2016: el año en que intentaron matar la
esperanza del pueblo brasilero
2016-12-31
La situación
social, política y económica de Brasil merecería una reflexión seria sobre el
intento perverso de matar la esperanza del pueblo brasilero, promovido por una
banda (ese es el nombre) de políticos, en su gran mayoría corruptos o acusados
de tal, que de forma desvergonzada se pusieron al servicio de los verdaderos
forjadores del golpe perpetrado contra la Presidenta Dilma Rousseff: la vieja
oligarquía del dinero y del privilegio que jamás aceptó que alguien del piso de
abajo llegase a ser Presidente de Brasil y que incluyese socialmente a millones
de los hijos e hijas de la pobreza.
Obviamente
hay políticos valerosos y éticos, así como empresarios de la nueva generación,
progresistas, que piensan en Brasil y en su pueblo. Pero estos todavía no han
conseguido acumular fuerza suficiente para dar otro rumbo a la política y un
sentido social al Estado vigente, de cariz neoliberal y patrimonialista.
Al
referirse a la corrupción todos piensan en Lava Jato y en Petrobrás. Pero
olvidan o les es negada intencionalmente por los medios de comunicación
conservadores y legitimadores del orden establecido, otra corrupción mucho
peor, revelada exactamente el día de Navidad en el que junto con el nacimiento
de Cristo se narra la matanza de niños inocentes por el rey Herodes,
actualizada hoy por los corruptos que dilapidan el país.
Wagner
Rosario, secretario del Ministerio de la Transparencia, nos revela que en los
últimos trece años los esquemas de corrupción, fraudes y desvíos de recursos de
la Unión, destinados a los Estados, municipios y ONGs y dirigidos a pequeños
municipios con bajo Índice de Desarrollo Humano, pueden superar un millón de
veces el robo en la Petrobrás descubierto en la operación Lava Jato. Son 4
mil millones camuflados que pueden transformarse, en un estudio
econométrico, en un billón de reales. Las áreas más afectadas son la
salud (merienda) y la educación (abandono de las escuelas).
Dice
el Secretario: «yo llamo a eso asesinato de la esperanza. Cuando se retira
la merienda a un niño, se quita la posibilidad de crecimiento de aquel
municipio a mediano y largo plazo. Se está matando a toda una generación».
La
nación precisa saber de esta matanza y no dejarse engañar por los que ocultan,
controlan y deforman las informaciones porque son anti-sistémicas.
Pero
no se puede vivir solo de las desgracias que mancharon gran parte del año 2016.
Volvámonos hacia aquello que nos permite vivir y soñar: la esperanza.
Para
entender la esperanza tenemos que superar el modo común de ver la realidad.
Pensamos que la realidad es lo que está ahí, dado y hecho. Olvidamos que lo
dado es siempre hecho y no es todo lo real. Lo real es mayor. Pertenece también
a lo real lo potencial, lo que aún no es pero puede llegar a ser. Ese lado
potencial se expresa mediante la utopía, los sueños, las proyecciones de un
mundo mejor. Es el campo donde florece la esperanza. Tener esperanza es creer
que ese potencial puede transformarse en real, no automáticamente, sino por la
práctica humana. Por lo tanto, la utopía que alimenta la esperanza no se
antagoniza con la realidad. Ella revela su lado potencial, lo abscóndito, que
quiere salir afuera para hacer historia.
Hago
mío el lema del gran científico y físico cuántico Carl Friedrich von Weizsäcker,
cuya sociedad fundada por él me honró a finales de noviembre en Berlín con un
premio por el intento de unir el grito de la Tierra con el grito del pobre: «no
anuncio optimismo, sino esperanza».
La
esperanza es un bien escaso hoy en todo el mundo y especialmente en Brasil. Los
que cambiaron ilegítimamente los rumbos del país, imponiendo un
ultraliberalismo, están asesinando la esperanza del pueblo brasilero. Las
medidas tomadas castigan principalmente a las grandes mayorías que ven las
conquistas sociales históricas literalmente desmontadas.
Aquí
nos socorre el filósofo alemán Ernst Bloch que introdujo el “principio
esperanza”. Esta, la esperanza, es más que una virtud entre otras. Es un motor
que tenemos dentro de nosotros que alimenta todas las demás virtudes y nos
lanza hacia delante, suscitando nuevos sueños de una sociedad mejor.
Esta
esperanza va a proporcionar las energías para que la población afectada pueda
resistir, salir a las calles, protestar y exigir cambios que hagan bien al
país, comenzando por los que más necesitan.
Como
la mayoría es cristiana son oportunas las palabras del sabio Riobaldo de
Guimarães Rosa: «Con Dios existiendo, todo da esperanza, el mundo se soluciona…
Teniendo a Dios es menos grave descuidarse un poquito, pues al final todo sale
bien. Pero si no se tiene a Dios, entonces no hay licencia para cosa alguna».
Tener
fe es tener saudades de Dios. Tener esperanza es saber que Él está a nuestro
lado, aunque invisible, haciéndonos esperar contra toda esperanza.
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