dejada por ambos en memoria de esta visita.

El joven rey, que tenía 21 años, donó además su anillo de oro y un largo cordón de azul celeste desgastado, de la prestigiosa orden de caballería del Santo Espíritu.

El 1º de enero de 1684, sabiendo el hermano Fiacre que iba a morir pronto, mostró su testamento a su superior que quedó un poco sorprendido y le entregó una carta para enviar al Rey después de su muerte, y aseguró que haría posible la realización de este deseo, cosa que realmente fue así.

Dos semanas después de la vuelta a Dios del venerable hermano, Luis XIV escribió a los Padres oratorianos de Cotignac la petición de recibir el corazón del Hermano Fiacre en su iglesia, donde aún se mantiene. Una placa muestra la ubicación en la pared izquierda, donde fue colocado.


LA APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL SANTUARIO DE NOTRE-DAME DES GRÂCES

Cotignac custodia también hasta nuestros días “La Fuente santa de José de Bessillon” que tiene su origen el 7 de junio de 1660 y con la que se recuerda la única aparición de San José que haya sido reconocida oficialmente por Nuestra Santa Madre la Iglesia.

El hecho fue muy sencillo: sobre el Monte Bessillon, un joven pastor llamado Gaspard Ricard, hacía pastar sus ovejas en medio de un intenso calor. Agotado por la sed se tendió bajo el sol radiante, cuando he aquí que se le aparece un hombre de imponente estatura que se le acerca y le indica una roca diciéndole: “Yo soy José, levántala y beberás”.

La piedra era muy pesada – más tarde ocho hombres apenas podían moverla – Gaspar creyó que se trataba de una burla cuando ‘el venerable anciano’ – como cuentan los relatos de la época – repitió la orden. Gaspard obedeció y desplazó sin dificultad la roca descubriendo un agua fresca que comenzaba a surgir. Bebió con avidez y cuando se dio cuenta, estaba solo nuevamente.

«Eso es todo (dirá el Obispo de Fréjus-Toulon, en una carta pastoral del 1º de febrero de 1917); como en el Evangelio, San José no es hablador. Nada de más simple, ni de más pobre que esta intervención, que es, a mi juicio, la única aparición de San José de este género, en toda la historia de la Iglesia, en una tierra que se había reservado ya para sí Nuestra Señora».

Gaspard no dudó de la realidad del hecho, los habitantes de Cotignac tampoco. La noticia se expandió con una extraordinaria rapidez, los peregrinos afluyeron hacia la fuente desde todos los lugares de la provincia y de los países vecinos; enfermos de toda clase regresaban curados o bien, consolados en sus enfermedades. En 1663 se consagró una capilla que es posible ver aún hoy, en donde se puede leer la inscripción del profeta Isaías: “Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación”.

Con la llegada de la Revolución Francesa, capilla y convento tuvieron que ser abandonados. El convento cayó en ruinas pero la capilla sobrevivió gracias a la solicitud de los parroquianos y de los sacerdotes de Cotignac. Dos o tres veces al año era abierta a la devoción de los fieles y especialmente el 19 de marzo se iba a Cotignac a honrar al gran Santo.

Decía el mismo Obispo en otra carta: «Sin duda, nos hemos olvidado demasiado del privilegio de esta visita del Santo Patriarca a uno de los más humildes hijos de nuestra tierra. Él se ha retirado nuevamente en el silencio, pero la fuente sigue surgiendo como testimonio de su paso. Hubo un tiempo en que los peregrinos venían en grupo más numeroso a rezar. En las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de este tiempo, qué de lecciones que podemos aprender de San José el justo, atento y silencioso benefactor. Qué de gracias que tenemos para pedirle por la humanidad, por la Iglesia de la que es Patrono, por nuestra Patria y por nuestra diócesis».

El Señor escuchó la oración de su Obispo e hizo llegar la hora de la resurrección de esos lugares. En el año santo de 1975, vinieron a Francia las Benedictinas del “Monasterio de Saint Benoît de Médéa” (Argelia), dando así nuevamente vida al Santuario de Bessillon.

(fuente: forosdelavirgen.org)

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