
Adorno De Halloween En La Parroquia De Nuestra Señora De Lourdes, En Washington © Enrique Soros
Halloween, ¿sí o no?
‘All Hallow´s Even’ significa ‘Vigilia de Todos los Santos’
El 31 de octubre se celebra Halloween, especialmente, aunque no exclusivamente, en Estados Unidos. Vivo por más de 20 años en este país, y siempre lo he festejado de una manera o de otra. Cuando comienzan a caer las hojas de los árboles en otoño, se ven por los barrios adornos conmemorativos, como calabazas, brujas, arañas gigantes y fantasmas.
El 31 de octubre, cuando los niños terminan de hacer sus tareas de la escuela y padres y madres han regresado del trabajo, los barrios se van llenando de vida y diversión. Los niños se juntan en grupos, normalmente acompañados por papá y mamá, y van corriendo de casa en casa, a reclamar un dulce. No es necesario decir el tradicional trick or treat (me das un dulce o te hago una travesura) para llevarte la golosina. Es más, nunca escuché que algún niño lo diga. Y nunca he visto ninguna travesura a quien no dé un dulce.

Orígenes cristianos de Halloween

Por otro lado, a finales del siglo X, comenzaba a celebrarse el 2 de noviembre como el día de los Fieles Difuntos. Con el tiempo, se unieron antiguas costumbres paganas celtas a las vísperas de Todos los Santos, y el sentido de Halloween comenzó a distorsionarse. Los celtas tenían a principios de noviembre, como una de sus celebraciones principales “la fiesta de los muertos”.
Para ellos, la muerte los llevaba a un lugar mejor donde tenían felicidad perfecta, lo que presenta una analogía con el cielo para los cristianos. Hoy en día, Halloween se transformó en una fiesta popular de alegría, como describimos arriba, que algunos grupos minúsculos la utilizan para celebrar un culto espiritista a los muertos. Eso no lo percibe la gente en general, y la mayoría quizás ni se entere de que existen esos grupos.
La pregunta clave: ¿Celebrar Halloween o no?
Ya la pregunta me provoca rechazo. Soy educador y soy católico. Como católico (significa “universal”), estoy llamado a analizar las cosas en su contexto y verlas como parte de un todo, el cual es amplio y no es ni blanco ni negro. La realidad es compleja, y si quiero simplificarla en un sí o un no, traiciono. Como educador, no puedo dar una respuesta servida, que suprime el discernimiento del educando o del
receptor. Y como educador católico, me siento incapacitado de quitar la libertad al otro, de tomar sus propias decisiones, en la libertad de los hijos de Dios. Sé que muchos le temen a la libertad y al discernimiento de los otros, pero tengo que afirmar que estos valores hacen a la esencia del cristianismo. En algunos casos, obediencia con libertad interior. En otros casos, donde el discernimiento personal juega un rol fundamental, es importante decidir con plena libertad interior. Para eso necesitamos educar, más que instruir; motivar, más que dictaminar; respetar, más que juzgar.

Para esta época del año, pululan por las redes sociales banners que prácticamente nos prohíben celebrar Halloween. “Soy católico, no celebro Halloween”, o “En este lugar celebramos la vida en Cristo. Si quieres dulces ven el Día de Todos los Santos disfrazado de algún santo.” Por supuesto que hay mucho más. Todos lo conocemos y no profundizaré en este campo.
Pero entonces, qué actitud tomar ante Halloween

Una experiencia con mi hijo


¿Por qué comparto esta historia? Porque veo que todo está entrelazado. Martín siempre ha celebrado Halloween, como la mayoría de los estadounidenses. Se siente parte de la sociedad. Va a la escuela pública. Y habla de Dios y de sus experiencias, cuando le place, y con mucha naturalidad. No tiene vergüenza, al contrario. En su corazón, todo está integrado. Él se siente parte. Le da felicidad decirle a un ateo que él es católico, y lo que le significa serlo. Estoy convencido que si le dijera que Halloween es malo, como cristiano, se sentiría un poco alejado de la sociedad, y no compartiría con tanta espontaneidad su fe con otros. Porque decir que Halloween es malo, de cuajo, implica una cosmovisión no tan abierta, rigidez, que no solo se expresa en Halloween, y eso nos hace un tanto sectarios. Constato con gran alegría que, en una edad en que Martín tendría que distanciarse ideológicamente de su padre, él pregunta, desafía, discute con firmeza, pero sus valores no se mueven, porque los abrazó por decisión propia y con total libertad. Nuevamente: se siente integrado e integra con mucha facilidad.
Evitar usar “pero”, “o” y “en vez de”

Hay una costumbre muy bonita, que es vestir en la catequesis, en algunas iglesias, a los niños con trajes de santos. Maravillosa sugerencia. Pero aquí nuevamente es esencial el discernimiento. Si vamos a salir a la calle y nuestros hijos quieren vestirse de fantasmas, no sería muy pedagógico indicarles que se vistan de cura, de monja o de santo. La expresión de la fe debe ser algo auténtico que brota de adentro, no debe ser a veces siquiera insinuado desde afuera. Si los niños salen a la calle vestidos de santos en contra de su voluntad, los estaríamos utilizando ideológicamente, en vez de educarlos. La educación consiste en que el educando surja con su propia personalidad, no con la personalidad y los ideales del educador. Lo que no es auténtico, mata valores.

Qué pasa con Halloween fuera de EEUU

No nos excluyamos más
Como católicos nos hemos separado ya demasiado de la sociedad a través de los siglos. Creo que es bueno que busquemos siempre caminos de integración, para poder iluminar al mundo con la luz de Jesús. Si estamos integrados, tendremos autoridad moral para opinar y ser escuchados. Y recordemos el sistema del Papa Francisco para analizar la realidad, para saber cuál es la voluntad de Dios. Cuando quiere discernir, no repite simplemente lo que han dicho otros. El afirma que sale del centro, que va a la periferia, para entender la realidad en su contexto. Esto implica un cambio de mentalidad. Todo depende de si queremos ser profetas de un nuevo tiempo.
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