martes, 28 de octubre de 2014

Menudo descanso (AUTOLIBERACIÓN INTERIOR) Anthony de Mello


Menudo descanso

El sufrimiento que padeces es el equivalente a tu resistencia a la reali­dad. El resistirte a la verdad hace que choques con la realidad, que te está di­ciendo que no es por ahí, que revises tus planteamientos para que se ajusten a la verdad. Si lo comprendes así, cre­cerás. Si no lo comprendes y te empe­ñas en seguir obcecado y dormido, su­frirás sin remedio. En cuanto entiendas esto, por la observación que te dé luz para descubrir tu realidad, se acabarán tu sufrimiento y tu irritación.

Es muy importante, pues, ver, obser­var lo que te perturba para entender lo que anda mal en ti. Al descubrir esto, verás cómo cambia tu escala de valo­res. Vas descubriendo tesoros por todas partes, mientras se va cayendo, por sí sólo, lo que no vale. No sabes bien lo que supone, la paz que consigues, cuan­do dejas caer la carga de tu superyó de una posición que te empeñabas en man­tener y que suponía tantos esfuerzos y frustraciones; la razón que siempre querías tener, el afán por defender tu imagen, tu nombre, tu prestigio, y todo lo que mantenías para impresionar, para que te valorasen o te tuviesen en cuen­ta. ¡Puf!, ¿para qué servía todo eso? Menudo descanso cuando lo tiras todo por la borda.

Y lo paradójico es que lo mantenías porque buscabas en ello remedio a tu inseguridad, y la verdadera seguridad la alcanzas cuando lo sueltas todo. Ése es tu premio, con el que te sorprende la realidad. Y resulta que tienes moti­vos para estar siempre contento, pues las experiencias buenas son siempre gratificantes, y las malas te proporcio­nan crecimiento, al señalarte los obs­táculos. Incluso las personas que te dan la lata, son motivo para que cambies, al conocerte mejor; y ya no te empe­ñas en cambiarlas a ellas.

No hay nada más clarividente que el amor. En cambio, la emoción del ape­go, que tomas por amor, te hace ciego. Si estás apegado a tu amigo, no podrás verlo, porque te lo impedirá tu emo­ción. La emoción del apego trae consi­go reacciones, pero no acciones. Para las acciones tienes que estar despejado y despierto.

 

Meterse en la batalla, pero con el corazón en paz, es la única manera de vivir la realidad de la vida.

 

 

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