No tengas miedo
¿Cómo sería Jesús
para que todos los sencillos se sintieran tan a gusto con Él? Jesús no se
sentía superior a los demás porque vivía en la realidad. La señal de estar en
contacto con la realidad es la sencillez.
El miedo es lo que
nos lleva a quedarnos en la programación. Lo contrario al miedo es el amor.
Donde existe el amor no hay miedo alguno. Y el que no tiene miedo alguno no
teme la violencia, porque él no tiene violencia alguna. Toda violencia viene
del miedo y crea más violencia.
El que se enfada es
que tiene miedo. Nosotros huimos de los enfados porque provocan nuestros
miedos y, a la vez, nos ponen violentos. Nos asustamos de la agresividad porque
despierta nuestra propia agresividad. Nos defendemos no por justicia, sino por
miedos.
El místico es el
que es capaz de liberarse completamente del miedo, por eso no es violento. El
enemigo del amor no es el odio, sino el miedo. El odio es sólo una
consecuencia del miedo. El miedo genera los deseos. Los deseos son otra
consecuencia del miedo. El que nada teme está seguro y nada desea.
Hay un deseo común,
que es el cumplimiento de lo que se cree que va a dar felicidad al yo, al ego.
Ese deseo es apego, porque ponemos en él la seguridad, la certeza de la felicidad.
Es el miedo el que nos hace desear agarrar con las manos la felicidad, y ella
no se deja agarrar. Ella es. Esto sólo lo descubrimos observando, bien
despiertos, viendo cuándo nos mueven los miedos y cuándo nuestras motivaciones
son reales. Si nos agarramos a los deseos, es señal de que hay apego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario