San Odilón de Cluny, abad
fecha: 1 de enero
n.: c. 962 - †: 1049 - país: Francia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: c. 962 - †: 1049 - país: Francia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Souvigny, de Burgundia, muerte de san Odilón, abad de Cluny, que
fue severo consigo mismo, pero dulce y misericordioso con los demás. Estableció
treguas entre quienes estaban en lucha, y en tiempo de hambre ayudó a los
necesitados con todas sus fuerzas. Fue el primero en establecer en sus
monasterios la Conmemoración de todos los fieles difuntos, fijándola para el
día siguiente a la solemnidad de Todos los Santos.
refieren a este santo: San Alferio de
La Cava, San Gregorio VII, San Hugo de
Cluny, San Mayolo de
Cluny, San Teobaldo de
Vienne, Beato Urbano II
Odilón era todavía muy joven cuando
recibió en Cluny el hábito monacal de manos de san Mayolo,
quien hizo de él su coadjutor en 991, a pesar de que no tenía sino veintinueve
años. A la muerte de san Mayolo, en 994, Odilón tomó las riendas de la gran
abadía. Aunque muy austero consigo mismo, Odilón era excepcionalmente amable
con cuantos le rodeaban. Acostumbraba decir que prefería pecar por exceso de
bondad, que por exceso de severidad. Muchos tacharon de extravagancia su gran
liberalidad con los pobres durante la época de hambre del 1006, porque, para
venir en su socorro, no tuvo reparo en mandar fundir los vasos y adornos
sagrados, ni en vender la corona de oro que san Enrique había regalado a la
abadía. Odilón hizo cuatro viajes a Roma. En su visita a Montecasino, su
devoción a san Benito le llevó hasta pedir permiso de besar los pies a todos
los monjes del monasterio, concesión que obtuvo no sin dificultad.
Bajo el gobierno de san Odilón, aumentó el
número de abadías que se sometieron a las costumbres y a la supervisión
cluniacense y se perfeccionó la organización y la dependencia de los
monasterios subordinados. Las normas variaban de acuerdo con los estatutos
particulares de cada monasterio y la distancia de la casa matriz, pero muchos
prioratos dependían de Cluny en el estricto sentido de la palabra, de suerte
que Cluny nombraba a los superiores. En éste y otros aspectos, se llevó a cabo
una modificación de la regla de san Benito; de ahí procede la distinción
histórica entre los monjes cluniacenses y los benedictinos.
Las matanzas y devastaciones eran tan
comunes en la época, debido a los derechos que reclamaba cada señor feudal de
vengar por mano propia las ofensas, que hubo necesidad de crear la llamada
«tregua de Dios». En ella se estipulaba, entre otras cosas, que las iglesias
podían servir de refugio a todos los hombres, excepto a quienes hubiesen
violado la tregua, y que, desde el jueves hasta el domingo por la mañana,
ninguno atacaría a sus enemigos. El pacto encontró gran oposición de parte de
la casa de Neustria; pero, gracias a los buenos oficios y exhortaciones de san
Odilón y de Ricardo, abad de Saint-Vanne, que se encargaron de las
negociaciones, la mayoría de las provincias de Francia acabaron por aceptar la
«tregua de Dios». El príncipe Casimiro, hijo de Miceslao, rey de Polonia, se retiró
a Cluny, donde tomó el hábito y fue ordenado subdiácono. Más tarde, una
diputación de nobles le rogó que aceptara la corona. San Odilón presentó el
asunto al papa Benedicto IX, quien dispensó a Casimiro de sus votos. Así, pudo
éste aceptar el trono en 1041, casarse, tener varios hijos y reinar hasta su
muerte, acontecida en 1058.
San Odilón instituyó la conmemoración de
todos los fieles difuntos, el 2 de noviembre, como una práctica obligatoria en
su comunidad, que debía ofrecer limosnas, oraciones y sacrificios por todas las
almas del purgatorio. Igualmente difundió esta práctica de caridad entre los
fieles que le rodeaban. Profesaba una gran devoción a la Santísima Virgen y
especialmente al misterio de la Encarnación. En una ocasión, cuando sus monjes
cantaban el versículo: «Para venir a redimirnos no te rehusaste a tomar carne
en el seno de la Virgen», Odilón entró en éxtasis. La mayoría de sus sermones y
poemas versan sobre los misterios de nuestra Redención o sobre la Virgen María.
Habiendo sufrido con gran paciencia múltiples enfermedades en los últimos cinco
años de su vida, Odilón murió en Souvigny, priorato del borbonado, en el
desempeño de su cargo de visitador de los monasterios del lugar. Su muerte
aconteció el 1 de enero de 1049, cuando contaba ochenta y siete años y había
ejercido el cargo de abad durante cincuenta y seis. La víspera, Odilón había
conseguido con sus ruegos que le llevaran al oficio divino. Habiendo recibido
el viático y la extremaunción, quiso morir sobre un saco cubierto de ceniza.
Ver la vida escrita por su discípulo
Jostaldo, editada por los bolandistas y Mabillon. Una parte del texto que falta
en dicha edición se encuentra en Neues Archiv (1890), vol. XV, pp. 117 ss. Cf.
también E. Sackur, Die Cluniacenser; P. Jardet, Saint Odilon, (1898). Ceillier
demuestra contra Basnage que la «Vida de santa Alicia Emperatriz» es obra de
san Odilón, así como la «Vida de san Mayolo». Han llegado hasta nosotros
algunos poemas y sermones del santo, coleccionados en Migne PL., CXLII. Ver también
Neues Archiv (1899), vol. xxiv, pp. 628-735.
Cuadro: Odilón de Cluny, por Francesco Andreani, entre 1730 y 1751, Pinacoteca Comunal de Cesena.
Cuadro: Odilón de Cluny, por Francesco Andreani, entre 1730 y 1751, Pinacoteca Comunal de Cesena.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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