San Peregrino Lyón | |||||||
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San Peregrino, confesor, Lyón, s. III.
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Catalina Tomás, Santa
Catalina Tomás, Santa
Catalina Tomás, Santa
Monja, 28 de julio
Por: José María Pérez Lozano | Fuente: Mercaba.org
Martirologio Romano: En la ciudad de Palma, en la isla de Mallorca, en España, santa Catalina Tomás, virgen, que, habiendo ingresado en la Orden de Canonesas Regulares de San Agustín, destacó por su humildad y la abnegación de la voluntad (1574).
Sí alguna vez van ustedes a Mallorca, será obligado que visiten Valldemosa. El turismo se basa, por desgracia, en lo espectacular. Y así, les enseñarán la Cartuja, con sus celdas, y aquellas donde vivieron el pobre Federico Chopin y la escritora George Sand una bien pobre aventura humana. O en La Foradada, la mancha de humo de aquella hoguera que encendió Rubén Darío, cuando quiso hacer una paella junto al mar. Salvo que ustedes pregunten, nadie o casi nadie les hablará de Catalina Thomás, aquella "santita mucama", como la llamó un escritor viajero español.
Pues allí, en Valldemosa, nació la chiquilla. En 1531, según unos historiadores. O en 1533, según otros. Hija de Jaime Thomás y Marquesina Gallard. Y desde su niñez, la leyenda dorada que acompaña piadosamente a los santos con milagros candorosos y prodigios extraños.
Las biografías de Catalina Thomás recogen un sinfín de estos datos que muestran que la Santa tuvo, ya en vida, una admiración popular fervorosa: mientras recoge espigas, Catalina recibe la visión de Jesús crucificado. Otra vez, huyendo de una fiesta popular que no le gustaba, es Nuestra Señora misma quien baja a decirla que está escogida por su Hijo. Hasta prodigios candorosos: una vez, llorando arrepentida por haber deseado unos vestidos como los de su hermana, dice la tradición que Santa Práxedes y Santa Catalina mártir que será siempre fiel protectora suya bajan del cielo para consolarla.
Pocos prodigios tan poéticos, tan bellos como el de aquella noche en que, al despertarse, vio Catalina la habitación inundada de una luz hermosa y clara. Era la luz blanca, azulada, del plenilunio. Catalina piensa que está amaneciendo y se levanta a por agua a una cercana fuente. Estando allí, dieron las doce de la noche en la Cartuja y luego la campana que llamaba a coro a los frailes del convento. Catalina se asusta entonces, al encontrarse perdida en aquella noche de luz tan misteriosa. Como es una chiquilla, empieza a llorar. Y San Antonio Abad, dicen, bajó del cielo y la tomó de la mano para llevarla a casa.
Catalina va a conocer una gran amargura muy joven. A los tres años murió su padre. Ella se puso a rogar por su alma y un ángel vino a decirle que estuviese contenta, porque su padre estaba en la gloria de Dios. Cuatro años más tarde, tenía siete la chiquilla, se le aparece su madre:
"Hija mía, acabo de expirar en este mismo momento. Estoy esperando tus oraciones para entrar en la gloria." Y tres horas más tarde, Catalina recibía el consuelo de que su madre estaba en el cielo. Huérfana, Catalina fue recogida por unos tíos suyos, quienes la llevaron al predio "Son Gallart". Durante once años, Catalina vivió en aquella finca, a seis o siete kilómetros de Valldemosa. Es éste un momento duro para Catalina, pues la ausencia de Valldemosa significa dificultad para ir al templo, para oír misa y para las prácticas religiosas en la casa de Dios. Los domingos, al fin, podía asistir a misa en el oratorio de la Trinidad. Es aquella zona donde los eremitas buscaban la paz de Dios frente a la paz de aquel mar inolvidable; frente a esos crepúsculos de Mallorca en los que el sol parece incendiar finalmente las aguas, teñirlas de rojo o, cuando está en lo alto, revela desde la cornisa valldemosina, el fondo limpísimo del mar.
Pero Catalina no tenía mucho tiempo para la contemplación poética. Una finca como "Son Gallart" exige mucho trabajo. Hay en ella muchos peones, y ganado, y faenas de labranza que realizar. Catalina es una muchacha activa. Ya es la criadita. Va a donde trabajan unos peones a llevarles la comida de mediodía, trabaja en la casa, fregando, cosiendo, barriendo; guarda algún rebaño cuando lo manda tío Bartolomé. Y tiene siempre buen semblante, sonrisa a punto, corazón abierto.
Aparece entonces en la vida de Catalina un personaje importante y muy decisivo. Uno de aquellos ermitaños, el venerable padre Castañeda. Es un hombre que ha abandonado el mundo buscando la total entrega de su alma al Señor. Vive en las colinas y de limosna. Un día pasa por el predio a pedir y Catalina le conoce. Surge entre ambos una corriente de simpatía y de afecto. Recomendada más tarde por Ana Más, Catalina va a visitar al padre Castañeda al oratorio de la Trinidad. Catalina se le confía: ella quiere ser religiosa. A la segunda entrevista, el padre Castañeda está convencido. La dirección espiritual del religioso hará todavía un gran bien a la muchacha. Pero entonces empieza un largo episodio: el de las dificultades.
Los tíos, al saber la vocación de su sobrina, se oponen decididamente. Por aquellas fechas, una muchacha valldemosina, que había ingresado en un convento de Palma, se sale, reconociéndose sin verdadera vocación. Es, pues, mal momento político para que nadie ayude a Catalina. Por otra parte, Catalina era una muchacha guapa y muy atractiva. Es natural que muchos jóvenes de los alrededores se fijaran en ella con el deseo de entablar relaciones y casarse. Catalina espera pacientemente. Y otra dificultad llega. El padre Castañeda decide marcharse de Mallorca.
Catalina se despide de él con una sonrisa misteriosa. No, el padre se irá, pero volverá, porque Dios quiere que él sea su apoyo para entrar en el convento. Efectivamente, el barco que llevaba al religioso sale de Sóller con una fuerte tormenta que le impide llegar a Barcelona. Y regresa de nuevo a Valldemosa. El religioso ve que la profecía de la muchacha se ha cumplido y decide ayudarla plenamente. Va a hablar con los tíos y los convence. Catalina se marcha a Palma, para ir realizando las gestiones previas a su ingreso en un convento. Y, en tanto, se coloca como sirvienta en la casa de don Mateo Zaforteza Tagamanent y, en concreto, al servicio de una hija de este señor llamada Isabel. Las dos muchachas se cobran un fuerte cariño. Isabel la enseña a leer, escribir, bordar y otros trabajos. Catalina da más; Catalina habla de Dios, permanentemente, a Isabel. Y lleva una vida tan heroica, tan mortificada, que cae enferma. Los señores y sus hijos se turnan celosamente junto al lecho de la criada. Como si la criada fuese ahora la señora y ellos los honrados en servirla.
Y llega el momento de intentar, ya en serio, el ingreso en alguno de los conventos de Palma. El padre Castañeda los recorre, uno tras otro. Hay un grave inconveniente: Catalina carece de dote. Es totalmente pobre. Pero estos conventos son también necesitados. No pueden acoger a una aspirante que no traiga alguna ayuda... Convento de Santa Magdalena, de San Jerónimo, de Santa Margarita... Las noticias que el padre va llevando a Catalina son descorazonadoras. Catalina se refugia en la oración. Y reza tan intensamente que, cuando ya todo aparece perdido, los tres conventos a la vez, interesados por la descripción que de la joven les ha hecho el religioso, deciden pasar por alto el requisito de la dote. Y los tres conventos están dispuestos a admitir a Catalina Thomás.
Una tradición representa a Santa Catalina, sentada en una piedra del mercado, llorando tristemente su soledad. Y en aquella piedra, según la misma tradición, recibe Catalina la noticia de que ha sido admitida. Aún se conserva esta piedra, adosada al muro exterior de la sacristía, en la parroquia de San Nicolás, con una lápida colocada en 1826 que lo acredita. Catalina, entonces, decide ingresar en el primero de los tres conventos visitados, el de Santa Magdalena.
A los dos meses y doce días de su ingreso, Catalina toma el velo blanco. Media ciudad de Palma, con su nobleza al frente, acude al acto, pues tanta es ya la fama de la muchacha. Enero de 1553.
Los años que vive Catalina en el convento palmesano serán casi ocultos. Pero como es tan difícil que la santidad pueda estar bajo el celemín, toda la ciudad acude a verla, a consultarle sus problemas, a encomendarse a sus oraciones, a pedirle consejo... Ella se resiste a salir al locutorio, se negaba a recibir regalos y cuando tenía que recibirlos, los daba a las demás monjas. Practicaba la pobreza, la obediencia, la castidad, siempre en grado heroico. La prelada decidió un día someterla a una prueba bien dura. En pleno verano, le ordenó que se saliese al patio y estuviera bajo el sol hasta nueva orden. Catalina no dice una sola palabra: va al lugar indicado y permanece allí varias horas, hasta que la superiora, admirada de su fortaleza, la manda llamar.
Catalina crece en amor y sabiduría. Sus éxtasis son cada vez más frecuentes e intensos. Algunos duran hasta días. En su celda se conserva aún la piedra sobre la que se arrodillaba y que muestra las hendiduras practicadas por tantísimas horas de oración en hinojos. Aunque ella procuraba ocultar, por humildad, estos regalos de Dios, era natural que sus hermanas se enterasen. Y la fama crecía.
Un día, Catalina recibe el aviso de Dios. Diez años antes de su muerte, supo cuándo sería llamada por el Señor. Y estuvo esperando ansiosamente este momento. La Dominica de Pasión de 1574, el 28 de marzo, Catalina entró en el locutorio donde estaba una hermana suya con una visita. Iba a despedirse dijo, pues se marchaba al cielo. Y efectivamente, al día siguiente, después de comulgar en éxtasis, mandó llamar al sacerdote porque se sentía morir. Los médicos dijeron que no la encontraban grave, pero el sacerdote acudió y apenas recibidos los sacramentos, mientras la superiora rezaba con ella las oraciones, tras haber pedido perdón a la madre y a las hermanas, cayó en un éxtasis al final del cual entregó su alma a Dios el 5 de abril.
Lo demás, vendría por sus pies contados. El proceso de beatificación, la beatificación, el proceso siguiente y por fin la gloria de los altares. Con una particularidad. El fervor popular por Santa Catalina Thomás iría creciendo y manteniéndose de tal modo que, aunque ella murió en 1574, la beatificación se dicta por Pío VI en 1792 y la canonización por Pío XI en 1930. El cuerpo de Catalina Thomás se ha conservado incorrupto.
La vida de esta muchacha mallorquina es, ya lo decimos, un distinto camino de la santidad, Una santidad vivida con impresionante sencillez, con rotunda eficacia. Una santidad hecha de la elevación de la virtud al grado heroico. Y, al mismo tiempo, una santidad popular. En el alma de Mallorca sigue bien recio el amor por su santita criada, su santita pastora, su santita monja. Aunque el turismo no muestre su itinerario, está en el corazón de los mallorquines.
En Valldemosa se la festeja durante dos días, 27 y 28 de Julio. El Martirologio romano la recuerda el 5 de Abril.
Por: José María Pérez Lozano | Fuente: Mercaba.org
Monja
Pues allí, en Valldemosa, nació la chiquilla. En 1531, según unos historiadores. O en 1533, según otros. Hija de Jaime Thomás y Marquesina Gallard. Y desde su niñez, la leyenda dorada que acompaña piadosamente a los santos con milagros candorosos y prodigios extraños.
Las biografías de Catalina Thomás recogen un sinfín de estos datos que muestran que la Santa tuvo, ya en vida, una admiración popular fervorosa: mientras recoge espigas, Catalina recibe la visión de Jesús crucificado. Otra vez, huyendo de una fiesta popular que no le gustaba, es Nuestra Señora misma quien baja a decirla que está escogida por su Hijo. Hasta prodigios candorosos: una vez, llorando arrepentida por haber deseado unos vestidos como los de su hermana, dice la tradición que Santa Práxedes y Santa Catalina mártir que será siempre fiel protectora suya bajan del cielo para consolarla.
Pocos prodigios tan poéticos, tan bellos como el de aquella noche en que, al despertarse, vio Catalina la habitación inundada de una luz hermosa y clara. Era la luz blanca, azulada, del plenilunio. Catalina piensa que está amaneciendo y se levanta a por agua a una cercana fuente. Estando allí, dieron las doce de la noche en la Cartuja y luego la campana que llamaba a coro a los frailes del convento. Catalina se asusta entonces, al encontrarse perdida en aquella noche de luz tan misteriosa. Como es una chiquilla, empieza a llorar. Y San Antonio Abad, dicen, bajó del cielo y la tomó de la mano para llevarla a casa.
Catalina va a conocer una gran amargura muy joven. A los tres años murió su padre. Ella se puso a rogar por su alma y un ángel vino a decirle que estuviese contenta, porque su padre estaba en la gloria de Dios. Cuatro años más tarde, tenía siete la chiquilla, se le aparece su madre:
"Hija mía, acabo de expirar en este mismo momento. Estoy esperando tus oraciones para entrar en la gloria." Y tres horas más tarde, Catalina recibía el consuelo de que su madre estaba en el cielo. Huérfana, Catalina fue recogida por unos tíos suyos, quienes la llevaron al predio "Son Gallart". Durante once años, Catalina vivió en aquella finca, a seis o siete kilómetros de Valldemosa. Es éste un momento duro para Catalina, pues la ausencia de Valldemosa significa dificultad para ir al templo, para oír misa y para las prácticas religiosas en la casa de Dios. Los domingos, al fin, podía asistir a misa en el oratorio de la Trinidad. Es aquella zona donde los eremitas buscaban la paz de Dios frente a la paz de aquel mar inolvidable; frente a esos crepúsculos de Mallorca en los que el sol parece incendiar finalmente las aguas, teñirlas de rojo o, cuando está en lo alto, revela desde la cornisa valldemosina, el fondo limpísimo del mar.
Pero Catalina no tenía mucho tiempo para la contemplación poética. Una finca como "Son Gallart" exige mucho trabajo. Hay en ella muchos peones, y ganado, y faenas de labranza que realizar. Catalina es una muchacha activa. Ya es la criadita. Va a donde trabajan unos peones a llevarles la comida de mediodía, trabaja en la casa, fregando, cosiendo, barriendo; guarda algún rebaño cuando lo manda tío Bartolomé. Y tiene siempre buen semblante, sonrisa a punto, corazón abierto.
Aparece entonces en la vida de Catalina un personaje importante y muy decisivo. Uno de aquellos ermitaños, el venerable padre Castañeda. Es un hombre que ha abandonado el mundo buscando la total entrega de su alma al Señor. Vive en las colinas y de limosna. Un día pasa por el predio a pedir y Catalina le conoce. Surge entre ambos una corriente de simpatía y de afecto. Recomendada más tarde por Ana Más, Catalina va a visitar al padre Castañeda al oratorio de la Trinidad. Catalina se le confía: ella quiere ser religiosa. A la segunda entrevista, el padre Castañeda está convencido. La dirección espiritual del religioso hará todavía un gran bien a la muchacha. Pero entonces empieza un largo episodio: el de las dificultades.
Los tíos, al saber la vocación de su sobrina, se oponen decididamente. Por aquellas fechas, una muchacha valldemosina, que había ingresado en un convento de Palma, se sale, reconociéndose sin verdadera vocación. Es, pues, mal momento político para que nadie ayude a Catalina. Por otra parte, Catalina era una muchacha guapa y muy atractiva. Es natural que muchos jóvenes de los alrededores se fijaran en ella con el deseo de entablar relaciones y casarse. Catalina espera pacientemente. Y otra dificultad llega. El padre Castañeda decide marcharse de Mallorca.
Catalina se despide de él con una sonrisa misteriosa. No, el padre se irá, pero volverá, porque Dios quiere que él sea su apoyo para entrar en el convento. Efectivamente, el barco que llevaba al religioso sale de Sóller con una fuerte tormenta que le impide llegar a Barcelona. Y regresa de nuevo a Valldemosa. El religioso ve que la profecía de la muchacha se ha cumplido y decide ayudarla plenamente. Va a hablar con los tíos y los convence. Catalina se marcha a Palma, para ir realizando las gestiones previas a su ingreso en un convento. Y, en tanto, se coloca como sirvienta en la casa de don Mateo Zaforteza Tagamanent y, en concreto, al servicio de una hija de este señor llamada Isabel. Las dos muchachas se cobran un fuerte cariño. Isabel la enseña a leer, escribir, bordar y otros trabajos. Catalina da más; Catalina habla de Dios, permanentemente, a Isabel. Y lleva una vida tan heroica, tan mortificada, que cae enferma. Los señores y sus hijos se turnan celosamente junto al lecho de la criada. Como si la criada fuese ahora la señora y ellos los honrados en servirla.
Y llega el momento de intentar, ya en serio, el ingreso en alguno de los conventos de Palma. El padre Castañeda los recorre, uno tras otro. Hay un grave inconveniente: Catalina carece de dote. Es totalmente pobre. Pero estos conventos son también necesitados. No pueden acoger a una aspirante que no traiga alguna ayuda... Convento de Santa Magdalena, de San Jerónimo, de Santa Margarita... Las noticias que el padre va llevando a Catalina son descorazonadoras. Catalina se refugia en la oración. Y reza tan intensamente que, cuando ya todo aparece perdido, los tres conventos a la vez, interesados por la descripción que de la joven les ha hecho el religioso, deciden pasar por alto el requisito de la dote. Y los tres conventos están dispuestos a admitir a Catalina Thomás.
Una tradición representa a Santa Catalina, sentada en una piedra del mercado, llorando tristemente su soledad. Y en aquella piedra, según la misma tradición, recibe Catalina la noticia de que ha sido admitida. Aún se conserva esta piedra, adosada al muro exterior de la sacristía, en la parroquia de San Nicolás, con una lápida colocada en 1826 que lo acredita. Catalina, entonces, decide ingresar en el primero de los tres conventos visitados, el de Santa Magdalena.
A los dos meses y doce días de su ingreso, Catalina toma el velo blanco. Media ciudad de Palma, con su nobleza al frente, acude al acto, pues tanta es ya la fama de la muchacha. Enero de 1553.
Los años que vive Catalina en el convento palmesano serán casi ocultos. Pero como es tan difícil que la santidad pueda estar bajo el celemín, toda la ciudad acude a verla, a consultarle sus problemas, a encomendarse a sus oraciones, a pedirle consejo... Ella se resiste a salir al locutorio, se negaba a recibir regalos y cuando tenía que recibirlos, los daba a las demás monjas. Practicaba la pobreza, la obediencia, la castidad, siempre en grado heroico. La prelada decidió un día someterla a una prueba bien dura. En pleno verano, le ordenó que se saliese al patio y estuviera bajo el sol hasta nueva orden. Catalina no dice una sola palabra: va al lugar indicado y permanece allí varias horas, hasta que la superiora, admirada de su fortaleza, la manda llamar.
Catalina crece en amor y sabiduría. Sus éxtasis son cada vez más frecuentes e intensos. Algunos duran hasta días. En su celda se conserva aún la piedra sobre la que se arrodillaba y que muestra las hendiduras practicadas por tantísimas horas de oración en hinojos. Aunque ella procuraba ocultar, por humildad, estos regalos de Dios, era natural que sus hermanas se enterasen. Y la fama crecía.
Un día, Catalina recibe el aviso de Dios. Diez años antes de su muerte, supo cuándo sería llamada por el Señor. Y estuvo esperando ansiosamente este momento. La Dominica de Pasión de 1574, el 28 de marzo, Catalina entró en el locutorio donde estaba una hermana suya con una visita. Iba a despedirse dijo, pues se marchaba al cielo. Y efectivamente, al día siguiente, después de comulgar en éxtasis, mandó llamar al sacerdote porque se sentía morir. Los médicos dijeron que no la encontraban grave, pero el sacerdote acudió y apenas recibidos los sacramentos, mientras la superiora rezaba con ella las oraciones, tras haber pedido perdón a la madre y a las hermanas, cayó en un éxtasis al final del cual entregó su alma a Dios el 5 de abril.
Lo demás, vendría por sus pies contados. El proceso de beatificación, la beatificación, el proceso siguiente y por fin la gloria de los altares. Con una particularidad. El fervor popular por Santa Catalina Thomás iría creciendo y manteniéndose de tal modo que, aunque ella murió en 1574, la beatificación se dicta por Pío VI en 1792 y la canonización por Pío XI en 1930. El cuerpo de Catalina Thomás se ha conservado incorrupto.
La vida de esta muchacha mallorquina es, ya lo decimos, un distinto camino de la santidad, Una santidad vivida con impresionante sencillez, con rotunda eficacia. Una santidad hecha de la elevación de la virtud al grado heroico. Y, al mismo tiempo, una santidad popular. En el alma de Mallorca sigue bien recio el amor por su santita criada, su santita pastora, su santita monja. Aunque el turismo no muestre su itinerario, está en el corazón de los mallorquines.
En Valldemosa se la festeja durante dos días, 27 y 28 de Julio. El Martirologio romano la recuerda el 5 de Abril.
Ramón Emiliano Hortelano Gómez, Beato
Ramón Emiliano Hortelano Gómez, Beato
Ramón Emiliano Hortelano Gómez, Beato
Mártir Laico, 28 de julio
Por: . | Fuente: www.bisbatlleida.org
Martirologio Romano: En España, Beatos Crisanto, Aquilino, Cipriano, José y 63 compañeros del Instituto de los Hermanos Maristas de las Escuelas (Pequeños Hermanos de María), además de dos laicos. (1936-39)
Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.
Ramón era natural de Cuenca, donde había nacido el 8 de agosto 1908; en el hogar formado por Tomás y Dominga, sus padres. Fue bautizado en la iglesia de Santiago Apóstol de dicha ciudad, el día 16 del mismo mes y año. Recibió el sacramento de la confirmación el 10 de julio de 1922, en templo de San Esteban de Cuenca.
Contrajo matrimonio con doña Rufina Ángeles Saiz Abad, el 22 de agosto de 1936.
Sus padres, cristianos, y cumplidores de los mandamientos de Dios y de la Iglesia, educaron a los tres hijos que nacieron en su hogar de acuerdo con los principios religiosos católicos. En su infancia y en su adolescencia, Ramón fue obediente con sus padres y fiel cumplidor de sus deberes. Era más reservado en casa que en la calle; tímido en el trato con sus compañeros, pero amable con todos.
Siguió los estudios de bachillerato y de magisterio. Aunque no destacó en los primeros, ya que fue un estudiante corriente, mejoró en los de la carrera de maestro y obtuvo uno de los primeros números en las oposiciones. Era una persona bien formada y tenía un fino sentido del humor, que exteriorizaba en el trato íntimo con sus amigos. Era, de veras, un hombre muy virtuoso, callado, respetuoso, ecuánime, trabajador, formal y serio; muy honrado en su proceder, pero con cierto gracejo cuando se trataba de pasar el rato.
Vivió con gran espíritu de sacrificio y de entrega la profesión de maestro, en la que demostró dotes pedagógicas propias fuera de lo común, adelantándose a los sistemas de enseñanza de su tiempo. A pesar de las circunstancias hostiles para la práctica de la religión, cumplía como buen cristiano y procuraba educar y formar a sus alumnos en los buenos principios. Fue muy querido en todos los lugares en los que ejerció el magisterio.
Al ser llamada su quinta por el ejército rojo, fue movilizado el 1 de marzo de 1938 y destinado a servicios auxiliares. Allí conoció a Nemesio Cabria Andrés (H. Julián José), marista, y desde los primeros momentos trabaron una íntima amistad por la afinidad de sus sentimientos. A partir de entonces, ambos pasaron por las mismas vicisitudes.
El 23 de julio de 1938, nació el único hijo de Ramón. Solicitó permiso para ir a su casa para conocerlo y visitar a su esposa. Poco más de un día estuvo con ella y con su hijo recién nacido. A su vuelta, el 28 de julio de 1938, unos milicianos lo mataron a él y a su amigo Nemesio, cuando daban juntos su diario paseo. Ramón fue asesinado, simplemente, por las sospechas de los milicianos de que era religioso, dada su íntima amistad con el H. Julián José.
Integran este grupo de mártires:
1. Crisanto (Casimiro González García),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
2. Aquilino (Baldomero Baró Riera),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
3. Cipriano José (Julián Iglesias Bañuelos),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
4. Fabián (Juan Pastor Marco),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
5. Ligorio Pedro (Hilario de Santiago Paredes),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
6. Félix Lorenzo (Lorenzo Gutiérrez Rojo),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
7. Abdón (Luis Iglesias Bañuelos),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
8. Anacleto Luis (Emiliano Busto Pérez),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
9. Bruno José (Ángel Ayape Remón),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
10. Eduardo María (Francisco Alonso Fontaneda),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
11. Evencio (Florencio Pérez Moral),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
12. Félix Amancio (Amancio Noriega Núñez),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
13. Javier Benito (Jerónimo Alonso Fernández),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
14. Jean Marie (Félix Célestin Gombert Olympe),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
15. Jorge Luis (Lorenzo Lizasoáin Lizaso),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
16. Julio Fermín (Julio Múzquiz Erdozáin),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
17. Luis Damián (José Sobraqués Glory),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
18. Benedicto José (Luis Galerón Parte),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
19. Berardo José (José Pampliega Santiago),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
20. José Ceferino (Elías Garet Ventejo),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
21. José de Arimatea (Restituto Santiago Allende),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
22. José Teófilo (José Mulet Velilla),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
23. Severino (Severino Ruiz Hidalgo),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
24. Aureliano (Pedro Ortigosa Oraá),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
25. Justo Pastor (Máximo Aranda Modrego),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
26. Alipio José (Maximiano Dronda Leoz),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
27. Guzmán (Perfecto Becerril Merino),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
28. Fernando María (Celedonio Martínez Infantes),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
29. Teógenes (Pedro Valls Piernau),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
30. Luciano (Mauro Álvarez Renedo),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
31. Pedro Jerónimo (José Félix Serret Anglés),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
32. Roque (Abilio Villarreal Abaza),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
33. Benigno José (José Valencia Janices),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
34. Adrián (Manuel Llop Plana),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
35. Euquerio (Euquerio Llanillo García),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
36. Gaspar (Pablo Martínez Esteban),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
37. Camerino (Braulio Álvarez Palacín),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
38. Luis Alfonso (Luis Moreno Aliende),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
39. León Argimiro (Argimiro García Sandoval),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
40. Luis Daniel (Juan Viñuela Flecha),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
41. Ángel Hipólito (Aniceto Pablos Carvajal),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
42. Julián Marcelino (Marcelino Rebollar Campo),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
43. Domingo Ciriaco (Dionisio Domínguez Martínez),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
44. Jorge Camilo (Vidal García García),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
45. Feliciano (Severino Ruiz Báscones),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
46. Felipe Neri (Fermín Zabaleta Armendáriz),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
47. Herminio Pascual (Saturnino Jaunsarás Zabaleta),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
48. Victorico María (Eugenio Artola Sorolla),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
49. Jerónimo (Trifón Tobar Calzada),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
50. Marino (Pedro Alonso Ortega),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
51. Julián José (Nemesio Cabria Andrés),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
52. Pedro (Jaime Cortasa Monclús),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
53. Narciso (Baldomero Arribas Arnaiz),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
54. Columbanus Paul (Henri Oza Motinot),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
55. Néstor Eugenio (Tesifonte Ortega Villamudrio),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
56. Egberto (Leonardo Arce Ruiz),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
57. Teófilo Martín (Martín Erro Ripa),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
58. Benedicto Andrés (Enrique Andrés Monfort),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
59. Valente José (Jesús Delgado de la Fuente),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
60. Eloy José (Eloy Rodríguez Gutiérrez),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
61. Millán (Esteban Llover Torrent),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
62. Luis Fermín (Luis Huerta Lara),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
63. Emiliano José (Marcos Leyún Goñi),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
64. Timoteo José (Julián Lisbona Royo),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
65. Andrés José (Francisco Donázar Goñi),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
66. Pablo Daniel (Daniel Altabella Gracia),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
67. Ramón Emiliano Hortelano Gómez, Laico
68. Julián Aguilar Martín, Laico
Por: . | Fuente: www.bisbatlleida.org
Mártir Laico
Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.
Contrajo matrimonio con doña Rufina Ángeles Saiz Abad, el 22 de agosto de 1936.
Sus padres, cristianos, y cumplidores de los mandamientos de Dios y de la Iglesia, educaron a los tres hijos que nacieron en su hogar de acuerdo con los principios religiosos católicos. En su infancia y en su adolescencia, Ramón fue obediente con sus padres y fiel cumplidor de sus deberes. Era más reservado en casa que en la calle; tímido en el trato con sus compañeros, pero amable con todos.
Siguió los estudios de bachillerato y de magisterio. Aunque no destacó en los primeros, ya que fue un estudiante corriente, mejoró en los de la carrera de maestro y obtuvo uno de los primeros números en las oposiciones. Era una persona bien formada y tenía un fino sentido del humor, que exteriorizaba en el trato íntimo con sus amigos. Era, de veras, un hombre muy virtuoso, callado, respetuoso, ecuánime, trabajador, formal y serio; muy honrado en su proceder, pero con cierto gracejo cuando se trataba de pasar el rato.
Vivió con gran espíritu de sacrificio y de entrega la profesión de maestro, en la que demostró dotes pedagógicas propias fuera de lo común, adelantándose a los sistemas de enseñanza de su tiempo. A pesar de las circunstancias hostiles para la práctica de la religión, cumplía como buen cristiano y procuraba educar y formar a sus alumnos en los buenos principios. Fue muy querido en todos los lugares en los que ejerció el magisterio.
Al ser llamada su quinta por el ejército rojo, fue movilizado el 1 de marzo de 1938 y destinado a servicios auxiliares. Allí conoció a Nemesio Cabria Andrés (H. Julián José), marista, y desde los primeros momentos trabaron una íntima amistad por la afinidad de sus sentimientos. A partir de entonces, ambos pasaron por las mismas vicisitudes.
El 23 de julio de 1938, nació el único hijo de Ramón. Solicitó permiso para ir a su casa para conocerlo y visitar a su esposa. Poco más de un día estuvo con ella y con su hijo recién nacido. A su vuelta, el 28 de julio de 1938, unos milicianos lo mataron a él y a su amigo Nemesio, cuando daban juntos su diario paseo. Ramón fue asesinado, simplemente, por las sospechas de los milicianos de que era religioso, dada su íntima amistad con el H. Julián José.
1. Crisanto (Casimiro González García),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
2. Aquilino (Baldomero Baró Riera),
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3. Cipriano José (Julián Iglesias Bañuelos),
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4. Fabián (Juan Pastor Marco),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
5. Ligorio Pedro (Hilario de Santiago Paredes),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
6. Félix Lorenzo (Lorenzo Gutiérrez Rojo),
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7. Abdón (Luis Iglesias Bañuelos),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
8. Anacleto Luis (Emiliano Busto Pérez),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
9. Bruno José (Ángel Ayape Remón),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
10. Eduardo María (Francisco Alonso Fontaneda),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
11. Evencio (Florencio Pérez Moral),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
12. Félix Amancio (Amancio Noriega Núñez),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
13. Javier Benito (Jerónimo Alonso Fernández),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
14. Jean Marie (Félix Célestin Gombert Olympe),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
15. Jorge Luis (Lorenzo Lizasoáin Lizaso),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
16. Julio Fermín (Julio Múzquiz Erdozáin),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
17. Luis Damián (José Sobraqués Glory),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
18. Benedicto José (Luis Galerón Parte),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
19. Berardo José (José Pampliega Santiago),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
20. José Ceferino (Elías Garet Ventejo),
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21. José de Arimatea (Restituto Santiago Allende),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
22. José Teófilo (José Mulet Velilla),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
23. Severino (Severino Ruiz Hidalgo),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
24. Aureliano (Pedro Ortigosa Oraá),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
25. Justo Pastor (Máximo Aranda Modrego),
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26. Alipio José (Maximiano Dronda Leoz),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
27. Guzmán (Perfecto Becerril Merino),
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28. Fernando María (Celedonio Martínez Infantes),
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29. Teógenes (Pedro Valls Piernau),
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30. Luciano (Mauro Álvarez Renedo),
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31. Pedro Jerónimo (José Félix Serret Anglés),
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32. Roque (Abilio Villarreal Abaza),
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33. Benigno José (José Valencia Janices),
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34. Adrián (Manuel Llop Plana),
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35. Euquerio (Euquerio Llanillo García),
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36. Gaspar (Pablo Martínez Esteban),
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37. Camerino (Braulio Álvarez Palacín),
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38. Luis Alfonso (Luis Moreno Aliende),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
39. León Argimiro (Argimiro García Sandoval),
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40. Luis Daniel (Juan Viñuela Flecha),
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41. Ángel Hipólito (Aniceto Pablos Carvajal),
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42. Julián Marcelino (Marcelino Rebollar Campo),
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43. Domingo Ciriaco (Dionisio Domínguez Martínez),
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44. Jorge Camilo (Vidal García García),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
45. Feliciano (Severino Ruiz Báscones),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
46. Felipe Neri (Fermín Zabaleta Armendáriz),
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47. Herminio Pascual (Saturnino Jaunsarás Zabaleta),
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48. Victorico María (Eugenio Artola Sorolla),
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49. Jerónimo (Trifón Tobar Calzada),
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50. Marino (Pedro Alonso Ortega),
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51. Julián José (Nemesio Cabria Andrés),
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52. Pedro (Jaime Cortasa Monclús),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
53. Narciso (Baldomero Arribas Arnaiz),
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54. Columbanus Paul (Henri Oza Motinot),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
55. Néstor Eugenio (Tesifonte Ortega Villamudrio),
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56. Egberto (Leonardo Arce Ruiz),
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57. Teófilo Martín (Martín Erro Ripa),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
58. Benedicto Andrés (Enrique Andrés Monfort),
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59. Valente José (Jesús Delgado de la Fuente),
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60. Eloy José (Eloy Rodríguez Gutiérrez),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
61. Millán (Esteban Llover Torrent),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
62. Luis Fermín (Luis Huerta Lara),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
63. Emiliano José (Marcos Leyún Goñi),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
64. Timoteo José (Julián Lisbona Royo),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
65. Andrés José (Francisco Donázar Goñi),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
66. Pablo Daniel (Daniel Altabella Gracia),
religioso profeso de los Hermanos Maristas de las Escuelas
67. Ramón Emiliano Hortelano Gómez, Laico
68. Julián Aguilar Martín, Laico
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