Santo Evangelio según San Marcos 3, 7-12. Jueves II del tiempo ordinario
Por: H. Abraham Cortés, L.C. | Fuente: www.missionkits.org
Por: H. Abraham Cortés, L.C. | Fuente: www.missionkits.org
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Concédeme la gracia, Señor, de acercarme a Ti en estos momentos de oración con un corazón dispuesto a la escucha, a la reflexión y, sobre todo, a la conversión.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía, se trasladó a donde él estaba.
Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de aplastarlo.
En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo. Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Aunque el pasaje de hoy no lo diga de modo explícito, éste es un Evangelio que puede invitarnos fuertemente a la vivencia de la caridad: Caridad conmigo mismo al reconocer que necesito ayuda; caridad con el prójimo al acudir en su auxilio.
Caridad conmigo mismo es sinónimo de humildad: Cuando reconozco mis límites, mis debilidades y mi «enfermedad», es un acto de respeto hacia mí mismo el buscar ayuda en quien pueda ofrecérmela, como mis familiares, amigos, ayuda médica y profesional… Sobre todo, buscar la ayuda de EL PROFESIONAL...
Caridad con el prójimo significa dejar de lado mis propias dificultades para ayudar a otro a levantarse; significa ofrecer a otros los dones que Dios me ha dado; significa dejar que los necesitados acudan a mí, tal como Jesús lo permitió a la muchedumbre...
¿Cuál de estas dos opciones toca más a mi vida hoy? ¿Dios me invita a darle la mano para que Él me ayude a levantarme? O, si ya estoy en pie, ¿me pide que la ofrezca a quien está todavía arrastrándose?
«En el Evangelio, de hecho, vemos que Jesús, en su misión terrena, revela el amor de Dios tanto con la predicación como con innumerables gestos de atención y socorro a los enfermos, a los necesitados, a los niños, a los pecadores. Jesús es nuestro Maestro, poderoso en palabras y obras. Jesús nos comunica toda la luz que ilumina las calles, a veces oscuras, de nuestra existencia; nos comunica también la fuerza necesaria para superar las dificultades, las pruebas, las tentaciones. ¡Pensemos en la gran gracia que es para nosotros haber conocido a este Dios tan poderoso y bueno! Un maestro y un amigo, que nos indica el camino y nos cuida, especialmente cuando lo necesitamos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de enero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Poner especial atención a los signos de amor de Dios en este día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Concédeme la gracia, Señor, de acercarme a Ti en estos momentos de oración con un corazón dispuesto a la escucha, a la reflexión y, sobre todo, a la conversión.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía, se trasladó a donde él estaba.
Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de aplastarlo.
En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo. Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Aunque el pasaje de hoy no lo diga de modo explícito, éste es un Evangelio que puede invitarnos fuertemente a la vivencia de la caridad: Caridad conmigo mismo al reconocer que necesito ayuda; caridad con el prójimo al acudir en su auxilio.
Caridad conmigo mismo es sinónimo de humildad: Cuando reconozco mis límites, mis debilidades y mi «enfermedad», es un acto de respeto hacia mí mismo el buscar ayuda en quien pueda ofrecérmela, como mis familiares, amigos, ayuda médica y profesional… Sobre todo, buscar la ayuda de EL PROFESIONAL...
Caridad con el prójimo significa dejar de lado mis propias dificultades para ayudar a otro a levantarse; significa ofrecer a otros los dones que Dios me ha dado; significa dejar que los necesitados acudan a mí, tal como Jesús lo permitió a la muchedumbre...
¿Cuál de estas dos opciones toca más a mi vida hoy? ¿Dios me invita a darle la mano para que Él me ayude a levantarme? O, si ya estoy en pie, ¿me pide que la ofrezca a quien está todavía arrastrándose?
«En el Evangelio, de hecho, vemos que Jesús, en su misión terrena, revela el amor de Dios tanto con la predicación como con innumerables gestos de atención y socorro a los enfermos, a los necesitados, a los niños, a los pecadores. Jesús es nuestro Maestro, poderoso en palabras y obras. Jesús nos comunica toda la luz que ilumina las calles, a veces oscuras, de nuestra existencia; nos comunica también la fuerza necesaria para superar las dificultades, las pruebas, las tentaciones. ¡Pensemos en la gran gracia que es para nosotros haber conocido a este Dios tan poderoso y bueno! Un maestro y un amigo, que nos indica el camino y nos cuida, especialmente cuando lo necesitamos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de enero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Poner especial atención a los signos de amor de Dios en este día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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