RESITUÉMONOS
Primer día del nuevo año
educativo para las gentes de cierta parte del mundo como por ejemplo Madrid,
donde estoy y, ¡ya!, desde donde te escribo. Aquí, Hemisferio norte del planeta
Tierra.
Este espacio tiene como
finalidad primera saludarte y desearte, ante todo, salud.
Estamos tú y yo situados en
el surco de la presentación de los comentarios del Evangelio del domingo, según
las rúbricas de la liturgia de Roma. Aunque estemos en los primeros pasos del
nuevo curso escolar, educativo, universitario, para nuestra iglesia se trata
del último cuarto de su año eclesiástico correspondiente a los meses de
septiembre, octubre y noviembre. El día 1 de diciembre comenzará el ADVIENTO,
el año nuevo de la Roma vaticana. Curiosidades temporales, turísticas,
religiosas y hasta espirituales. Es tan solo para resituarnos, reubicarnos...
Es decir, llevamos nueve
meses del año llamado CICLO B en esta iglesia de la catolicidad. Y en este año
se nos está proclamando, a su modo y manera, el Evangelio llamado de Marcos.
Quienes somos adictos al espacio titulado 'CINCO MINUTOS' llevamos nuestro
propio plan de lectura de dicho Evangelio. Y no tenemos prisas por llegar al
final. Deseamos leer ordenadamente este primer Evangelio escrito a su peculiar
modo de biografía de aquel judío llamado Jesús de Nazaret.
Esta iglesia nuestra lleva su
peculiar ritmo de lectura de este Evangelio. Tan peculiar que al final
de este año aclesiástico nunca se nos lee todo el relato del Libro de
Marcos. Y su propuesta es la mejor imagen del 'totumrevolutum'. Es tan sólo una
propuesta y para mí no es la más recomendable. Sólo diré ahora que en este
primer domingo de septiembre estamos situados en el capítulo séptimo de
Marcos.
Y recuerdo que en esta página
de la presentación de los comentarios, desde hace un buen puñado de meses,
estamos compartiendo algunas de las más de quince mil advocaciones de María.
¿La gran diosa católica de la tradición de pastores y pueblo de
la religión? Quizá. Realizo ahora este recuerdo a mi manera, es
decir, continúo el rosario mariano con las siete nuevas advocaciones de
María con su correspondiente jaculatoria. Ya me va quedando menos para
llegar a la etapa final de este camino de las advocaciones, la 366:
197. Nuestra Madre la Virgen del Verbo. Que me devuelvan a
la señora María.
198. Nuestra Madre la Virgen del Dulce Nombre. Que me
devuelvan a la señora María.
199. Nuestra Madre la Virgen de la Iglesia. Que me
devuelvan a la señora María.
200. Nuestra Madre la Virgen Tres Veces Admirable. Que me
devuelvan a la señora María.
201. Nuestra Madre la Virgen Reina del Cielo. Que me
devuelvan a la señora María.
202. Nuestra Madre la Virgen de la Humildad. Que me
devuelvan a la señora María.
203. Nuestra Madre la Virgen Estrella del Mar. Que me
devuelvan a la señora María.
Y también esta otra: Vive Jesús en nuestros
corazones. Siempre.
Y nada más para este nuevo
domingo del 1 de septiembre de 2024.
A continuación se encuentra,
primero, el comentario del Evangelio propuesto desde el ámbito vaticano para
las Eucaristías.
Y, en segundo lugar, el
comentario del relato que nos correspondería proclamar si se leyera
ordenadamente este Evangelio de Marcos a lo largo de los cincuenta y dos
domingos del año eclesiástico católico.
Carmelo Bueno Heras
Domingo 22º T. O. Ciclo
B (01.09.2024): Marcos 7,1-8. 14-15. 21-23. Respiro, vivo y sigo
escribiendo CONTIGO:
La Religión ordena qué
hay que comer y qué no.
Estrenamos
el mes de septiembre y en este domingo retomamos la lectura del relato del
Evangelista llamado Marcos, que más de un estudioso afirma que fue escrito por
María Magdalena o, tal vez, por aquella mujer sin nombre de la que habla
explícitamente Marcos 14,3-9. Y en este re-encuentro con el Evangelio,
después de un mes largo de haberlo tenido en el silencio del olvido, la
autoridad de la liturgia nos ha seleccionado tres trocitos de un texto que,
sinceramente, deberíamos leernos completo, sin cortes, en Marcos 7,1-23.
Sólo
como mero dato sin mayor importancia, recuerdo que el día 15 de mayo de 2017
comentaba este mismo texto de Marcos que, de nuevo, el día 19 de mayo de 2024,
regalaba como tal en ese rincón de estos comentarios que cada semana titulo
‘CINCO MINUTOS’. Doy por leído tal comentario y ahora me arriesgo a comentarlo
de nuevo y con el título que encabeza estas líneas: ‘La RELIGIÓN ordena qué hay
que comer y qué no’. Y mucho más, como el vestir y, peor aún, el pensar, el
decidir y hasta el respirar o dejar de hacerlo.
Copio
una primera referencia de este texto evangélico: “Se reúnen junto a Jesús
los fariseos y también algunos escribas llegados de Jerusalén… Y éstos, al ver
cómo vivían y lo que hacían los seguidores de Jesús, le preguntaron: ¿por qué
tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados…?” (Mc
7,1-5). Hasta estos momentos de la biografía de Jesús, el narrador nada nos ha
contado de su Jesús que haya sucedido fuera de los alrededores del Lago de
Galilea. Este Jesús de Marcos está finalizando su misión en su tierra del norte
de Israel. Y, al parecer, lo que este judío y laico de Nazaret dice y hace ha
llegado a oídos de la autoridad religiosa del único Templo de Israel que se
encuentra en la capital Jerusalén.
Estos
fariseos y escribas vienen a ser una comisión investigadora de las
irregularidades del pensar y del vivir de un cierto movimiento en torno a la
persona del judío Jesús de Nazaret, ‘el tekton’ (o chapuzas ilustrado), el hijo
de José y de María como se nos ha contado en Mc 6,1-13. Y lo que sí
cautiva mi atención ahora es leer con sentido crítico, y en toda su
profundidad, la respuesta que el narrador pone en labios de su biografiado
Jesús: “Qué bien os definió el profeta Isaías cuando os llamó, abiertamente
y por escrito, ‘hipócritas’: vosotros y este pueblo me honráis con los labios,
pero vuestro corazón está lejos de mí. En vano me rendís culto, porque vuestras
enseñanzas no me pertenecen, os las habéis inventado” (Mc 7,6-7).
El
Dios en quien cree este Jesús del Evangelista Marcos no parece ser el mismo
Yavé-dios del que se habla en el Templo de Jerusalén y en quien creen los
mantenedores y custodios de la Tradición de Moisés y del Sacerdocio de la
Religión de Israel. Según este relato llego a imaginar y comprender que para
Jesús de Nazaret el Yavé-dios de quien se habla es un Dios ‘CREADO’ a imagen y
semejanza de los intereses de la autoridad religiosa que envía a escribas y
fariseos a denunciar como hereje y blasfemo al judío y laico de la Galilea y a
su propia familia de seguidores.
Y me
sigo diciendo, después de leer en Marcos 7,14-23, que el verdadero
Yavé-dios para Jesús de Nazaret es ‘ESE’ que le nace a cada uno en sus adentros
y le impulsa a ser buena gente con quienes le rodean, se coma lo que se coma,
se vista así o asá y se cumplan o no las normativas impuestas por los que
pretenden mandar y esclavizar. La RELIGION de los espías fariseos y escribas
exige, a todos y siempre, OBEDECER la Ley. En cambio, la buena noticia del
Evangelio de Jesús es la LIBERTAD que personaliza, libera y humaniza.
Carmelo
Bueno Heras. En Madrid, 1 de septiembre de 2024.
CINCO MINUTOS con el
Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de forma
ordenada, de principio a fin. Semana 40ª (01.09.2024): Marcos 11,1-11.
Entró Jesús en Jerusalén y
ésta ya no le dejó salir
Hemos
llegado a Jerusalén: “Se aproximaban a Jerusalén… Y entró en Jerusalén, en
el Templo…” (Marcos 11,1-11, fácil de recordar la cita de esta entrada de
Jesús en Jerusalén). Atrás quedó la tierra de Galilea (Marcos 1,13-8,30) en la
que se sembró el Evangelio del Reino. Atrás permanece para siempre el Camino
(Marcos 8,27-10,52) que une esa Galilea con la capital que es Jerusalén (Marcos
11,1-16,8), lugar de la pasión y muerte de Jesús, el Evangelio.
Galilea,
el Camino y Jerusalén son las tres palabras para entender a Jesús. Son las tres
realidades geográficas para contextualizar la persona y vida de Jesús. Son las
tres etapas de la misión de este hombre de Nazaret. Los siguientes Evangelistas
Mateo y Lucas organizaron sus narraciones en torno a esta sencilla estructura
de Galilea, El Camino y Jerusalén.
Leo
despacio, e invito a hacer lo mismo, este relato de la presencia de Jesús en
Jerusalén. “Entró en Jerusalén, en el Templo, y después de observar todo a
su alrededor… salió para Betania” (Mc 11,11). Estando dentro de Jerusalén y
del Templo, Jesús lo observa todo. Y los Doce, ¿observan cómo Jesús observa
todo? Aquel templo observado minuciosamente por Jesús no era como ninguno de
nuestros templos actuales. Era el Templo de la religión judía, aquel que
edificó Salomón sin consultar más que a sus neuronas y a sus finanzas, porque
así es como se construyen casi todos los templos de casi todas las religiones.
Lo
que digo ahora será mentira por habérmelo imaginado yo mismo, pero no me
resisto a callármelo. Cuando observaba todo esto del Templo de Jerusalén, este
Jesús de Nazaret y de María Magdalena llegó al llamado atrio de las mujeres,
escogió uno de los cuatro rincones, se sentó, desdobló entre sus dedos un trozo
de pergamino que sacó de uno de sus bolsillos y leyó para sí en uno de los
silencios más impresionantes de su vida:
“Cuando
David se estableció en su palacio real… llamó al profeta Natán y le dijo: Yo
habito en una casa de cedro, mientras que el arca de Dios habita en una pobre
tienda de pieles… Natán le dijo: ¿vas a edificar tú un templo para que habite
Dios en él?... Nunca mandó Dios que alguien le edificara un templo…”.
Creo
que tú, María Magdalena, tuviste la delicada lucidez de preguntarle por lo que
estaba leyendo y, cuando te regaló ese pergamino pudiste ver que su texto
pertenecía al segundo libro de Samuel. El detalle anecdótico del capítulo
séptimo, por el que hoy lo identificamos, es cuestión de una historia posterior
que no viene a cuento ahora.
Jesús ha llegado a Jerusalén, ha entrado en el templo con
sus seguidores, lo ha observado todo y se han retirado a la población cercana
de Betania. Es el primer día de la estancia y presencia de estos hombres y mujeres
de Jesús en la capital.
En
él y en ella, templo y ciudad, van a estar un tiempo, no demasiado, hasta que
todos abandonen el templo (Marcos 13,1) y hasta que todos abandonen la ciudad,
menos las mujeres. Cuando éstas se hayan ido de Jerusalén y vuelvan a Galilea (Marcos
16,1-8) tendremos, tú y yo, que acompañarlas y volver a leernos con ellas
el relato que nos dejó escrito, como experiencia de su fe en Jesús, María
Magdalena.
Carmelo
Bueno Heras. En Madrid, 27 de agosto de 2017.
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